Expertos estiman que 15 % de la vegetación autóctona amazónica ya se ha perdido. Foto: The Nature Conservancy

En los próximos 25 años, entre el 10 % y el 47 % de los bosques de la Amazonía podrían llegar a su punto de no retorno, perder su capacidad de recuperación y, además, acelerar el cambio climático.

Es la conclusión del estudio Critical transitions in the Amazon forest system, liderado por científicos brasileños y publicado en Nature en febrero de 2024, que evalúa varias perturbaciones como la deforestación, el aumento de temperaturas, sequías extremas e incendios.

“Puede convertirse en una sabana grande”

Si la Amazonía supera el umbral del 20 % – 25 % de deforestación, podría traducirse en la “muerte regresiva” de todo el ecosistema, teniendo en cuenta que nueve países comparten el territorio: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa, Perú, Surinam y Venezuela.

“El bosque puede convertirse en una sabana grande, con graves consecuencias para todo el planeta”, alertaba en 2018 el artículo Amazon Tipping Point, de los científicos Thomas Lovejoy y Carlos Nobre en la revista Science Advances.

Nobre es uno de los autores del reciente estudio. Seis años atrás, el científico estimaba que el punto de no retorno de la Amazonía podría alcanzarse con un 20 % de degradación.

En agosto de 2021, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) inició una cuenta regresiva para reclamar a los nueve países que comparten la Amazonía que se proteja el 80 % del bosque tropical más grande del globo al año 2025.

Sin embargo, hasta la fecha, 15 % de la vegetación autóctona ya se ha perdido. Y, si las perturbaciones consideradas en la investigación afectaran solo al 10 % de la selva amazónica, el escenario no solo sería devastador, sino que se superaría la cuota estimada en los estudios de Nobre.

Pérdidas irreversibles para el planeta

“El bosque amazónico alberga más del 10 % de la biodiversidad terrestre de la Tierra, además de almacenar una cantidad de carbono equivalente a 15 a 20 años de emisiones globales de CO2, y tiene un efecto de enfriamiento neto (por evapotranspiración) que ayuda a estabilizar el clima de la Tierra” describe el estudio.

Con la degradación del territorio, se podrían liberar emisiones masivas de dióxido de carbono (CO2), lo que traería consecuencias rápidas en todo el planeta, entre ellas el aumento de temperatura, un colapso de la biodiversidad, la extinción de la selva y cambios en el ciclo hidrológico.

Pueblos indígenas en peligro

En la Amazonía, enumera el documento, viven más de 40 millones de personas, donde se incluyen más de 300 etnias indígenas y comunidades afrodescendientes cuyo sistemas de conocimientos y medios de vida se verían afectados por la pérdida de bosques generada por la deforestación o prácticas como la minería ilegal.

Del lado amazónico venezolano, por ejemplo, en las cuencas de los ríos Cuyuní, Caroní y Caura se ha reportado que la contaminación por minería ya ha afectado a las aguas, peces y las poblaciones indígenas humanas.

Según el análisis, las observaciones satelitales de todo el Amazonas sugieren que la “resiliencia” de los bosques ha ido disminuyendo desde principios de la década de 2000, posiblemente como resultado de cambios globales.

Asimismo, los expertos estiman que el incremento de las temperaturas aumentará el estrés térmico, “reduciendo potencialmente la productividad forestal y la capacidad de almacenamiento de carbono y causando daños generalizados a las hojas”.

Por otra parte, encontraron que las sequías en la región amazónica aumentarán en duración e intensidad, y que las sequías excepcionalmente cálidas se volverán más comunes que, a su vez, “irá creando condiciones que probablemente impulsarán otros tipos de perturbaciones, como grandes y destructivos incendios forestales”.

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