El periodismo en Venezuela sufre un cambio de época. Ya mencionamos, en un artículo anterior, sobre cómo el contexto de una Venezuela en crisis genera desafíos para los periodistas y los medios de comunicación. A ello se suman un conjunto de tareas inherentes a una práctica profesional que en el mundo se va transformando de forma acelerada, y que en el caso venezolano tal aceleración diríamos que ha sido cósmica.

Pasamos muy rápidamente a otra época. En Venezuela se vive el resultado palpable de una política oficial, definida en su momento como hegemonía comunicacional.

El chavismo desde el poder impulsó la desaparición acelerada de la prensa escrita en el país, el control sobre los contenidos en la radio y la televisión, junto a entramado que nos coloca como la nación con el peor Internet de las Américas, con una notable desactualización de los equipos de telefonía móvil, siendo estos dos últimos aspectos clave para entender el impacto reducido que tienen los nuevos emprendimientos periodísticos en Venezuela.

La falta de acceso a papel y otros insumos necesarios para imprimir, así como el oscuro cambio de propietarios en algunos consorcios periodísticos, dejó a Venezuela sin referentes informativos de carácter nacional. Murió aquella era en la cual los tradicionales periódicos marcaban la pauta informativa en el país.

Hubo una época en la cual los noticieros de radio y televisión, y las pautas de trabajo de los periodistas se organizaban en torno a lo que publicaban medios impresos como El Nacional y El Universal. Con años de diferencia El Diario de Caracas y Economía Hoy marcaron pautas, y en años más recientes Últimas Noticias tuvo una edad de oro.

La desaparición o anulación de la prensa de referencia no tuvo una sustitución inmediata por otros medios de comunicación con vocación informativa, salvo el caso de Globovisión con sus propietarios anteriores. La televisión con impacto nacional está sencillamente bajo control estricto del poder político, dado el impacto que sigue teniendo en el país.

La mejor manera de no saber lo que ocurre en la Venezuela actual es poner un canal de televisión (Venevisión, Televén, Globovisión, entre otros). Han construido estos medios una suerte de realidad paralela sin informar de manera oportuna y responsable.

La nueva época en Venezuela, de ciudadanos necesitados de información, ha tenido respuestas de diverso tipo. Desde nuevos emprendimientos, que tienen a la cabeza a periodistas reconocidos y con credibilidad en el público, hasta portales que representan otra tapadera para negocios turbios.

Periodistas que informan sin tener propiamente un medio, ciudadanos que también comparten lo que ven y les ocurre. Todo ello forma parte de una suerte de torre de babel. Y tal como en el relato del antiguo testamento, la existencia de muchas lenguas, de personas que no pueden entenderse entre sí, aquello termina siendo un castigo.

Periodismo venezolano y fragmentación informativa

La fragmentación informativa actual, con muchas voces compartiendo información confirmada pero también con otros difundiendo noticias falsas, con la capacidad tecnológica moderna que permite la multiplicación de tales mensajes en cuestión de segundos, termina siendo un océano inmenso. La abundancia de recursos no es sinónimo de que estemos mejor informados hoy.

Para el periodismo venezolano, en tanto, surgen varias tareas a partir de todo lo que hemos mencionado. En primer lugar, es un claro desafío que los nuevos medios digitales surgidos en los últimos años deben pasar a ser referencia informativa. Eso implica mirar la realidad venezolana sin anteojeras, para entender que debe brindarse información por todos los espacios y medios que estén a su alcance.

Las viejas marcas informativas que sobreviven tienen el desafío de sobrevivir. Algunos lo harán con más dignidad que otros, sin duda. Ya veremos en el futuro que queda de aquellas referencias de otrora.

Vivimos una época de reinvención, innovación y emprendimiento. Todo ello desafía directamente al periodismo venezolano.

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