Dos puntos porcentuales creció la tasa de homicidios de 2016 en comparación con el año anterior. Para el cierre de este año, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) registró 604 muertes violentas más que se suman a las estadísticas del país. En su informe a anual, la ONG procesó cifras que muestran cómo la realidad de Venezuela se volvió más cruenta en tan solo un año: Más policías murieron, más personas fueron linchadas y más gente robó producto del hambre.
El OVV proyectó que 2016 cerrará con un total de 28.479 asesinatos, lo que equivale a una tasa de homicidios de 91.8 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. La proyección ubica al país como el segundo más violento del mundo; solo le antecede El Salvador, cuya tasa de este año se estima que sea de 100 muertes por cada 100 mil habitantes.
Un año más violento
“Este 2016 el delito se hizo más violento“, indicó el presidente del OVV, Roberto Briceño León, sobre los resultados arrojados en el informe. Una de las razones es el armamento que utilizan los grupos delictivos para cometer crímenes y hacer frente a los cuerpos policiales.
Como producto de esta guerra entre policías y delincuentes, en 2016 murieron aproximadamente 2.5 policías cada semana. “Esto también ha ocasionado acciones militares y policiales más violentas”, señaló.
La escasez y el desabastecimiento también trajeron consigo nuevos crímenes para este año. Apareció el “delito por hambre” que, aseguró el presidente del observatorio, no solo incluye a quienes roban alimentos por desesperación, sino también a las mafias que involucran la distribución de alimentos, la designación de puestos en las colas y los saqueos.
“También hubo un incremento de los delitos amateurs“, señaló Briceño León, que son aquellos cometidos por personas que no necesariamente encajan en lo que sociológicamente se conoce como delincuente.
Los linchamientos y ajusticiamientos a mano propia también tuvieron su pico este año. De acuerdo con el informe de la ONG, entre 1 y 3 linchamientos son registrados cada semana. La misma situación del país, indicó el presidente del OVV, ha hecho que la gente adopte este tipo de medidas que “anteriormente se tomaban contra individuos que hubiesen cometido algún crimen horrible, como una violación”.
La impunidad y la carencia de un sistema de justicia imparcial también ha pasado factura a la violencia. El sicariato también tuvo un incremento este año y así lo señala el estudio: Entre uno y cuatro asesinatos por “encargo” tienen lugar semanalmente.
Muertes a manos de uniformados
Dentro de los más de 28 mil homicidios se esconden dos cifras que son igual de alarmantes ante los altos índices de inseguridad. Unos 5.281 asesinatos se produjeron como resultado de resistencia a las autoridades. Dentro de esta categoría indicó el presidente del OVV figuran políticas públicas en materia de seguridad como la Operación para la Liberación del Pueblo (OLP) y los “ajusticiamientos” por parte de fuerzas policiales o militares.
En esa misma cifra también se contemplan las muertes que caen en la categoría de “averiguación”. “En este renglón no hay Estado”, denunció la activista de ddhh y educadora Gloria Perdomo. De acuerdo con el informe de la ONG, 4.968 muertes de las proyectadas durante el año no son denunciadas o no tendrán un culpable.
Aunque Caracas sigue siendo la capital más violenta del mundo, este 2016 Aragua figuró como primero en los índices de violencia regional. En segundo y tercer lugar, respectivamente, siguieron Distrito Capital y Miranda.

Estos tres estados se repiten en la lista de homicidios por resistencia a las autoridades. Aragua, en primer lugar, con una tasa de 25,2 muertes por cada 100 mil habitantes. Siguen Miranda y Distrito Capital, con unas tasas correspondientes de 19,7 y 19 asesinatos a manos de las fuerzas de seguridad.
Para Briceño León, 2016 ha sido un año en donde se han producido cambios. Uno de ellos es que la irritabilidad y la agresión muestran una nueva cara de la sociedad venezolana. Cuando todos los mecanismos para buscar comida o para acceder a la seguridad se cierran, aseguró, “entonces ocurre lo que estamos viendo”. “Esto no es irreversible, sino el resultado de políticas públicas equivocadas”, advirtió.
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