Varias organizaciones se concentraron este 7 de abril frente a las sedes de las instituciones europeas en Bruselas para exigir, en el Día Mundial de la Salud, el levantamiento de las patentes de las vacunas contra el COVID-19 por parte de las empresas farmacéuticas que, según los manifestantes, genera un reparto desigual en el acceso al antídoto entre países.
“Las grandes farmacéuticas tienen el monopolio para producir la vacuna. Queremos que otras empresas también puedan y, para eso, tenemos que llevar las patentes”, dijo a Efe la portavoz de la asociación No Profit on Pandemic (No Beneficios en Pandemia), Julie Steendam.
Una propuesta plausible por la Organización Mundial del Comercio (OMC) que cuenta con el apoyo de más de cien países en todo el mundo, pero que la Unión Europea (UE) “está bloqueando” con Estados Unidos, criticó.
No Profit on Pandemic ha puesto en marcha una iniciativa ciudadana, ahora en proceso de recolección de firmas, para que las vacunas y los tratamientos sean considerados un bien público global gratuito y accesible a todos, así como regularizar que las compañías privadas no puedan lucrarse con la pandemia.
Steendam, coordinadora de la iniciativa, añade que para hacerlo posible “es necesario compartir la tecnología”, colaborando entre diversas empresas que faciliten la producción de la misma para salir de esta crisis sanitaria “lo antes posible”.
Frente al Ejecutivo Comunitario, las organizaciones participantes teatralizaron lo que consideran que es la situación actual con los países pobres a un lado, sin nada salvo pancartas, y los ricos, al otro, con muchas vacunas de juguete riéndose de los desfavorecidos.
Al mismo tiempo, pero delante de la Eurocámara, tuvo lugar otra concentración, organizada esta vez por Rise for Clima.
Un evento al que acudió el reconocido economista Riccardo Petrella, profesor emérito de la Universidad de Lovaina, para sumarse a la protesta contra la Unión Europa de la Salud, un proyecto que “no es conveniente” y que hace falta cambiar, señaló a Efe.
Según Petrella, Bruselas “considera la salud una condición necesaria para el crecimiento económico” y hacen política de la salud por su beneficio económico en vez de considerarla un derecho universal.
“Cancelan completamente el concepto de los derechos humanos y de la salud para decir la salud es un servicio económico, un producto comercial que llega con la condición de que pagues”, remarcó el economista italiano.
En su opinión, se ha perdido el concepto de la gratuidad y reconoce que el coste de fabricación de las dosis existe, pero puntualiza que “gratuito significa que los costes son asumidos por la sociedad” a través de la recaudación de impuestos.
Petrella ve en las vacunas contra el coronavirus “un instrumento de apropiación de la salud subordinado a los intereses económicos de un pequeño oligopolio” y defendió que son “bienes comunes” a la merced del mercado.
“Se deben financiar por la vía pública por el interés público y no como se está haciendo, financiadas por lo público para aumentar los beneficios de farmacéuticas privadas y multinacionales”, zanjó.
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