Este 23 de enero, con motivo de los 62 años de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, hubo una sesión especial en el hemiciclo de sesiones del Palacio Federal Legislativo. Pero no la presidida por Juan Guaidó ni la instalada por la mayoría opositora, sino la directiva paralela de Luis Parra y con un polémico orador de orden: el secretario general del partido Soluciones que preside Claudio Fermín, exdirigente de Acción Democrática y exdiputado, Rafael Marín.
Antes de hablar de la jornada histórica de 1958, sus antecedentes y consecuencias, además de hacer numerosas consideraciones políticas, Marín inició su participación con tres peticiones al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ): Que reconozca la legitimidad del Parlamento encabezado por Parra, que levante el desacato y designe a los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE).
«Dado los elementos materiales consignados por la junta directiva ante ese máximo tribunal que se reconozca la legitimidad de esta directiva legítima», instó quien fuera expulsado de las filas del partido blanco hace 15 años, conocido por su personalidad de confrontación en sus tiempos de parlamentario, tanto en el extinto Congreso como en la nueva Asamblea unicameral.
Soluciones es uno de los partidos minoritarios de oposición que están sentados, con Fermín a la cabeza, en la llamada mesa de diálogo con el gobierno de Maduro desde el pasado mes de septiembre.
El secretario del Parlamento, designado por Parra, Negal Morales aseguró que en la cámara había 86 diputados, pero de nuevo en las sillas había personas ajenas al Poder Legislativo y no precisamente se trató de invitados especiales. El número de personas sentadas no superó la cifra de 60. Mientras la bancada de la disidencia mantuvo la asistencia del 21 de enero de 20 parlamentarios.
Durante su discurso, Marín ofreció muchos vaivenes. A ratos brindaba pleno reconocimiento al gobierno de Nicolás Maduro y al resto de los Poderes Públicos y en otros momentos los criticaba con dureza y frases mordaces. Pero no con la crítica de quien aparenta ser adversario al chavismo-madurismo y no lo es, sino la de quien aprovecha la oportunidad, en la tribuna de oradores del Parlamento, para soltar lo que cree son verdades, sin que por ello lo agredan. «Gracias por dejarme expresar mis opiniones con respeto», dijo, dirigiéndose a la bancada pesuvista, específicamente a Francisco Torrealba.
Lo que sí dejó claro desde un inicio fue que no reconoce a Guaidó como presidente del Poder Legislativo y menos como presidente encargado y le hizo un llamado para que con el resto de los parlamentarios «reflexione», acepte la autoridad de Parra y se incorpore a su curul.
«Nicolás Maduro fue electo legítimamente, más allá de lo que digan quienes desde la oposición han actuado como peones de ajedrez», expresó para luego acusar al CNE de favorecer «en ocasiones» a las opciones del oficialismo cada vez que hay comicios.
También alabó aspectos de la Constitución de 1999 como el referendo revocatorio y el consultivo pero le criticó la exacerbación del presidencialismo que hace que el «presidente sea una especie de monarca de origen electoral».
«El Estado socialista no existe en la Constitución, uno lo puede ser en lo individual pero no se lo puede imponer al Estado. Ni este gobierno, ni el de (Hugo) Chávez, fue socialista; son de origen electoral y popular que aprovecharon la bonanza económica para fortalecer una nomenclatura política y económica al margen de los sectores populares».
Añadió que no está de acuerdo con la existencia de la Asamblea Nacional Constituyente y recriminó que ahora haya tres asambleas. «También tenemos dos fiscales, dos contralores, dos TSJ y si no nos ponemos las pilas tendremos pronto dos CNE, uno aquí que organizará elecciones parlamentarias y otro, impuesto por Estados Unidos, las presidenciales», advirtió y dejó sentado que su partido solo apoyaría las Legislativas.
Tras dejar el discurso histórico en un segundo plano, Marín igualmente se refirió a la migración venezolana para advertir el «desmembramiento del país» por la fuga de su recurso humano. «Algo huele mal en Guatemala si hay más de 5 millones de venezolanos que se han ido del país», dijo. Habló de las sanciones internacionales que rechazó y el dominio de grupos paramilitares en la frontera con Colombia, específicamente en el estado Apure, lo cual, alertó, pone en peligro la soberanía del Estado venezolano.
No faltó la alusión al expresidente Chávez para admitir que «tuvo el placer de conocerlo» en su época de teniente coronel, aunque nunca comulgó con sus ideas, aseguró. Esto tras revindicar a Rómulo Betancourt como un demócrata.
A diferencia de los días en los que la mayoría opositora anunció que iría a la sede del Parlamento, los alrededores de Palacio Federal Legislativo se vieron sin alcabalas de la Policía Nacional y sin contingentes de la Guardia Nacional con escudos. Tampoco se observó la presencia de colectivos, al menos no organizados en grupos ni uniformados.
Parra finalizó la sesión agradeciendo a Marín y con la convocatoria a la sesión del martes 28 de enero. La presencia de escoltas fue reforzada a su alrededor tanto en el hemiciclo como al salir rumbo al despacho presidencial.
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Este 23 de enero, con motivo de los 62 años de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, hubo una sesión especial en el hemiciclo de sesiones del Palacio Federal Legislativo. Pero no la presidida por Juan Guaidó ni la instalada por la mayoría opositora, sino la directiva paralela de Luis Parra y con un polémico orador de orden: el secretario general del partido Soluciones que preside Claudio Fermín, exdirigente de Acción Democrática y exdiputado, Rafael Marín.
Antes de hablar de la jornada histórica de 1958, sus antecedentes y consecuencias, además de hacer numerosas consideraciones políticas, Marín inició su participación con tres peticiones al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ): Que reconozca la legitimidad del Parlamento encabezado por Parra, que levante el desacato y designe a los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE).
«Dado los elementos materiales consignados por la junta directiva ante ese máximo tribunal que se reconozca la legitimidad de esta directiva legítima», instó quien fuera expulsado de las filas del partido blanco hace 15 años, conocido por su personalidad de confrontación en sus tiempos de parlamentario, tanto en el extinto Congreso como en la nueva Asamblea unicameral.
Soluciones es uno de los partidos minoritarios de oposición que están sentados, con Fermín a la cabeza, en la llamada mesa de diálogo con el gobierno de Maduro desde el pasado mes de septiembre.
El secretario del Parlamento, designado por Parra, Negal Morales aseguró que en la cámara había 86 diputados, pero de nuevo en las sillas había personas ajenas al Poder Legislativo y no precisamente se trató de invitados especiales. El número de personas sentadas no superó la cifra de 60. Mientras la bancada de la disidencia mantuvo la asistencia del 21 de enero de 20 parlamentarios.
Durante su discurso, Marín ofreció muchos vaivenes. A ratos brindaba pleno reconocimiento al gobierno de Nicolás Maduro y al resto de los Poderes Públicos y en otros momentos los criticaba con dureza y frases mordaces. Pero no con la crítica de quien aparenta ser adversario al chavismo-madurismo y no lo es, sino la de quien aprovecha la oportunidad, en la tribuna de oradores del Parlamento, para soltar lo que cree son verdades, sin que por ello lo agredan. «Gracias por dejarme expresar mis opiniones con respeto», dijo, dirigiéndose a la bancada pesuvista, específicamente a Francisco Torrealba.
Lo que sí dejó claro desde un inicio fue que no reconoce a Guaidó como presidente del Poder Legislativo y menos como presidente encargado y le hizo un llamado para que con el resto de los parlamentarios «reflexione», acepte la autoridad de Parra y se incorpore a su curul.
«Nicolás Maduro fue electo legítimamente, más allá de lo que digan quienes desde la oposición han actuado como peones de ajedrez», expresó para luego acusar al CNE de favorecer «en ocasiones» a las opciones del oficialismo cada vez que hay comicios.
También alabó aspectos de la Constitución de 1999 como el referendo revocatorio y el consultivo pero le criticó la exacerbación del presidencialismo que hace que el «presidente sea una especie de monarca de origen electoral».
«El Estado socialista no existe en la Constitución, uno lo puede ser en lo individual pero no se lo puede imponer al Estado. Ni este gobierno, ni el de (Hugo) Chávez, fue socialista; son de origen electoral y popular que aprovecharon la bonanza económica para fortalecer una nomenclatura política y económica al margen de los sectores populares».
Añadió que no está de acuerdo con la existencia de la Asamblea Nacional Constituyente y recriminó que ahora haya tres asambleas. «También tenemos dos fiscales, dos contralores, dos TSJ y si no nos ponemos las pilas tendremos pronto dos CNE, uno aquí que organizará elecciones parlamentarias y otro, impuesto por Estados Unidos, las presidenciales», advirtió y dejó sentado que su partido solo apoyaría las Legislativas.
Tras dejar el discurso histórico en un segundo plano, Marín igualmente se refirió a la migración venezolana para advertir el «desmembramiento del país» por la fuga de su recurso humano. «Algo huele mal en Guatemala si hay más de 5 millones de venezolanos que se han ido del país», dijo. Habló de las sanciones internacionales que rechazó y el dominio de grupos paramilitares en la frontera con Colombia, específicamente en el estado Apure, lo cual, alertó, pone en peligro la soberanía del Estado venezolano.
No faltó la alusión al expresidente Chávez para admitir que «tuvo el placer de conocerlo» en su época de teniente coronel, aunque nunca comulgó con sus ideas, aseguró. Esto tras revindicar a Rómulo Betancourt como un demócrata.
A diferencia de los días en los que la mayoría opositora anunció que iría a la sede del Parlamento, los alrededores de Palacio Federal Legislativo se vieron sin alcabalas de la Policía Nacional y sin contingentes de la Guardia Nacional con escudos. Tampoco se observó la presencia de colectivos, al menos no organizados en grupos ni uniformados.
Parra finalizó la sesión agradeciendo a Marín y con la convocatoria a la sesión del martes 28 de enero. La presencia de escoltas fue reforzada a su alrededor tanto en el hemiciclo como al salir rumbo al despacho presidencial.