La visita no oficial del senador Bob Corker a Venezuela levantó dudas y es leída desde diferentes aceras. Algunos la catalogaron como un saludo a la bandera, otros creen que puede influir en un cambio, aunque sea leve, en las relaciones entre Caracas y Washington.
Durante su breve estancia en el país se reunió con el mandatario venezolano, diplomáticos, dirigentes de un sector de la oposición y periodistas.
Acudí a una reunión privada por una invitación de la oficina del senador y del Grupo de Boston. Entre otras personas estaban los periodistas Nelson Bocaranda Sardi, Vladimir Villegas, Kiko Bautista y el embajador Emilio Figueredo, experto en el tema Guyana y el Esequibo.
El senador Bob Corker llegó a eso de las 10:00 am a esta reunión con un grupo de 13 periodistas y opinadores, como parte de una agenda de encuentros durante su visita no oficial a Venezuela. La reunión fue en uno de los salones del hotel Marriot, en Caracas.
En este encuentro Corker estuvo acompañado de Caleb Mc. Carry, un hombre clave que negoció la liberación de Joshua Holt, el estadounidense que estuvo preso hasta el pasado mes de mayo en Venezuela y por 23 meses, por presunta conspiración.
Corker, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de EEUU, dejó claro que no vino a abrir ningún canal de diálogo entre gobierno u oposición, pero sí a escuchar y ver. También dijo que no pretendía ser facilitador ni mediador, que ese no era su rol.
El parlamentario destacó cómo la crisis humanitaria y el éxodo de los venezolanos ha hecho que en Washington se vea más aún la situación de Venezuela.
Habló poco y escuchó mucho. En mi caso, me concentré en la situación de la libertad de expresión, algo que no es secreto. También insistí en saber su percepción sobre la relación Venezuela, China, Rusia y Turquía, así como la doctrina del “deber de proteger” que han esgrimido en el seno de la OEA algunos actores de la oposición venezolana y el propio secretario general del foro de países americanos, Luis Almagro.
No hubo respuestas directas. Apenas algo como de todo eso se está hablando en Washington.
La visita del senador fue iniciativa del Grupo de Boston (GDB), una plataforma binacional y polipartidista que surgió en 2000 como un grupo de amistad entre parlamentarios de ambos países, con el apoyo de ambos gobiernos.
Luego del golpe de Estado contra Hugo Chávez, en 2002, el grupo subió de perfil con actividades en Washington.
La instancia estaba en estado de hibernación y ha empezado a reactivarse debido, entre otras cosas, a las urgencias del gobernador del estado Carabobo, Rafael Lacava, que empezó a buscar canales de conversación con factores del Gobierno de Estados Unidos.
El ex diputado venezolano ( Proyecto Venezuela) Pedro Díaz Blum, uno de los fundadores del GDB, fue el anfitrión de esta reunión. También comentó que no era ni el interés ni el papel del GDB que se establezca alguna negociación, pero sí comentó que los factores políticos siempre deben tener un espacio para hablar, sin que ello signifique ningún compromiso ni exponer los principios.
“Es solo una instancia de la política”.
El interés de Lacava, respaldado por el Gobierno de Nicolás Maduro, es que debido a las sanciones impuestas por EEUU le cuesta realizar transacciones financieras. A diferencia de lo que ocurre con las sanciones aplicadas por Canadá y la Unión Europea.
Corker había acudido la noche del domingo a una cita con el presidente venezolano, Nicolás Maduro en una zona montañosa (luego se supo que era en Fuerte Tiuna). Estuvieron, entre otros, Cilia Flores, Delcy Rodríguez y el propio Lacava. “Encontré a un hombre con quien se podía hablar” comentó luego desde EEUU.
Durante su corta permanencia, el parlamentario se reunió con diplomáticos, con algunos opositores llevó una agenda totalmente privada organizada por la embajada de EEUU en Venezuela. Antes de partir, participó en un almuerzo con algunos integrantes del grupo de Boston, entre ellos, Carlos Valero y del lado del gobierno, Héctor Rodríguez y Desiree Santos Amaral.
Justo al final de su visita, se informó de la muerte por presunto suicidio del concejal Fernando Albán. Corker dijo en su cuenta de Twitter que el gobierno venezolano tiene la responsabilidad de explicar cómo esto pudo ocurrir.
Corker no va a la reelección. Aunque es republicano no es cercano al presidente Donald Trump, por eso algunos dudan que su visita y su conversación con Maduro pueda influir en un cambio de la política externa de EEUU hacia Venezuela.
Ya en los Estados Unidos declaró: “Fuimos allá para tener una idea de cómo avanzar y hay un par de opciones. Una opción es seguir haciendo exactamente lo que estamos haciendo, y quizás haya otra opción o dos«.
El senador tiene pautada una reunión con Mike Pompeo para discutir los detalles de su viaje a Venezuela.
El gobierno venezolano ha intentado abrir vías para conversar con Washington y busca flexibilizar las sanciones para tener posibilidades de oxigenarse financieramente.
Hasta ahora los intentos no han fructificado.
Foto: EFE
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La visita no oficial del senador Bob Corker a Venezuela levantó dudas y es leída desde diferentes aceras. Algunos la catalogaron como un saludo a la bandera, otros creen que puede influir en un cambio, aunque sea leve, en las relaciones entre Caracas y Washington.
Durante su breve estancia en el país se reunió con el mandatario venezolano, diplomáticos, dirigentes de un sector de la oposición y periodistas.
Acudí a una reunión privada por una invitación de la oficina del senador y del Grupo de Boston. Entre otras personas estaban los periodistas Nelson Bocaranda Sardi, Vladimir Villegas, Kiko Bautista y el embajador Emilio Figueredo, experto en el tema Guyana y el Esequibo.
El senador Bob Corker llegó a eso de las 10:00 am a esta reunión con un grupo de 13 periodistas y opinadores, como parte de una agenda de encuentros durante su visita no oficial a Venezuela. La reunión fue en uno de los salones del hotel Marriot, en Caracas.
En este encuentro Corker estuvo acompañado de Caleb Mc. Carry, un hombre clave que negoció la liberación de Joshua Holt, el estadounidense que estuvo preso hasta el pasado mes de mayo en Venezuela y por 23 meses, por presunta conspiración.
Corker, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de EEUU, dejó claro que no vino a abrir ningún canal de diálogo entre gobierno u oposición, pero sí a escuchar y ver. También dijo que no pretendía ser facilitador ni mediador, que ese no era su rol.
El parlamentario destacó cómo la crisis humanitaria y el éxodo de los venezolanos ha hecho que en Washington se vea más aún la situación de Venezuela.
Habló poco y escuchó mucho. En mi caso, me concentré en la situación de la libertad de expresión, algo que no es secreto. También insistí en saber su percepción sobre la relación Venezuela, China, Rusia y Turquía, así como la doctrina del “deber de proteger” que han esgrimido en el seno de la OEA algunos actores de la oposición venezolana y el propio secretario general del foro de países americanos, Luis Almagro.
No hubo respuestas directas. Apenas algo como de todo eso se está hablando en Washington.
La visita del senador fue iniciativa del Grupo de Boston (GDB), una plataforma binacional y polipartidista que surgió en 2000 como un grupo de amistad entre parlamentarios de ambos países, con el apoyo de ambos gobiernos.
Luego del golpe de Estado contra Hugo Chávez, en 2002, el grupo subió de perfil con actividades en Washington.
La instancia estaba en estado de hibernación y ha empezado a reactivarse debido, entre otras cosas, a las urgencias del gobernador del estado Carabobo, Rafael Lacava, que empezó a buscar canales de conversación con factores del Gobierno de Estados Unidos.
El ex diputado venezolano ( Proyecto Venezuela) Pedro Díaz Blum, uno de los fundadores del GDB, fue el anfitrión de esta reunión. También comentó que no era ni el interés ni el papel del GDB que se establezca alguna negociación, pero sí comentó que los factores políticos siempre deben tener un espacio para hablar, sin que ello signifique ningún compromiso ni exponer los principios.
“Es solo una instancia de la política”.
El interés de Lacava, respaldado por el Gobierno de Nicolás Maduro, es que debido a las sanciones impuestas por EEUU le cuesta realizar transacciones financieras. A diferencia de lo que ocurre con las sanciones aplicadas por Canadá y la Unión Europea.
Corker había acudido la noche del domingo a una cita con el presidente venezolano, Nicolás Maduro en una zona montañosa (luego se supo que era en Fuerte Tiuna). Estuvieron, entre otros, Cilia Flores, Delcy Rodríguez y el propio Lacava. “Encontré a un hombre con quien se podía hablar” comentó luego desde EEUU.
Durante su corta permanencia, el parlamentario se reunió con diplomáticos, con algunos opositores llevó una agenda totalmente privada organizada por la embajada de EEUU en Venezuela. Antes de partir, participó en un almuerzo con algunos integrantes del grupo de Boston, entre ellos, Carlos Valero y del lado del gobierno, Héctor Rodríguez y Desiree Santos Amaral.
Justo al final de su visita, se informó de la muerte por presunto suicidio del concejal Fernando Albán. Corker dijo en su cuenta de Twitter que el gobierno venezolano tiene la responsabilidad de explicar cómo esto pudo ocurrir.
Corker no va a la reelección. Aunque es republicano no es cercano al presidente Donald Trump, por eso algunos dudan que su visita y su conversación con Maduro pueda influir en un cambio de la política externa de EEUU hacia Venezuela.
Ya en los Estados Unidos declaró: “Fuimos allá para tener una idea de cómo avanzar y hay un par de opciones. Una opción es seguir haciendo exactamente lo que estamos haciendo, y quizás haya otra opción o dos«.
El senador tiene pautada una reunión con Mike Pompeo para discutir los detalles de su viaje a Venezuela.
El gobierno venezolano ha intentado abrir vías para conversar con Washington y busca flexibilizar las sanciones para tener posibilidades de oxigenarse financieramente.
Hasta ahora los intentos no han fructificado.
Foto: EFE