“La OEA está detrás del golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia”. Así lo afirmó la noche de este domingo, 10 de noviembre, el gobernante venezolano, Nicolás Maduro, como también lo sugirió el propio dirigente indígena al dimitir al cargo que ejerció durante los últimos 14 años.
Maduro hizo un contacto telefónico con la rueda de prensa del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), que encabezó el primer vicepresidente de esta organización Diosdado Cabello desde Caracas, donde anunció que activarán “la resistencia para salvar a Evo, la resistencia contra el fascismo”, resaltó.
Aunque el informe de la auditoría de las elecciones bolivianas del 20 de octubre, que elaboró la Organización de Estados Americanos (OEA), comprobó irregularidades en la transmisión de los resultados preliminares y el cómputo final, entre otros hechos que calificaron “graves”, el gobernante chavista refutó este documento y añadió que “la OEA no pudo demostrar nada”.
Y añadió que “la OEA ha apuñalado a Evo Morales por la espalda y está detrás del golpe de Estado en Bolivia, así lo denuncio ante el mundo”.
Alertó que la vida de Evo Morales “está en peligro” y manifestó que el líder indígena era “el presidente que más trabajaba en el mundo”, por lo que le “tenían envidia” al haber logrado la transformación económica y social del país andino.
También le envió un mensaje a la oposición a su gestión, que es desconocida por más de 50 países del mundo. “No se equivoquen, no saquen cálculo falsos. Si se comen la luz actuaremos apegados a la Constitución, de manera firme y total para defender el derecho a la paz, la convivencia, la democracia y la felicidad del pueblo… no se equivoquen miren que este golpe de Estado nos eleva aún más la fortaleza combativa”.
Más temprano, Maduro publicó en su Twitter el siguiente mensaje: “condenamos categóricamente el golpe de Estado consumado contra el hermano presidente Evo Morales. Los movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos víctimas del racismo”.
Morales renunció a la presidencia la tarde de este domingo 10 de noviembre, después de que las Fuerzas Armadas la Policía Boliviana le pidieran en sendos comunicados su salida del Ejecutivo, para garantizar el retorno a la normalidad en el país.
Bolivia sufre desde hace 19 días protestas, paros y movilizaciones, tras conocerse los resultados de las elecciones del 20 de octubre que dieron como ganador a Morales para un cuarto periodo presidencial.
Sin embargo, la oposición encabezada por el candidato de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa y el líder cívico de Santa Cruz, Luis Fernando Calderón, denunciaron un fraude ya que la paralización de la transmisión de los resultados electorales preliminares y después el cómputo final, dieron el triunfo en primera vuelta a Morales.
En Bolivia para ganar la presidencia se necesita que el candidato obtenga más de 50% de los votos en la primera vuelta o 40 % y una diferencia por encima del 10 % sobre sus rivales; aunque los resultados del Tribunal Supremo Electoral certificaron el triunfo, los opositores denunciaron irregularidades.
Esto paralizó al país y llevó a Morales a aceptar una auditoría técnica de la Organización de Estados Americanos (OEA), que este domingo presentó un informe preliminar sobre el proceso.
Los auditores concluyeron que hubo irregularidades graves en la transmisión de resultados, tanto preliminares como finales, que dieron una victoria al mandatario pero que no correspondía con la tendencia estadística y por ello recomendaron convocar nuevas elecciones con la renovación de las autoridades electorales.
Y Morales acató la recomendación, la mañana de este domingo, al llamar a nuevas elecciones y pedir el cambio de los voceros del órgano electoral, que resultó insuficiente ante la pérdida de apoyo de las fuerzas militares y policiales, así como el pedido opositor de que ni él ni su vicepresidente Álvaro García Linera, participaran esos comicios.
Desde la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela, Bolivia fue uno de los aliados principales de su gestión y después uno de los pocos en mantenerse firme en darle a su respaldo a Nicolás Maduro, desde su elección en 2013 y su cuestionada reelección en 2018, un evento que no reconocen más de 50 países ni organizaciones como la Unión Europea.