En el edificio del secretariado de las Naciones Unidas (ONU) todos hablaban de la visita del presidente Nicolás Maduro. Rumores no faltaron en los pasillos del edificio después de que se confirmara que el mandatario nacional viajaría a la ciudad de Nueva York para hablar sobre “la verdad” de lo que ocurre en Venezuela. Especialmente después de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dijera que está dispuesto a reunirse con su homólogo venezolano.

La intervención de Venezuela se esperaba para las 5:00 pm de este miércoles, 26 de septiembre; pero no fue sino a las 7:40 pm cuando el jefe de Estado se subió al podio. Justo después de su discurso estaba convocada una rueda de prensa con medios internacionales en una de las salas de conferencias del edificio. Todos le pisaban los talones.

Maduro se sentó en el puesto de Venezuela a las 5:40 pm, que permaneció vacío durante la apertura de la 73º Asamblea General de la ONU, el mismo día en el que Brasil, Estados Unidos y Ecuador dieron los primeros discursos e hicieron referencia a la crisis que atraviesa el país.

El mandatario llegó dos horas antes de su intervención con una comitiva de aproximadamente 17 personas. No había suficiente espacio para sentarse en las sillas de acompañantes que dispone una misión diplomática, por lo que ocuparon los asientos de Bután, Benín, Chipre y Cuba.

En el grupo se encontraban la primera dama, Cilia Flores, y el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, dos de los funcionarios recientemente sancionados por el Gobierno de los Estados Unidos.

Los otros puestos los ocupaban miembros de la misión diplomática venezolana ante las Naciones Unidas, entre ellos el embajador Samuel Moncada, y el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, quien nunca llegó a confirmar la visita del mandatario pese a haber ofrecido declaraciones a los medios los días lunes 24 y martes 25 de septiembre.

Antes de su intervención, delegados de distintas misiones diplomáticas se acercaban al presidente Maduro para saludarlo o tomarse una foto. Solo en una ocasión se levantó de su puesto. Fue para acercarse al mandatario hondureño, Juan Orlando Hernández, luego de que ofreciera su discurso.

Cuando el Presidente fue llamado al podio, quedaban poca audiencia en la sala. Los países del Caribe y aliados del Gobierno, como Nicaragua y Bolivia, esperaron a que el mandatario terminara su discurso para retirarse de la sala.

Estas mismas delegaciones aplaudieron al presidente cuando se subió al podio, algo que no se acostumbra a hacer antes de que los jefes de Estado se dirijan a la Asamblea General. Estos también vitorearon cuando se refirió a la doctrina Monroe y cuando criticó los ataques de Estados Unidos. Unos asentían, otros tomaban fotos. Un delegado de Granada golpeó varias veces la mesa en la que estaba sentado en señal de apoyo.

Los países detractores del Gobierno escuchaban con atención al gobernante. Canadá, Estados Unidos, Colombia, Chile, Ecuador y Argentina estuvieron presentes en la sala durante el discurso. Algunos solo con un representante diplomático.

Apenas finalizó el discurso, los países aliados al Gobierno se levantaron y salieron de la sala de golpe. El tiempo reglamentario que recomienda las Naciones Unidas para cada alocución es de 15 minutos, pero la alocución de Maduro se extendió por más de 45.

Inmediatamente, la prensa internacional fue hasta la sala de conferencias. A su llegada a la ONU, Maduro no respondió ninguna de las preguntas que le hicieron en el pasillo de la entrada, por el que se accede a la Asamblea General.

La prensa esperó por más de media hora a que el Presidente llegara. Algunos intentaron contactar a un delegado de la misión diplomática venezolana para confirmar si el encuentro seguía en pie. Acto seguido, un vocero de la ONU anunció que el Gobierno venezolano canceló la conferencia porque al Presidente le surgió un compromiso de “último minuto”.

Mientras la prensa esperaba en la sala de conferencias, Maduro salió por la entrada principal, sin nadie que le hiciera preguntas. Solo había un camarógrafo, que guardaba un papel con una pregunta traducida en español para hacérsela al mandatario venezolano cuando pasara.

“Se burlaron de nosotros”, expresó un periodista cuando pidieron desalojar la sala de conferencias. Maduro ya estaba lejos del edificio para entonces. Ya se encontraba en el barrio de Harlem para un acto de la delegación cubana.

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