Además de la repetida fotografía sobre la percepción país, el apoyo a la oposición y el deterioro de la imagen de Maduro, el estudio reciente de Ivad, realizado entre el 8 y 16 de agosto, muestra la erosión del liderazgo del presidente, de su gobierno y la firme convicción, incluso entre chavistas, de que es necesario un cambio.

Veamos: 87% ve negativa la situación del país, 81% ubica como primer problema el desabastecimiento, 48,6% lo ve como su principal problema personal, mientras 20% cree que su principal problema es el alto costo de la vida. 18% responde en este renglón la inseguridad. 48% señala al gobierno como responsable del desabastecimiento, 14% lo atribuye directamente a Maduro. 

Estos números coinciden con los ofrecidos una semana atrás por Datanalisis.

Vale indicar que en anteriores ocasiones tanto los estudios de Ivad como Datanalisis  han sido percibidos como sesgados a favor del gobierno, aunque el tiempo se ha encargado de corroborar sus hallazgos.

Ahora revisemos los siguientes  indicadores:

76,7% no tiene confianza en que el gobierno del presidente Maduro pueda resolver estos problemas, e incluso, dentro del exiguo 20,9% que declara confianza, es decir, que son la base dura del gobierno, hay 6,2% que linda con la desconfianza.  69,4% no cree que la crisis se deba a la guerra económica denunciada por el Ejecutivo y además 83,7% cree que el gobierno es corrupto. Solo 8,3%% cree que es honesto. Respecto a qué debería hacer el presidente Maduro, 41% cree que debería renunciar y convocar a nuevas elecciones, mientras que 68,3% cree que este gobierno no es democrático. Ya para rematar, si las elecciones presidenciales fuesen hoy y se presentara Maduro 69,2% votaría en contra y solo 18% a favor. En consolidado, el Bloque Oficialista se ubica en 23% y el opositor en 68,5%.

Sobre la próxima Asamblea Nacional 48% quiere que sea mayoría opositora y 34% cree que si gana la oposición sería un buen cambio.  Además 48% cree que el gobierno va a perder las elecciones del 6D. 26% cree que hay que esperar las elecciones del 6D para que se produzcan los cambios necesarios.

En cuanto a la imagen de las instituciones, la empresa privada (75%) la Iglesia (72%) y los medios privados de comunicación (68%) encabezan las instituciones más apreciadas. Un dato relevante es que los partidos políticos tienen 54% de imagen positiva.

De resto,  todas las instituciones salen con una imagen desfavorable. La peor la tiene el CNE ( 62,8%), seguida por la Fiscalía ( 61,9%) y la Asamblea Nacional (60%). La Fuerza Armada y los medios públicos tienen 57% de imagen negativa.

En contraste, la MUD sale con 62,1 % de percepción positiva, frente a 34,8% negativa, lo cual también señala que mantiene un apoyo sólido, aunque se puede inferir que entre quienes evalúan mal a esta coalición también hay opositores.

¿Qué podemos leer de estos indicadores?

En mi opinión son señales de alerta. Primero ya está consolidada la percepción de que el gobierno no es capaz de resolver los problemas del país, si una sociedad no confía en sus gobernantes se abre espacio para que ocurra cualquier cosa. Hasta ahora sólo la esperanza de las elecciones parece contener el descontento. Luego, la imagen del presidente Maduro no solo está deteriorada entre los que se le oponen y aquellos que pueden declararse chavistas no maduristas -esto es inferencia-, sino que incluso dentro de base dura ya cala su mala imagen (esto no es inferencia, lo afirmo sobre la base de los números en el indicador confianza).

Otra lectura es que hasta los que apoyan la gestión perciben al gobierno como corrupto.

Y me atrevo a ir más allá. Por primera vez en un proceso electoral en estos últimos años coinciden la intención de voto con la percepción de ganador. Es decir, los opositores que van a votar están a su vez convencidos de que van a ganar al igual que la mayoría, aunque esto no implique que todos voten, no obstante, esta confianza podría estimular el voto no chavista. Otro aspecto que me parece relevante, es que con la percepción de corrupción y la mala imagen de las instituciones que hay, si los resultados del #6D no se corresponden con las expectativas de la mayoría, la sensación de fraude podría ser alta. De allí que sea importante que muchos ojos validen el proceso.

Estos números por cierto se parecen cada vez  más a los que precedieron a la elección de Hugo Chávez, entre 1995 y 1998. Aunque no se puede hacer paralelismo del todo, la crisis general  de los 90 combinó crisis económica, con crisis política y un fuerte deseo de cambio en la sociedad.

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