En Estados Unidos hay un término para describir a los conservadores que están a favor del intervencionismo, la opción militar agresiva -aunque no necesariamente la guerra- y el libre mercado sin restricciones; son conocidos como «halcones«. Y el mote que aparece con más frecuencia para definir al nuevo enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliot Abrams, es «halcón«.
Este nombre surge en contraposición a las «palomas», como califican a quienes tienen una aproximación más pacifista hacia los conflictos.
Este diplomático (1948), abogado y político, fue un estratega designado por los presidentes estadounidenses, Ronald Reagan y George W. Bush como asesor en política internacional. En ambas ocasiones su gestión estuvo marcada por la controversia, pero quizás ese término no sea lo suficientemente ilustrativo de este personaje, que ahora vuelve a la palestra pública de la mano de Donald Trump.
«Elliot será una verdadera baza en nuestra misión de ayudar a los venezolanos a restaurar completamente la democracia y prosperidad en su país», dijo el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, al anunciar su nombramiento y aseguró que lo acompañaría en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se llevó a cabo este sábado 26 de enero.
Sobre su designación, el diplomático afirmó «es bueno estar de vuelta» y para referirse a la crisis que vive Venezuela dijo que «es difícil y peligrosa» y agregó «estoy ansioso por empezar a trabajar en esto».
«Abrams es recordado por los días en los que fue asistente del secretario de Estado durante la administración Reagan y por su condena en 1991, entre otras cosas, por haber ocultado información al Congreso sobre el asunto Irán-Contras. Posteriormente, fue indultado por el presidente George Bush», dice sobre él un perfil publicado en el The New York Times.
Este conflicto surge al descubrirse que un funcionario de seguridad (Oliver North) vendía armas israelíes a Irán a cambio de la liberación de seis rehenes estadounidenses secuestrados por Hezbolá.
Parte del dinero de las ventas fue desviado para apoyar a los Contras que llevaban adelante un plan para derrocar el gobierno sandinista en Nicaragua. El Congreso de Estados Unidos había prohibido la intervención de su gobierno en el asunto de los Contras por su participación en violación de derechos humanos.
Abrams calificó el proceso que se siguió en su contra como «kafkiano» y calificó a los fiscales «asquerosos bastardos» y «serpientes».
Además, es recordado por su participación en Centroamérica, pero sobre todo cuando intentó desestimar una masacre ocurrida en El Salvador, cometida por los escuadrones de la muerte de Estados Unidos. En ese momento era Secretario de Estado para los Derechos Humanos, según reporta el diario The Guardian.
Abrams era un iracundo opositor de Barack Obama. En 2014, cuando su administración decidió normalizar las relaciones con Cuba expresó su desacuerdo abiertamente, advirtiendo que traería repercusiones en las relaciones con Medio Oriente y Asia.
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Este nombre surge en contraposición a las «palomas», como califican a quienes tienen una aproximación más pacifista hacia los conflictos.
Este diplomático (1948), abogado y político, fue un estratega designado por los presidentes estadounidenses, Ronald Reagan y George W. Bush como asesor en política internacional. En ambas ocasiones su gestión estuvo marcada por la controversia, pero quizás ese término no sea lo suficientemente ilustrativo de este personaje, que ahora vuelve a la palestra pública de la mano de Donald Trump.
«Elliot será una verdadera baza en nuestra misión de ayudar a los venezolanos a restaurar completamente la democracia y prosperidad en su país», dijo el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, al anunciar su nombramiento y aseguró que lo acompañaría en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se llevó a cabo este sábado 26 de enero.
Sobre su designación, el diplomático afirmó «es bueno estar de vuelta» y para referirse a la crisis que vive Venezuela dijo que «es difícil y peligrosa» y agregó «estoy ansioso por empezar a trabajar en esto».
«Abrams es recordado por los días en los que fue asistente del secretario de Estado durante la administración Reagan y por su condena en 1991, entre otras cosas, por haber ocultado información al Congreso sobre el asunto Irán-Contras. Posteriormente, fue indultado por el presidente George Bush», dice sobre él un perfil publicado en el The New York Times.
Este conflicto surge al descubrirse que un funcionario de seguridad (Oliver North) vendía armas israelíes a Irán a cambio de la liberación de seis rehenes estadounidenses secuestrados por Hezbolá.
Parte del dinero de las ventas fue desviado para apoyar a los Contras que llevaban adelante un plan para derrocar el gobierno sandinista en Nicaragua. El Congreso de Estados Unidos había prohibido la intervención de su gobierno en el asunto de los Contras por su participación en violación de derechos humanos.
Abrams calificó el proceso que se siguió en su contra como «kafkiano» y calificó a los fiscales «asquerosos bastardos» y «serpientes».
Además, es recordado por su participación en Centroamérica, pero sobre todo cuando intentó desestimar una masacre ocurrida en El Salvador, cometida por los escuadrones de la muerte de Estados Unidos. En ese momento era Secretario de Estado para los Derechos Humanos, según reporta el diario The Guardian.
Abrams era un iracundo opositor de Barack Obama. En 2014, cuando su administración decidió normalizar las relaciones con Cuba expresó su desacuerdo abiertamente, advirtiendo que traería repercusiones en las relaciones con Medio Oriente y Asia.
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