El enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliot Abrams, afirmó que su país destruirá cualquier posible envío de misiles iraníes a Venezuela.

En una entrevista exclusiva con la cadena Fox News, el funcionario de la administración de Donald Trump, aseguró que “la transferencia de misiles de largo alcance de Irán a Venezuela no es aceptable para Estados Unidos y no será tolerada ni permitida”.

Aunque Abrams no dijo que se produjese en el corto tiempo un envío de esta naturaleza, alertó que la proximidad entre Venezuela e Irán les permitiría a los gobernantes de los dos países negociar sobre compra de armamento.

“Irán ha anunciado su intención de participar en la venta de armas, y Venezuela es un objetivo obvio porque esos dos regímenes parias ya tienen una relación”, afirmó Abrams a Fox News.

Lazos entre Venezuela e Irán

El gobierno de la república islámica ha estrechado sus relaciones con el chavismo desde que llegó al poder Hugo Chávez en el año de 1999.

Con Nicolás Maduro se han mantenido y reforzado los lazos económicos, especialmente en los últimos meses con el envío de gasolina iraní a territorio venezolano, para ayudar a la administración chavista a impedir la paralización de su poca actividad económica por la escasez de gasolina, que se da ante la paralización de las refinerías, la escasa producción petrolera y las sanciones de Estados Unidos contra Pdvsa.

“Irán ha enviado misiles a los hutíes, por lo que sabemos que están listos, dispuestos y capaces de enviarlos a Venezuela y otros posibles compradores”, añadió Abrams, quien agregó que “cada entrega de armas iraníes desestabiliza a América del Sur y el Caribe, y es especialmente peligrosa para los vecinos de Venezuela en Brasil, Colombia y Guyana”.

Incluso Estados Unidos decomisó varios tanqueros con gasolina que Irán había enviado a Venezuela el pasado mes de agosto. Aunque en principio tanto Teherán como Caracas rechazaron que cuatro tanqueros vinieran a los puertos venezolanos, terminaron reconociendo el decomiso de esa gasolina que fue a parar a Houston, Texas.

El pasado 13 de agosto, el Departamento de Justicia de EEUU informó en un comunicado que confiscó “aproximadamente 1,1 millones de barriles de gasolina”.