Frederik De Klerk, expresidente de Sudáfrica y Nobel de la Paz 1993 reconoce lo difícil de la situación de Venezuela. Con una frase firme y contundente afirma que «los líderes necesitan sentarse en una mesa sin demasiadas precondiciones«.

De Klerk, sostuvo un encuentro la noche del jueves 19 de septiembre, con el mandatario mexicano Andrés López Obrador en Mérida (Yucatán) en el marco de la XVII Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz que se celebra en esa región.

Al referirse a la crisis de Venezuela, cerró filas en la necesidad de que los involucrados se digan «tenemos que salvar a nuestra población, cambiar nuestra Constitución y así poder avanzar. Deben identificar el potencial de Venezuela, que ahora ha sido destruido».

El político, reconocido por su contribución al fin al régimen racista del apartheid, también habló con la prensa. Le dijo al medio español El País  que lo de Venezuela «es una tragedia».

En entrevista publicada por este  medio español  sostiene que la salida en el país  es un «diálogo contundente y significativo» entre los actores que intervienen en la crisis.

«Deben hacer lo que mi partido hizo, que es llevar a cabo soluciones significativas, tratar las causas (de la crisis) de raíz», que en su caso era el apartheid, la discriminación racial.

Klerk asumió la presidencia de un país que era una caldera, pero logró impulsar acciones para enterrar la herencia de segregación racial, derogando viejas leyes racistas y liberando a los líderes negros encarcelados, entre ellos Nelson Mandela, que luego se convirtió en el presidente del país, con De Klerk como vicepresidente.

Se logró un difícil acto de reconciliación, cuyo éxito aún es admirado en el mundo. Esta misma reconciliación es la que propone como punto principal de agenda que a su juicio deben tener los líderes: el racismo,  se debe erradicar con «reconciliación».

«Es parte de la solución de los problemas que tenemos. Sudáfrica ha mostrado el camino, y particularmente Nelson Mandela. Pero no es solo reconciliación a nivel nacional, sino de raíz, porque tenemos que aprender a vivir entendiendo que somos distintos. La reconciliación es parte de la solución para hacer que un mundo sea un lugar mejor»- afirmó.

En su país se dio «una situación poco natural en la que una minoría reinaba contra la mayoría. Cambiamos eso hasta que aceptamos que el apartheid estaba equivocado».  Luego-dice- aceptar el fracaso de ese modelo que los colocó en un sitio que «moralmente» no podían defender. 

Comenzaron en ese tiempo a pensar en ser inclusivos, entender que todos tenían que tener los mismos derechos para votar y aprobar una fuerte constitución que previniera que un solo grupo domine sobre los demás; que no haya discriminación nuevamente

Deben ceder ambas partes

Para De Krerk es en este tipo de negociaciones donde «ambas partes deben ceder», es lo que recomienda para Venezuela, porque teme que si no se logra un acuerdo pronto, la «tragedia» puede terminar en forma «catastrófica».

En base a su experiencia y la propia historia, sostuvo que «la lección más importante es que si deseas evitar una catástrofe, la violencia y que las personas mueran, debes sentarte a negociar, tener un diálogo contundente y significativo».

Al hablar con la prensa, el viernes, dedicó parte de sus reflexiones al populismo que amenaza a las democracias de Europa y América Latina.

Reconoce que «el mundo se encuentra en un lugar muy negativo, la democracia se está desmoronando. Hay motivos para estar preocupados por lo que está pasando en muchas partes del mundo».

También sostuvo que son tres grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad y que amenazan la superviviencia: el racismo, la pobreza y el cambio climático. 

Al ser consultado sobre si se puede lograr esa reconciliación a la que hace referencia con el auge del populismo, con partidos extremistas ocupando importantes cuotas de poder, el político admite que la situación actual es un “problema” que se recrudece con la llegada de migrantes que huyen de la miseria y la violencia desde África o Latinoamérica y que buscan refugio en Estados Unidos y Europa.

Sobre la migración también asumió una postura contundente. Europa deberá asimilar a los migrantes, afirma, sobre todo porque la población europea se reduce y esa reducción golpeará la economía del continente.

“Tenemos que tener políticas para los migrantes, pero también tenemos que poner adelante los intereses del país. Necesitamos migrantes con capacidades específicas, que puedan ocupar puestos de trabajo”.

Para él, se trata de tener una política humanista, pero también pragmática. “Cientos de miles de africanos buscan Europa escapando de situaciones peligrosas y ese es un problema que Europa debe asimilar para evitar que se convierta en algo peor”.

 

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