El canal del Estado, Venezolana de Televisión (VTV) transmitió la primera entrega de “Súper Bigote”, una caricatura que presenta a Nicolás Maduro como un superhéroe que enfrenta -y derrota- al gobierno estadounidense.
El gobernante chavista viste de capa y lleva un casco de obrero que se activa cuando entra en acción, mientras que a los dirigentes opositores los personifican como gallinas. El argumento del primer episodio es que el “imperio estadounidense” es el responsable de los apagones en el país.
La historiadora y doctora en ciencias sociales, Margarita López Maya, y el sociólogo y doctor en ciencias sociales, Trino Márquez, analizan para Efecto Cocuyo el contenido de este dibujo animado que consideran exacerba el culto a la personalidad y reafirma la vocación totalitaria de la administración que encabeza Maduro.
López Maya considera que la comiquita replica las técnicas de control social que diseñaba el ministro de propaganda de Adolf Hitler, Joseph Goebbels: “Esta propaganda es la revelación de la vocación totalitaria que tiene el régimen, la utilización de la mentira como una política de Estado con la aspiración de manipular la consciencia de la gente, el cerebro de las personas, es similar a las técnicas usadas por (Joseph) Goebbels en el nazismo alemán”.
Recuerda que desde el inicio de su mandato, Maduro es presentado en piezas parecidas a las de Mao Tse-Tung (el líder del partido comunista chino) “envuelto en nubes y luciendo más joven”, “lo que es típico de tiranos que tratan de desplazar el imaginario del líder carismático que lo antecedió para convertirse en el centro del orden político”.
“El culto a la personalidad de Maduro se ha ido acrecentando para reemplazar el culto a la personalidad de (Hugo) Chávez. Chávez es el comandante eterno que legitima los primeros años del régimen de Maduro, pero ahora Maduro es el jefe. Incluso los oficiales que fueron leales al chavismo, pero que no se plegaron a Maduro han ido saliendo”, expone.
Márquez destaca el uso de recursos públicos para rendir culto a la personalidad de Maduro, lo que implica corrupción. El profesor universitario también ve en la caricatura un objetivo ideológico, porque busca el adoctrinamiento de los electores, pero también un fin político que es imponer la figura de Maduro en el Psuv frente a otros actores que puedan disputarle el poder dentro del partido como Diosdado Cabello.
“Lo que uno ve en esta comiquita es que está dirimiendo los conflictos internos en el Psuv. Maduro está intentando fortalecer su liderazgo, acabar con sus adversarios dentro del partido y lo hace usando un bien nacional como lo es VTV que es un activo de la República”, argumenta.
En su opinión, el oficialismo exacerba el personalismo, el caudillismo y el mesianismo de Maduro con este tipo de contenido: “Maduro aparece asociado a Superman que es probablemente la figura más popular que representa al superhombre, al indestructible, que tiene atributos que lo convierten en un semidios”.
En su artículo Presidencialismo, Autoritarismo y Culto a la Personalidad (Hugo Chávez y el Ejercicio del Poder), publicado en la revista Análisis de Coyuntura, Márquez atribuye al presidencialismo, que caracteriza el sistema político venezolano, el surgimiento de prácticas autocráticas.
El autor define el presidencialismo como una forma de gobierno que le confiere al Presidente de la República un cuerpo de atribuciones y competencias que, en su conjunto, lo ponen en un rango de importancia política, ejecutiva y administrativa mayor que el Parlamento.
Al personalismo lo describe como “un ejercicio autoritario del poder ya que está acompañado del abuso, la arbitrariedad y el manejo de los recursos del Estado para el beneficio del propio mandatario, el de su proyecto político y el de sus partidarios”.
“En regímenes personalistas se fractura la independencia y el equilibrio entre los poderes públicos. El Estado de Derecho tiende a desaparecer, ya que las instituciones buscan plegarse a la voluntad del gobernante, quien se convierte en el máximo y único poder. Su fuerza no reside tanto en el respaldo popular (que lo puede tener), sino en el Ejército o los grupos civiles armados que lo respaldan”, señala en el artículo.
En la misma publicación menciona algunos ejemplos de gobernantes venezolanos que alimentaron el culto al personalismo como el “ilustre americano” Antonio Guzmán Blanco o el “benemérito” Juan Vicente Gómez.
De la región menciona al actual presidente de Nicaragua Daniel Ortega, quien repite en el cargo tras apresar a todos los opositores que intentaron medirse en elecciones con él; al fallecido Fidel Castro en Cuba; y a Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana.
“En América Latina es una tradición tener este tipo de regímenes presidencialistas, los caudillos del siglo XIX son los populistas de ahora. Algunos países han tratado de fortalecer el Parlamento y otros poderos públicos autónomos que para que puedan hacer algún tipo de contrapeso”, señala López Maya.
La historiadora menciona los factores que pueden evitar que un régimen presidencialista devenga en formas autoritarias: “Hay recursos institucionales que pueden diseñar ciertos mecanismos dentro del Estado que permitan rebajar la prepotencia de la figura presidencial. Hay que pensar en reformas que fortalezcan los parlamentos o congresos. La educación de los ciudadanos es otro antídoto contra estas desviaciones, también es importante el acceso a la información veraz y oportuna, eso es lo que nos hace libres”.
La analista advierte que el culto a la personalidad no solo es propio de autoritarismos, también está presente con cada vez más frecuencia en sistemas democráticos como consecuencia del debilitamiento de los partidos políticos. “Las debilidades de los partidos ha puesto la imagen y la personalidad como elementos determinantes para la escogencia de los gobernantes”, señala.
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El canal del Estado, Venezolana de Televisión (VTV) transmitió la primera entrega de “Súper Bigote”, una caricatura que presenta a Nicolás Maduro como un superhéroe que enfrenta -y derrota- al gobierno estadounidense.
El gobernante chavista viste de capa y lleva un casco de obrero que se activa cuando entra en acción, mientras que a los dirigentes opositores los personifican como gallinas. El argumento del primer episodio es que el “imperio estadounidense” es el responsable de los apagones en el país.
La historiadora y doctora en ciencias sociales, Margarita López Maya, y el sociólogo y doctor en ciencias sociales, Trino Márquez, analizan para Efecto Cocuyo el contenido de este dibujo animado que consideran exacerba el culto a la personalidad y reafirma la vocación totalitaria de la administración que encabeza Maduro.
López Maya considera que la comiquita replica las técnicas de control social que diseñaba el ministro de propaganda de Adolf Hitler, Joseph Goebbels: “Esta propaganda es la revelación de la vocación totalitaria que tiene el régimen, la utilización de la mentira como una política de Estado con la aspiración de manipular la consciencia de la gente, el cerebro de las personas, es similar a las técnicas usadas por (Joseph) Goebbels en el nazismo alemán”.
Recuerda que desde el inicio de su mandato, Maduro es presentado en piezas parecidas a las de Mao Tse-Tung (el líder del partido comunista chino) “envuelto en nubes y luciendo más joven”, “lo que es típico de tiranos que tratan de desplazar el imaginario del líder carismático que lo antecedió para convertirse en el centro del orden político”.
“El culto a la personalidad de Maduro se ha ido acrecentando para reemplazar el culto a la personalidad de (Hugo) Chávez. Chávez es el comandante eterno que legitima los primeros años del régimen de Maduro, pero ahora Maduro es el jefe. Incluso los oficiales que fueron leales al chavismo, pero que no se plegaron a Maduro han ido saliendo”, expone.
Márquez destaca el uso de recursos públicos para rendir culto a la personalidad de Maduro, lo que implica corrupción. El profesor universitario también ve en la caricatura un objetivo ideológico, porque busca el adoctrinamiento de los electores, pero también un fin político que es imponer la figura de Maduro en el Psuv frente a otros actores que puedan disputarle el poder dentro del partido como Diosdado Cabello.
“Lo que uno ve en esta comiquita es que está dirimiendo los conflictos internos en el Psuv. Maduro está intentando fortalecer su liderazgo, acabar con sus adversarios dentro del partido y lo hace usando un bien nacional como lo es VTV que es un activo de la República”, argumenta.
En su opinión, el oficialismo exacerba el personalismo, el caudillismo y el mesianismo de Maduro con este tipo de contenido: “Maduro aparece asociado a Superman que es probablemente la figura más popular que representa al superhombre, al indestructible, que tiene atributos que lo convierten en un semidios”.
En su artículo Presidencialismo, Autoritarismo y Culto a la Personalidad (Hugo Chávez y el Ejercicio del Poder), publicado en la revista Análisis de Coyuntura, Márquez atribuye al presidencialismo, que caracteriza el sistema político venezolano, el surgimiento de prácticas autocráticas.
El autor define el presidencialismo como una forma de gobierno que le confiere al Presidente de la República un cuerpo de atribuciones y competencias que, en su conjunto, lo ponen en un rango de importancia política, ejecutiva y administrativa mayor que el Parlamento.
Al personalismo lo describe como “un ejercicio autoritario del poder ya que está acompañado del abuso, la arbitrariedad y el manejo de los recursos del Estado para el beneficio del propio mandatario, el de su proyecto político y el de sus partidarios”.
“En regímenes personalistas se fractura la independencia y el equilibrio entre los poderes públicos. El Estado de Derecho tiende a desaparecer, ya que las instituciones buscan plegarse a la voluntad del gobernante, quien se convierte en el máximo y único poder. Su fuerza no reside tanto en el respaldo popular (que lo puede tener), sino en el Ejército o los grupos civiles armados que lo respaldan”, señala en el artículo.
En la misma publicación menciona algunos ejemplos de gobernantes venezolanos que alimentaron el culto al personalismo como el “ilustre americano” Antonio Guzmán Blanco o el “benemérito” Juan Vicente Gómez.
De la región menciona al actual presidente de Nicaragua Daniel Ortega, quien repite en el cargo tras apresar a todos los opositores que intentaron medirse en elecciones con él; al fallecido Fidel Castro en Cuba; y a Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana.
“En América Latina es una tradición tener este tipo de regímenes presidencialistas, los caudillos del siglo XIX son los populistas de ahora. Algunos países han tratado de fortalecer el Parlamento y otros poderos públicos autónomos que para que puedan hacer algún tipo de contrapeso”, señala López Maya.
La historiadora menciona los factores que pueden evitar que un régimen presidencialista devenga en formas autoritarias: “Hay recursos institucionales que pueden diseñar ciertos mecanismos dentro del Estado que permitan rebajar la prepotencia de la figura presidencial. Hay que pensar en reformas que fortalezcan los parlamentos o congresos. La educación de los ciudadanos es otro antídoto contra estas desviaciones, también es importante el acceso a la información veraz y oportuna, eso es lo que nos hace libres”.
La analista advierte que el culto a la personalidad no solo es propio de autoritarismos, también está presente con cada vez más frecuencia en sistemas democráticos como consecuencia del debilitamiento de los partidos políticos. “Las debilidades de los partidos ha puesto la imagen y la personalidad como elementos determinantes para la escogencia de los gobernantes”, señala.