Venezuela en tres pulsos (no golpes)

La Venezuela de cara a sus elecciones presidenciales a celebrarse el próximo 28 de julio del año en curso, enfrenta tres pulsos fundamentales que caracterizan unos comicios de alto impacto.

El primero de ellos es el pulso regional. Toda América Latina y el Caribe están expectantes sobre lo que ocurra aquí. Tanto la situación económica y las potencialidades del país como el fenómeno migratorio que supera ya los ocho millones de personas según las últimas actualizaciones, son variables lo suficientemente importantes como para captar la atención regional.

Clave para el futuro

Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Panamá y el eje centroamericano en particular, tienen una geopolítica atada por diversas circunstancias con Venezuela y ello obliga a su atención y compromiso para facilitar unos comicios inclusivos que destranquen el conflicto político y sus consecuencias internas y externas. Ese pulso regional encuentra una balanza muy favorable a impulsar acuerdos de los factores políticos, más allá de diferencias ideológicas, para “normalizar” el estatus de Venezuela de cara a garantizar su gobernabilidad interna y su propio desarrollo económico.

El segundo pulso que tenemos está relacionado con el propio cronograma electoral y la participación de todos los sectores políticos del país en un proceso comicial nacional y específicamente, para elegir presidente. La última elección donde ocurrió esto fue en 2013, la primera vez en la que resultó electo Nicolás Maduro. Aunque fueron comicios no exentos de polémica por los resultados y su organización, al menos fueron competidos y abiertos para todas las fuerzas políticas.

Desde 2018, por lo contrario, surgió una agria disputa que desmovilizó a un sector importante del planeta opositor que cuestionó las condiciones electorales y optó por no participar, amén del cuestionamiento que muchos países de la región más Estados Unidos y la Unión Europea realizaron al proceso que fortaleció la polarización y las actuaciones autoritarias.

Y claro está, en este 2024 se restringe la participación de la persona ganadora del proceso de elección primaria de la oposición en octubre de 2023, María Corina Machado, pero, al menos, y gracias a las negociaciones con intervención global, el planeta opositor tiene opciones candidaturales y mantiene en el foco electoral, su estrategia de cara al 28 de julio.

Este pulso, de volver al reconocimiento mutuo y destrabar el conflicto desde el punto de vista electoral, sin duda es clave para el futuro inmediato del país.

Camino más despolarizado

El tercer pulso es el de la cotidianidad y la economía. Los venezolanos viven el día a día entre expectativas y acciones de supervivencia. No la hemos tenido fácil en estos últimos años con una multitud de problemas exacerbados por el conflicto político y la polarización. Demasiados años entre inflación, hiperinflación, servicios públicos colapsados, rupturas familiares por la migración, deterioro de los salarios, entre muchos otros, que han tenido impactos desgastantes en la vida de las familias y las personas.

Vale la pena ver los indicadores que Psicodata de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) nos ha venido compartiendo en los últimos años. Obviamente, este pulso se da en la concientización de la población en enfocarse hacia la masiva participación electoral como herramienta de cambio necesario para el futuro del país. El valor de la democracia está muy sembrado y arraigada en las comunidades populares del país, así nos lo han venido mostrando los últimos estudios del Centro Gumilla al respecto.

Este pulso puede abrir las puertas del futuro en tanto y cuanto, concentra un deseo amplio y profundo de la sociedad venezolana. De alinearse estos tres pulsos, otro camino más despolarizado y conciliador pudiera marcar la ruta de los venezolanos en el futuro cercano. De no alinearse, pudiéramos apreciar en el corto plazo, un mayor deterioro de las condiciones de vida y los consecuentes impactos en toda la región.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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