El agua que bebemos probablemente llegó a la Tierra primitiva a bordo de los meteoritos y no de los pequeños fragmentos de planetas que fueron destruidos. La Tierra y los otros planetas interiores de nuestro Sistema Solar se formaron demasiado cerca del Sol para que se mantuvieran estables los elementos que componen el agua. Nuestro planeta acuoso, sustentador de vida, nació seco y estéril. Y, sin embargo, el planeta en el que vivimos está constituido por más de 70% de agua y colmado de vida.
A unos 1.300 años luz de distancia, la estrella V883 Ori se parece mucho a nuestro Sol en sus días más jóvenes, cuando andaba «desprendido» y no albergaba ocho planetas ni un enjambre de objetos más pequeños. V883 Ori es unos miles de millones de años más joven que el Sol, y aún se encuentra en el centro de un animado torbellino de gas, polvo y hielo, que apenas comienza a fusionarse en los cúmulos de material que eventualmente se convertirán en planetas. Si deseamos comprender cómo se formó nuestro Sistema Solar y cómo creció, V883 Ori es un buen lugar para buscar.
Generalmente los científicos están de acuerdo en que el agua llegó a bordo de cometas y asteroides que colisionaron con el joven planeta a principios de la historia del Sistema Solar, cuando nuestro vecindario cósmico estaba mucho más agitado. Los investigadores quieren descubrir de dónde vino el agua. ¿En qué lugar se formaron las moléculas de agua que ahora componen nuestros cuerpos?
Los científicos apuntaron las antenas de radio del desierto de Atacama, conocido por el acrónimo ALMA, a V883 Ori para medir las ondas de radio provenientes de su disco de acreción. Cada átomo o molécula irradia, refleja o absorbe longitudes de onda específicas, como una huella química, y los astrónomos pueden ver exactamente qué tipo de moléculas contiene la zona en estudio. En particular, estaban interesados en el agua, que normalmente es difícil de ver cuando está congelada. Pero V883 Ori aparentemente es una estrella joven con una llamarada más brillante y más caliente de lo normal, por lo que el agua en su disco de acreción se está calentando y pasando directamente de hielo a vapor de agua.
Los instrumentos de ALMA midieron un tipo «extraño» de agua en el disco de V883 Ori, llamada agua semipesada. Como todos sabemos, una molécula de agua común está constituida por dos átomos de hidrógeno unidos a un átomo de oxígeno (H2O). El agua semipesada es un tipo de agua, donde uno de los átomos de hidrógeno tiene un neutrón adicional, convirtiéndolo en un átomo de deuterio, siendo un poco más pesado que el hidrógeno. Por su parte, el agua pesada tiene dos átomos de deuterio (sin hidrógeno) y un átomo de oxígeno.
En un reciente estudio publicado en la revista Nature, un equipo de geólogos que quería saber de dónde procedía el agua que llenó los océanos de la Tierra, examinó la composición química de los meteoritos para determinar cómo sucedió esto. «La construcción de planetas es un proceso caótico en el que muchas cosas pequeñas chocan entre sí» señalaron los autores. Los primeros 700 millones de años de nuestro Sistema Solar fueron definitivamente enmarañados, las superficies llenas de cráteres en la mayoría de los planetas y lunas revelan un período de colisiones constantes entre asteroides y planetas recién formados. Según el estudio, el agua de nuestros océanos y cuerpos se formaron primero como una escarcha helada sobre granos de polvo en el frío espacio interestelar, mucho antes de que el Sol cobrara vida.
Algunos de los objetos que llegaron a la Tierra y a Marte se habían formado en los confines del disco de gas, polvo y hielo que rodeaba al recién nacido Sol. Ubicados más allá de lo que se conoce como la «línea de congelamiento», estos objetos estaban lo suficientemente lejos del calor del Sol como para mantener congeladas las moléculas de agua, metano, dióxido de carbono y otros compuestos. Y algunos de esos objetos, que transportaban suficiente agua y otros productos químicos, se estrellaron contra la Tierra para crear océanos enteros.
Usando un modelo de computadora, los científicos calcularon en un artículo de 2014 que las moléculas de hielo de miles de millones de años podrían haber sobrevivido a las violentas ráfagas de radiación del Sol, bañando a una Tierra en formación, así como a los demás planetas. Los autores del artículo llegaron a la conclusión de que los restos de ese hielo antiguo aún permanecen dispersos por todo el sistema solar: en la Luna, en los cometas, en los polos de Mercurio, en los restos de los deshielos de Marte, en la luna Europa de Júpiter e incluso en un vaso de agua.
Los científicos planetarios están de acuerdo en esa imagen general, pero todavía hay debate sobre cuáles objetos espaciales (cometas, asteroides u otros) entregaron la mayor parte del agua a la Tierra y, por lo tanto, permitieron que la vida emergiera de una sopa química.
En definitiva, los planetas parecen haber heredado su agua de las nubes del material interestelar del que se formaron. De esta manera, el agua que flotó en la nube del antiguo material que formó nuestro Sol es la misma agua que bebemos a diario y dio lugar a la vida en la Tierra.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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El agua que bebemos probablemente llegó a la Tierra primitiva a bordo de los meteoritos y no de los pequeños fragmentos de planetas que fueron destruidos. La Tierra y los otros planetas interiores de nuestro Sistema Solar se formaron demasiado cerca del Sol para que se mantuvieran estables los elementos que componen el agua. Nuestro planeta acuoso, sustentador de vida, nació seco y estéril. Y, sin embargo, el planeta en el que vivimos está constituido por más de 70% de agua y colmado de vida.
A unos 1.300 años luz de distancia, la estrella V883 Ori se parece mucho a nuestro Sol en sus días más jóvenes, cuando andaba «desprendido» y no albergaba ocho planetas ni un enjambre de objetos más pequeños. V883 Ori es unos miles de millones de años más joven que el Sol, y aún se encuentra en el centro de un animado torbellino de gas, polvo y hielo, que apenas comienza a fusionarse en los cúmulos de material que eventualmente se convertirán en planetas. Si deseamos comprender cómo se formó nuestro Sistema Solar y cómo creció, V883 Ori es un buen lugar para buscar.
Generalmente los científicos están de acuerdo en que el agua llegó a bordo de cometas y asteroides que colisionaron con el joven planeta a principios de la historia del Sistema Solar, cuando nuestro vecindario cósmico estaba mucho más agitado. Los investigadores quieren descubrir de dónde vino el agua. ¿En qué lugar se formaron las moléculas de agua que ahora componen nuestros cuerpos?
Los científicos apuntaron las antenas de radio del desierto de Atacama, conocido por el acrónimo ALMA, a V883 Ori para medir las ondas de radio provenientes de su disco de acreción. Cada átomo o molécula irradia, refleja o absorbe longitudes de onda específicas, como una huella química, y los astrónomos pueden ver exactamente qué tipo de moléculas contiene la zona en estudio. En particular, estaban interesados en el agua, que normalmente es difícil de ver cuando está congelada. Pero V883 Ori aparentemente es una estrella joven con una llamarada más brillante y más caliente de lo normal, por lo que el agua en su disco de acreción se está calentando y pasando directamente de hielo a vapor de agua.
Los instrumentos de ALMA midieron un tipo «extraño» de agua en el disco de V883 Ori, llamada agua semipesada. Como todos sabemos, una molécula de agua común está constituida por dos átomos de hidrógeno unidos a un átomo de oxígeno (H2O). El agua semipesada es un tipo de agua, donde uno de los átomos de hidrógeno tiene un neutrón adicional, convirtiéndolo en un átomo de deuterio, siendo un poco más pesado que el hidrógeno. Por su parte, el agua pesada tiene dos átomos de deuterio (sin hidrógeno) y un átomo de oxígeno.
En un reciente estudio publicado en la revista Nature, un equipo de geólogos que quería saber de dónde procedía el agua que llenó los océanos de la Tierra, examinó la composición química de los meteoritos para determinar cómo sucedió esto. «La construcción de planetas es un proceso caótico en el que muchas cosas pequeñas chocan entre sí» señalaron los autores. Los primeros 700 millones de años de nuestro Sistema Solar fueron definitivamente enmarañados, las superficies llenas de cráteres en la mayoría de los planetas y lunas revelan un período de colisiones constantes entre asteroides y planetas recién formados. Según el estudio, el agua de nuestros océanos y cuerpos se formaron primero como una escarcha helada sobre granos de polvo en el frío espacio interestelar, mucho antes de que el Sol cobrara vida.
Algunos de los objetos que llegaron a la Tierra y a Marte se habían formado en los confines del disco de gas, polvo y hielo que rodeaba al recién nacido Sol. Ubicados más allá de lo que se conoce como la «línea de congelamiento», estos objetos estaban lo suficientemente lejos del calor del Sol como para mantener congeladas las moléculas de agua, metano, dióxido de carbono y otros compuestos. Y algunos de esos objetos, que transportaban suficiente agua y otros productos químicos, se estrellaron contra la Tierra para crear océanos enteros.
Usando un modelo de computadora, los científicos calcularon en un artículo de 2014 que las moléculas de hielo de miles de millones de años podrían haber sobrevivido a las violentas ráfagas de radiación del Sol, bañando a una Tierra en formación, así como a los demás planetas. Los autores del artículo llegaron a la conclusión de que los restos de ese hielo antiguo aún permanecen dispersos por todo el sistema solar: en la Luna, en los cometas, en los polos de Mercurio, en los restos de los deshielos de Marte, en la luna Europa de Júpiter e incluso en un vaso de agua.
Los científicos planetarios están de acuerdo en esa imagen general, pero todavía hay debate sobre cuáles objetos espaciales (cometas, asteroides u otros) entregaron la mayor parte del agua a la Tierra y, por lo tanto, permitieron que la vida emergiera de una sopa química.
En definitiva, los planetas parecen haber heredado su agua de las nubes del material interestelar del que se formaron. De esta manera, el agua que flotó en la nube del antiguo material que formó nuestro Sol es la misma agua que bebemos a diario y dio lugar a la vida en la Tierra.
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