El crecimiento exponencial observado en la economía de cualquier país es difícilmente sostenible en el largo plazo. Los periodos de estancamiento durante procesos de crecimiento económico de un individuo, una familia o un país suelen encontrar explicación en las limitaciones de recursos disponibles. Esto, resulta particularmente evidente en las empresas donde la falta de capital, capacidad de producción o mercado de consumo puede frenar su crecimiento.
La ralentización de la economía de un país, lejos de ser una calamidad, puede ser un momento de pausa para revisar los recursos disponibles y establecer un plan para lograr una reactivación y crecimiento sostenible.
Así estamos
En el 2021 la economía venezolana dio muestras de una incipiente activación, cerrando el año con un crecimiento de 6,2%. Esto pudimos sentirlo casi todos en la medida que pudimos ver mayor actividad comercial en la calle y algo de más “platica” en nuestros bolsillos. Durante el 2022, siguiendo la inercia que traía del año anterior, nuestra economía registró un crecimiento del 13,3%. Dicho crecimiento se distribuyó de manera asimétrica durante el año, observando un 18,6% en el primer trimestre, 15,8% en el segundo, 11,5% en el tercero y 9,1% en el último trimestre del año.
Estas cifras llevadas al terreno de la cotidianidad pueden traducirse como una relativa bonanza para empresas y ciudadanos a principios de 2022 y un claro estancamiento y reducción del consumo hacia finales de ese año y lo que corre de 2023.
Lo señalado, se debe principalmente al estancamiento de la producción petrolera, que apenas ha superado la barrera de los 700 mil barriles diarios desde principios de 2022. Se suman otras limitantes para el crecimiento económico como la restricción en el acceso al crédito bancario y la depreciación del bolívar, que ha llevado a una disminución del poder adquisitivo de los trabajadores.
Según el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), las ventas en los comercios de Venezuela disminuyeron entre un 30% y un 40% en enero de 2023, en comparación con enero de 2022. También se registró una baja en las ventas de diciembre pasado. Aunque aún no hay un reporte de febrero, algunos comercios informaron una leve mejora el Día de los Enamorados y durante Carnaval.
Dicen las encuestas
El informe recientemente presentado por la Cámara Venezolana-Americana de Comercio e Industria (Venamcham) muestra que a pesar de las dificultades económicas y políticas que ha enfrentado Venezuela en los últimos años, los empresarios tienen una perspectiva moderadamente optimista para el primer semestre de 2023.
Según los resultados de la encuesta de Venamcham, el 52,27% de las empresas cree que la actividad comercial puede mejorar de regular a buena en los próximos meses, mientras que solo el 15,91% cree que empeorará. Aunque la situación parece ser favorable para la mayoría de las empresas, existen algunos desafíos importantes que preocupan a los empresarios.
Esperanzas de reactivación
El regreso de las multinacionales petroleras a Venezuela es visto como una oportunidad para el crecimiento económico, ya sea a través del esquema tradicional de empresas mixtas o con una mayor privatización de las actividades de explotación y exportación de crudo. Tales afirmaciones se basan en los tempranos resultados de la licencia concedida en noviembre pasado a Chevron por parte de la Oficina de Asuntos Exteriores del Departamento de Estado americano (OFAC). Chevron, sin mayores inversiones, puede sumar unos 90 mil barriles diarios a la producción de petróleo venezolano, y, hasta ahora, ha exportado 3 millones de barrilles a diferentes refinerías americanas.
Con la referida producción de 700 mil barriles diarios, muy lejos estamos todavía de alcanzar la cifra de 2,4 millones de barriles que teníamos antes de las sanciones. La ventana de oportunidades para incrementar sustancialmente la producción de petróleo en Venezuela, pasa por el aligeramiento de las sanciones a través de nuevas licencias de la OFAC, que permitan la reactivación de operaciones petroleras mixtas, nuevas inversiones al sector, y en consecuencia, un aumento sustancial de la producción petrolera venezolana.
La inversión de capital extranjero en otros sectores económicos diferentes al petrolero, bien podría dinamizar el crecimiento económico del país. Para ello, la mayoría de los inversionistas exigen no ser afectados por las sanciones, además de mayor seguridad jurídica para su capital en Venezuela.
Lo mencionado que suena a un asunto del gobierno, realmente nos comete a todos los venezolanos, incluyéndonos a usted y a mí. Cualquier mecanismo para decir, concientizar y presionar respecto a lo inadecuado de las sanciones y lo importante de reforzar la seguridad jurídica venezolana, es un aporte que podemos hacer para la mejora de nuestra economía.
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