Recordando al VIH-Sida

Una cajera que llamaremos Ana, de 58 años, casada con tres hijos, tiene que hacerse una intervención quirúrgica. Ana comienza los procedimientos preoperatorios que incluyen el despistaje de VIH, el virus que pudiera conducir al Sida y el resultado da positivo. No se lo puede creer. Aún perpleja, se hace dos preguntas en voz alta: ¿por qué a mí?, y ¿ese virus todavía anda por allí?

Comencemos por responder la segunda pregunta de Ana, ¿por qué a mí?  Porque ella, como cualquier otra persona, de cualquier sexo y edad, en cualquier lugar del mundo, se puede infectar de VIH si corre una situación de riesgo.  Ana podría ser un Luis o un Juan o quien sea.

La condición necesaria para producir una infección con VIH es hacer contacto directo con sangre o  con un fluido corporal de una persona que tenga ese virus.  El fluido corporal puede ser la leche materna, el semen o proveniente de la vagina.

El contacto directo con sangre infectada puede darse por tres vías: a través de una herida a otra, una transfusión sanguínea o un trasplante de órgano. Estas dos últimas son muy  improbables porque, por lo general, esa sangre u órganos han sido cuidadosamente analizadas antes de su uso.

El gran riesgo de infección de VIH es en una relación sexual sin condón. El condón impide el contacto directo con el semen o con el fluido vaginal de la pareja y así  se evita el riesgo de transmisión si ese fluido estuviera infectado de VIH.

Ana, la mujer que refiero, no había tenido una operación quirúrgica en los últimos 20 años, tampoco una transfusión de sangre ni un trasplante de órgano. El único riesgo que corrió fue haber tenido relaciones sexuales sin uso de condón. 

 El VIH sigue activo

A la segunda pregunta de Ana, si el VIH sigue por allí va esta respuesta enfática: Sí. El VIH sigue siendo una amenaza y el Sida un peligro. Ahora se menciona menos, hay pocas campañas de prevención, hay gente que confía mucho en la pareja, se atreve a correr riesgos hasta sin darse cuenta y se infecta. Así le sucedió a Ana y a millones de personas, como lo indican los datos epidemiológicos mundiales.

Según Onusida -el programa de Naciones Unidas para la lucha contra el SIDA-, desde el diagnóstico de los primeros casos en los años 80, un poco más de 40 millones de personas han muerto, en todo el mundo a causa del SIDA y un número semejante vive actualmente con VIH, pudiéndose transmitir.

Al principio de la epidemia, un diagnóstico de VIH o SIDA significaba muchas enfermedades e incluso, la muerte por esa causa, pero desde la aparición de los medicamentos antirretrovirales, si la persona infectada tiene acceso a ellos, el virus puede ser controlado y la infección pasa a ser crónica, pudiendo la persona mantener una buena calidad de vida.

En los inicios de la pandemia casi 100 % de las personas infectadas eran hombres, 40 años después, el 53% de todas las personas que viven con VIH, en el mundo, son mujeres. Ana pasó a ser una de ellas.

ONUSIDA calcula que cerca de un millón y medio de personas se infectan de VIH anualmente, en el mundo.  Los medicamentos antirretrovirales salvarán a muchas de ellas, pero quienes no tengan acceso desarrollarán el SIDA.  El año pasado, 650 mil personas murieron, en todo el mundo, por esa causa.

La desigualdad social

El problema de la desigualdad social con respecto a la infección de VIH es un grave problema mundial. Los países ricos, y algunos no tan rico,s pero donde hay voluntad  política para frenar al SIDA, garantizan el acceso a los medicamentos a las personas infectadas. Ese tratamiento es muy costoso.  Menos mal que Ana vive en uno de esos países y ya recibe el tratamiento.

El gran problema en la lucha contra el SIDA está en los países pobres, donde habita la inmensa mayoría de la población mundial.  En ellos, el acceso a los medicamentos es limitado y la oferta sanitaria crítica, por lo que la gente infectada de VIH sigue desarrollando el Sida y muriendo por esa causa.

Además, en los países pobres hay menos campañas de prevención del VIH, la gente está menos informada sobre la infección y persiste el estigma y la discriminación hacia las personas con VIH. Esto, en sí mismo, es un riesgo para su salud al ser discriminadas en los servicios sanitarios.

En el día mundial de la lucha contra el Sida 2023, este 1 de diciembre, ONUSIDA ha hecho un llamado a las organizaciones comunitarias para que tengan un papel más activo en la prevención y atención del VIH-Sida.

El llamado de Onusida

Para ganarle la batalla al VIH y al SIDA es necesario frenar los recortes financieros, vencer los obstáculos políticos, legislativos y sociales que dificultan esa lucha. Hay que darle el liderazgo a la sociedad civil y dirigir el trabajo hacia las comunidades más vulnerables, las que tienen menos acceso a la información veraz y confiable y a los recursos de salud, dice Onusida.

El llamado de Onusida es a las organizaciones comunitarias, las de personas que viven con VIH, las ONGs de mujeres, de personas sexo diverso, las juveniles, vecinales, religiosas, deportivas, sindicales, estudiantiles, políticas, entre otras, para que sumen sus voluntades en la lucha contra el VIH.

Un frecuente recordatorio de que el VIH sigue por allí y de las formas de impedir la infección evitará que mujeres como Ana, y tampoco ningún hombre, se lleven la desagradable sorpresa de recordar al virus cuando ya esté en su cuerpo.

La labor de las organizaciones comunitarias puede ser fundamental en la lucha contra el VIH-Sida, pero sin el apoyo decidido y permanente de los gobiernos nacionales, locales y de los organismos internacionales, ese trabajo es imposible.

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