Finaliza el primer trimestre del 2021 y solo unos pocos países – que se pueden contar con los dedos de una mano- han podido adelantar con éxito su plan de vacunación contra covid-19. El resto de los países, la inmensa cantidad del mundo, sigue dando traspiés en esos planes. La poca producción de vacunas en proporción a la demanda, más problemas de costos y logística –que señalamos en artículo anterior– son las dificultades de peso.
Mientras la vacunación va muy lenta a nivel mundial, la pandemia sigue produciendo susto y sufrimiento en las poblaciones, inclusive en donde se está vacunando, y desespero en las que no ven pronto acceso a la vacuna.
La vacunación contra covid-19 es el gran recurso para paliar la pandemia, pero llevará su tiempo. En el mejor de los casos, dentro de algunos meses, en los países que ya se está vacunando masivamente, bajarán las cifras de contagio. Ese será el gran efecto de la vacunación junto al aumentar el sentimiento de seguridad/tranquilidad en quienes se hayan vacunado
Los gobiernos de los países donde la vacunación sea masiva obtendrán ganancias políticas, sus economías tenderán a estabilizarse, la sociedad volverá a una cierta normalidad. A eso se apuesta y se puede lograr, si no se presentan imprevistos como las nuevas cepas del virus. Mientras tanto, se puede ser optimista por lo que está pasando en pocas partes del mundo.
Mientras la vacunación no sea masiva la pandemia seguirá haciendo de las suyas. La población seguirá amenazada por el virus SARS-CoV-2, las infecciones seguirán aumentando, los casos de covid-19, también. Falta contar más muertes por esa causa.
El darnos cuenta de que la pandemia, a pesar de las vacunas, sigue siendo una amenaza y un ataque aquí, ahora, todavía y más, puede generar angustia, decepción, escepticismo, inclusive rabia y miedo en mucha gente. Inclusive en los gobiernos y todo gobierno tiene poder.
Después de un año plagado de miedo, incertidumbre, frustraciones y tristezas, las pérdidas humanas y materiales a consecuencia de la pandemia siguen sumando. El susto persiste. Se pudiera pensar que tanto sacrificio no ha valido la pena. Sin embargo, no es así. De no haberse hecho lo que se hizo, lo que hicimos, lo que se sigue haciendo en términos de prevención, todo fuese peor. Saber eso da aliento, pero puede intranquilizar porque la pandemia sigue y la paciencia pudiera agotarse. Se ha agotado, se agota, a ratos.
La vacuna contra covid-19 es un gran recurso para inyectarnos calma, pero, por ahora, no es la panacea, no es que tengamos la solución a la pandemia al alcance del brazo. La vida seguirá afectada hasta que la mayoría de la gente se haya vacunado. Falta un largo tiempo.
Tener consciencia de que la vacunación, en la mayoría de los países, es lenta, puede ser decepcionante, pero es necesario tenerlo en cuenta para andar con pies más firmes, ser mas fuertes
Es necesario tener en cuenta que la pandemia no lleva una línea continúa, progresiva, ni recta. En pandemias no siempre se va hacia adelante. Las curvas y las líneas estadísticas suben, bajan, se quiebran. Hoy es una cosa y mañana puede ser peor o mejor. Nunca se sabe con exactitud. Se pueden hacer pronósticos, pero pueden fallar.
Ante tan relativamente poco avance en la lucha contra la pandemia y la continua sensación de infinito alguna gente puede sentirse agobiada, desesperada. Podría estar dispuesta a tirar el resto y lo ha hecho. Pareciera no importarle nada. La situación es peligrosa.
La larga duración de la pandemia preocupa a los gobiernos por el costo político y económico que tiene y los esfuerzos por el control social.
La lucha contra la pandemia exige disciplina social, pero la gente tiene sus propias preocupaciones. La gente es más vulnerable que los gobiernos, indefensa ante decisiones que le afectan. En materia de salud pública y de esta peligrosa pandemia más. Hay que someterse a lo que las autoridades sanitarias y gubernamentales decidan. Quizás en pocas ocasiones habíamos sentido tan fuertemente el poder del Estado. Disentir puede costar la vida nuestra y la de otras personas.
Ante la pandemia que nos afecta, no queda otra que entrar en el carril de las normas gubernamentales. Tenemos que hacer un frente común ante el virus. Ese enfrentamiento tiene que ser a nivel individual, de las familias, comunidades, regiones, países, internacional. Mucho esfuerzo hay que sumar, muchos intereses encontrados deberían deponerse. Se trata no solo de salvar negocios, economías, imágenes, sino la vida de la gente.
Los gobiernos son responsables de la salud y la vida de sus ciudadanos y ciudadanas. Una omisión de medidas, un error en decisiones puede significar sufrimiento y muerte de mucha gente. La soberbia de los gobernantes no debería anteponerse a los riesgos de la salud de sus gobernados. Pero esto es solo un decir, sabemos que, algunos, lo hacen y sonríen.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: El lío de las vacunas
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Mientras la vacunación va muy lenta a nivel mundial, la pandemia sigue produciendo susto y sufrimiento en las poblaciones, inclusive en donde se está vacunando, y desespero en las que no ven pronto acceso a la vacuna.
La vacunación contra covid-19 es el gran recurso para paliar la pandemia, pero llevará su tiempo. En el mejor de los casos, dentro de algunos meses, en los países que ya se está vacunando masivamente, bajarán las cifras de contagio. Ese será el gran efecto de la vacunación junto al aumentar el sentimiento de seguridad/tranquilidad en quienes se hayan vacunado
Los gobiernos de los países donde la vacunación sea masiva obtendrán ganancias políticas, sus economías tenderán a estabilizarse, la sociedad volverá a una cierta normalidad. A eso se apuesta y se puede lograr, si no se presentan imprevistos como las nuevas cepas del virus. Mientras tanto, se puede ser optimista por lo que está pasando en pocas partes del mundo.
Mientras la vacunación no sea masiva la pandemia seguirá haciendo de las suyas. La población seguirá amenazada por el virus SARS-CoV-2, las infecciones seguirán aumentando, los casos de covid-19, también. Falta contar más muertes por esa causa.
El darnos cuenta de que la pandemia, a pesar de las vacunas, sigue siendo una amenaza y un ataque aquí, ahora, todavía y más, puede generar angustia, decepción, escepticismo, inclusive rabia y miedo en mucha gente. Inclusive en los gobiernos y todo gobierno tiene poder.
Después de un año plagado de miedo, incertidumbre, frustraciones y tristezas, las pérdidas humanas y materiales a consecuencia de la pandemia siguen sumando. El susto persiste. Se pudiera pensar que tanto sacrificio no ha valido la pena. Sin embargo, no es así. De no haberse hecho lo que se hizo, lo que hicimos, lo que se sigue haciendo en términos de prevención, todo fuese peor. Saber eso da aliento, pero puede intranquilizar porque la pandemia sigue y la paciencia pudiera agotarse. Se ha agotado, se agota, a ratos.
La vacuna contra covid-19 es un gran recurso para inyectarnos calma, pero, por ahora, no es la panacea, no es que tengamos la solución a la pandemia al alcance del brazo. La vida seguirá afectada hasta que la mayoría de la gente se haya vacunado. Falta un largo tiempo.
Tener consciencia de que la vacunación, en la mayoría de los países, es lenta, puede ser decepcionante, pero es necesario tenerlo en cuenta para andar con pies más firmes, ser mas fuertes
Es necesario tener en cuenta que la pandemia no lleva una línea continúa, progresiva, ni recta. En pandemias no siempre se va hacia adelante. Las curvas y las líneas estadísticas suben, bajan, se quiebran. Hoy es una cosa y mañana puede ser peor o mejor. Nunca se sabe con exactitud. Se pueden hacer pronósticos, pero pueden fallar.
Ante tan relativamente poco avance en la lucha contra la pandemia y la continua sensación de infinito alguna gente puede sentirse agobiada, desesperada. Podría estar dispuesta a tirar el resto y lo ha hecho. Pareciera no importarle nada. La situación es peligrosa.
La larga duración de la pandemia preocupa a los gobiernos por el costo político y económico que tiene y los esfuerzos por el control social.
La lucha contra la pandemia exige disciplina social, pero la gente tiene sus propias preocupaciones. La gente es más vulnerable que los gobiernos, indefensa ante decisiones que le afectan. En materia de salud pública y de esta peligrosa pandemia más. Hay que someterse a lo que las autoridades sanitarias y gubernamentales decidan. Quizás en pocas ocasiones habíamos sentido tan fuertemente el poder del Estado. Disentir puede costar la vida nuestra y la de otras personas.
Ante la pandemia que nos afecta, no queda otra que entrar en el carril de las normas gubernamentales. Tenemos que hacer un frente común ante el virus. Ese enfrentamiento tiene que ser a nivel individual, de las familias, comunidades, regiones, países, internacional. Mucho esfuerzo hay que sumar, muchos intereses encontrados deberían deponerse. Se trata no solo de salvar negocios, economías, imágenes, sino la vida de la gente.
Los gobiernos son responsables de la salud y la vida de sus ciudadanos y ciudadanas. Una omisión de medidas, un error en decisiones puede significar sufrimiento y muerte de mucha gente. La soberbia de los gobernantes no debería anteponerse a los riesgos de la salud de sus gobernados. Pero esto es solo un decir, sabemos que, algunos, lo hacen y sonríen.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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