En los últimos días he tenido mucha nostalgia por Teodoro Petkoff. Sostuvimos una relación no tan larga, pero de aquella interacción quedaron en mi recuerdo dos o tres conversaciones significativas. También me permitió Teodoro que estuviera presente en varias reuniones que ayudé a organizar, con periodistas o académicos extranjeros de visita en Caracas, y en cuyas agendas estaba entrevistarse con Petkoff.
Petkoff es un referente del hombre con convicciones que tiene capacidad de ver los errores y de rectificar. Fue lo opuesto a un tipo obcecado. Además de su formación académica e ideológica tuvo la enorme capacidad de condensar estados de ánimo y de traducirlos en escritos, algunos periodísticos, otros de más largo aliento.
Un año después de los sucesos que rodearon a la llamada “Primavera de Praga”, movimiento socialista democrático aplastado por los tanques de la entonces Unión Soviética, en 1968, Petkoff daba a conocer lo que sería una libro icónico en su época: “Checoslovaquia, el socialismo como problema” (1969).
De época más reciente, y a propósito del apoyo de la izquierda internacional al chavismo, Petkoff compiló ensayos y artículos en un volumen titulado “Dos izquierdas”. Fue aquel texto una manera de reivindicar su condición de hombre con convicciones de izquierda, pero nada ortopédico en su pensamiento y acción.
Y allí bautizó Petkoff como “izquierda borbónica” a “aquella que no aprende ni olvida” de los yerros de la experiencia socialista en Europa del Este, la URSS y en este lado del mundo la Revolución Cubana de Fidel Castro.
Es esa izquierda que tarda en deslindarse del chavismo, pese a que el chavismo significará literalmente la destrucción de Venezuela, paradójicamente en medio de lo que ha sido la mayor bonanza de ingresos petroleros.
Un poco más para acá, luego de que Petkoff hablara de esa izquierda borbónica, se ha acuñado el término “izquierda caviar” para referirse a quienes dicen ser progresistas, pero en realidad están en una suerte de burbuja de lujos y comodidades, bien distantes del pueblo al que dicen representar o reivindicar.
Una muestra de esa izquierda caviar la hemos tenido en Caracas con la XXV edición del Foro de Sao Paulo. Alojados en hoteles cinco estrellas, transportados en unidades con seguridad o vehículos blindados, teniendo contacto con “el pueblo” en eventos organizados por el régimen, dándose banquetes y además difundiéndolos por las redes sociales.
Lo peor no es que vengan y vivan a costilla del dinero público en su visita. Lo peor es que tienen una serie de lujos y prebendas y luego quieren hacer ver que en Venezuela no hay crisis.
In spite of being told that there’s no food in Venezuela, local, working class restaurants seem to challenge that narrative. #HandsOffVenezuela #TrumpDesbloqueaVenezuela pic.twitter.com/GGPDdqy7iv
— Aminta (@tangibleunknown) July 26, 2019
Lejos del pueblo chavista, que literalmente pasa hambre, estos visitantes mostraron platos de comida en Caracas para desmentir la existencia de una crisis humanitaria compleja en Venezuela. Ha sido una operación de propaganda.
Quien dice que no hay comida en #Venezuela Disfrutando de un delicioso desayuno criollo en #Caracas pic.twitter.com/uvYId9S1P2
— Sergio L Torr (@slazo88) July 25, 2019
Debe decirse también que quienes asistieron al Foro en Caracas, en esta oportunidad, eran personajes de medio pelo de la izquierda latinoamericana. Ni Evo Morales, en pugna electoral en Bolivia, hizo acto de presencia para respaldar a Nicolás Maduro. Envió un videíto.
Simultáneamente a la cita en Caracas se dieron dos declaraciones de líderes usualmente vinculados al Foro de Sao Paulo, Cristina Fernández (Argentina) y Pepe Mujica (Uruguay). Ella usando el hambre en Venezuela para asegurar que en su país tampoco hay seguridad alimentaria y él diciendo, por fin, que en Venezuela hay una dictadura.
No se trata de una revelación mística. En comunicación política se le llama “control de daños”. Todos quieren poner distancia con Maduro y su nefasta crisis. Y especialmente porque el tema de la crisis venezolana es y será un asunto central en las campañas presidenciales de Argentina y Uruguay, cuyas elecciones están fijadas para el mismo día, el 27 de octubre próximo.
* * *
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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En los últimos días he tenido mucha nostalgia por Teodoro Petkoff. Sostuvimos una relación no tan larga, pero de aquella interacción quedaron en mi recuerdo dos o tres conversaciones significativas. También me permitió Teodoro que estuviera presente en varias reuniones que ayudé a organizar, con periodistas o académicos extranjeros de visita en Caracas, y en cuyas agendas estaba entrevistarse con Petkoff.
Petkoff es un referente del hombre con convicciones que tiene capacidad de ver los errores y de rectificar. Fue lo opuesto a un tipo obcecado. Además de su formación académica e ideológica tuvo la enorme capacidad de condensar estados de ánimo y de traducirlos en escritos, algunos periodísticos, otros de más largo aliento.
Un año después de los sucesos que rodearon a la llamada “Primavera de Praga”, movimiento socialista democrático aplastado por los tanques de la entonces Unión Soviética, en 1968, Petkoff daba a conocer lo que sería una libro icónico en su época: “Checoslovaquia, el socialismo como problema” (1969).
De época más reciente, y a propósito del apoyo de la izquierda internacional al chavismo, Petkoff compiló ensayos y artículos en un volumen titulado “Dos izquierdas”. Fue aquel texto una manera de reivindicar su condición de hombre con convicciones de izquierda, pero nada ortopédico en su pensamiento y acción.
Y allí bautizó Petkoff como “izquierda borbónica” a “aquella que no aprende ni olvida” de los yerros de la experiencia socialista en Europa del Este, la URSS y en este lado del mundo la Revolución Cubana de Fidel Castro.
Es esa izquierda que tarda en deslindarse del chavismo, pese a que el chavismo significará literalmente la destrucción de Venezuela, paradójicamente en medio de lo que ha sido la mayor bonanza de ingresos petroleros.
Un poco más para acá, luego de que Petkoff hablara de esa izquierda borbónica, se ha acuñado el término “izquierda caviar” para referirse a quienes dicen ser progresistas, pero en realidad están en una suerte de burbuja de lujos y comodidades, bien distantes del pueblo al que dicen representar o reivindicar.
Una muestra de esa izquierda caviar la hemos tenido en Caracas con la XXV edición del Foro de Sao Paulo. Alojados en hoteles cinco estrellas, transportados en unidades con seguridad o vehículos blindados, teniendo contacto con “el pueblo” en eventos organizados por el régimen, dándose banquetes y además difundiéndolos por las redes sociales.
Lo peor no es que vengan y vivan a costilla del dinero público en su visita. Lo peor es que tienen una serie de lujos y prebendas y luego quieren hacer ver que en Venezuela no hay crisis.
In spite of being told that there’s no food in Venezuela, local, working class restaurants seem to challenge that narrative. #HandsOffVenezuela #TrumpDesbloqueaVenezuela pic.twitter.com/GGPDdqy7iv
— Aminta (@tangibleunknown) July 26, 2019
Lejos del pueblo chavista, que literalmente pasa hambre, estos visitantes mostraron platos de comida en Caracas para desmentir la existencia de una crisis humanitaria compleja en Venezuela. Ha sido una operación de propaganda.
Quien dice que no hay comida en #Venezuela Disfrutando de un delicioso desayuno criollo en #Caracas pic.twitter.com/uvYId9S1P2
— Sergio L Torr (@slazo88) July 25, 2019
Debe decirse también que quienes asistieron al Foro en Caracas, en esta oportunidad, eran personajes de medio pelo de la izquierda latinoamericana. Ni Evo Morales, en pugna electoral en Bolivia, hizo acto de presencia para respaldar a Nicolás Maduro. Envió un videíto.
Simultáneamente a la cita en Caracas se dieron dos declaraciones de líderes usualmente vinculados al Foro de Sao Paulo, Cristina Fernández (Argentina) y Pepe Mujica (Uruguay). Ella usando el hambre en Venezuela para asegurar que en su país tampoco hay seguridad alimentaria y él diciendo, por fin, que en Venezuela hay una dictadura.
No se trata de una revelación mística. En comunicación política se le llama “control de daños”. Todos quieren poner distancia con Maduro y su nefasta crisis. Y especialmente porque el tema de la crisis venezolana es y será un asunto central en las campañas presidenciales de Argentina y Uruguay, cuyas elecciones están fijadas para el mismo día, el 27 de octubre próximo.
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