La gravedad es una fuerza de atracción universal con una enorme importancia en el orden de las galaxias, estrellas y planetas y pareciera que no tiene que ver con la política, pero sí y mucho. La política está asociada también al orden pero en lo social, en lo humano. En la organización de la gente para poder distribuir las responsabilidades necesarias para atender la vida en sociedad. Ordenar el poder en medio de visiones diferentes y contrastes de intereses.

Para que la política genere orden y progreso debe tener un “cable a tierra” que permita alcanzar los mayores consensos posibles en la toma de decisiones de carácter público. Demasiada dispersión estimula que los intereses particulares vayan cobrando mayor relevancia que los intereses generales. Este fenómeno termina fragmentando o atomizando la política nacional creando enormes dificultades para alcanzar un buen engranaje del sistema político.

En Venezuela tenemos un problema complejo por la falta de gravedad en el liderazgo político. No hay quién o quiénes pongan “cable a tierra” en torno a un plan, programa, idea o carisma para conducir al país por un camino sólido y seguro atado a una fuerza social que lo respalde con largo aliento.

Es decir, no hay “fuerza gravitatoria” suficiente que articule un sólido posicionamiento ante la opinión pública y lo encamine hacia el éxito. Por el contrario, nuestro liderazgo va por la vía de los “saltos cuánticos” sin tener hasta ahora ninguna posibilidad de relacionarse con la gravedad como fuerza de atracción que rompa las divisiones recurrentes de los partidos y líderes.

Como vemos, la “gravedad” en política es demasiado importante y lamentablemente en Venezuela, hemos perdido hace rato la capacidad de potenciar una fuerza de atracción lo suficientemente estable y emotiva, que pueda provocar grandes cambios tanto en el sistema político como en el propio Estado. La gravedad en la política se plantea alrededor de un conjunto de ideas, algunas temáticas, algún líder especial o algún partido o coalición de factores. Cuando se concentra, el impulso hace que se produzcan cambios importantes en la sociedad.

En resumidas cuentas, sin gravedad (cable a tierra) no hay posibilidades reales de impactar en la política. Es una premisa fundamental en el ejercicio del liderazgo. Sin embargo, es inconcebible que en la actualidad, sea obviada o ignorada por completo y además ahogada, en un mar de apetencias minúsculas que generan justamente lo contrario. El desapego y desinterés general por la política ante la ausencia de fuerza gravitacional hace que la parálisis o la incertidumbre sean los signos del presente.

La política necesita a la gravedad como todos los cuerpos físicos del universo. Sin gravedad no hay posibilidades de articular amplias coaliciones de apoyo popular. No hay posibilidades de emprender cambios profundos o reformas necesarias. Sin gravedad, el caos se apodera de la política y no puede prevalecer la voluntad general por encima de las facciones. En fin, si en Venezuela no creamos un centro de gravedad, las luchas intestinas terminarán socavando el futuro de la República en menos de lo que nos imaginamos.

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