Desde noviembre de 2017 se comenzaron a ver los primeros retrasos en el pago de la deuda externa del país, ante la grave hiperinflación que vivía Venezuela. Ya en 2018 era público y notorio que el país no podría honrar sus acreencias en términos de pagos de intereses de los bonos venezolanos. Desde entonces, aunque no haya sido oficialmente aceptado, la deuda externa de nuestro país se encuentra en default.
La deuda externa venezolana puede estimarse al día de hoy en unos 160 mil millones de dólares, incluyendo el pago de intereses y capital vencidos de los bonos de la República y de PDVSA, así como el pago a proveedores, acuerdos internacionales y compromisos comerciales. Lo mencionado, entre otros, incluye las deudas que sostiene nuestro país con China, Rusia y Brasil, así como los compromisos de pago establecidos por tribunales internacionales por los litigios existentes con diferentes empresas que han sido expropiadas o afectadas por el Estado venezolano.
Aunque no se han publicado cifras oficiales sobre el PIB venezolano, se puede calcular que en 2022 el indicador cerró en torno a los 60 mil millones de dólares, con ingresos por concepto de exportaciones que no superaron los 20 mil millones. Lo mencionado da cuentas de que la deuda externa venezolana alcanza un 250% de nuestro PIB, lo que resulta una cifra estrambótica para el tamaño de la economía nacional.
Diferentes fuentes consultadas, consideran que para la recuperación estructural de la economía venezolana a los niveles previos a la hiperinflación que comenzara en 2016, son requeridos alrededor de 100 mil millones de dólares en el curso de unos 5 años. Estos recursos deberían ser empleados para inversión en temas de servicios básicos, reactivación de la industria petrolera, así como asuntos sociales básicos como la alimentación, salud, educación, vivienda y seguridad ciudadana; entre otros.
Si realizamos una suma elemental, entre el pago de la deuda externa y la inversión requerida para recuperar a nuestra amada patria, Venezuela podría requerir unos 300 mil millones de dólares durante el curso de varios años.
No hay que ser un experto para darse cuenta que es un país muy endeudado y con bajos ingresos que no permiten tan siquiera cubrir las necesidades básicas de la población. No dista mucho esta realidad macroeconómica de la que viven la mayoría de los venezolanos de a pie: con escasos ingresos y endeudados.
No hay una formula mágica ni poco menos para salir de una situación económica tan grave como la actual. Pero si se tratara de cualquier persona la que nos expone una crisis similar, las recomendaciones más elementales dadas por usted o por mí, serian algo así como: trata de incrementar tus ingresos, ahorra y no gastes en cosas innecesarias, y, por favor, paga tus deudas.
Para incrementar los ingresos, Venezuela cuenta con ingentes reservas naturales, especialmente minerales, que en su conjunto, al precio mercado actual pueden preciarse en unos 30 trillones de dólares (unas 190 veces el monto de la deuda externa nacional).
Resulta de Perogrullo, que para la explotación y aprovechamiento de dichos recursos, entre ellos, las reservas petroleras más grandes del mundo, hace falta una importante inversión. La fuente de dinero para tal inversión puede provenir de capitales privados, pero el monto más sustancial que usan los países de nuestra región suele proceder de la emisión de deuda soberana y/o del financiamiento de organismos multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Imaginarán queridos lectores, que siendo Venezuela un país en impago, difícilmente podría obtener dinero de nuevas emisiones de deuda soberana, así como difícilmente podría obtener prestamos de las multilaterales mencionadas.
Estamos pues atrapados en un círculo vicioso, que para aumentar nuestros ingresos necesitamos buenas cantidades de dinero, pero ni en sueños, podríamos conseguir algún apoyo financiero dada las deudas pasadas que no hemos honrado.
Obviamente, una buena medida para comenzar a aspirar a financiamiento internacional pasa por mostrar voluntad de pago y hacer una reestructuración o plan de pagos de nuestra deuda externa. Esto que resulta bastante elemental, encuentra un impedimento legal en las sanciones americanas contra Venezuela.
Sí, así como se lo digo, la Orden Ejecutiva 13808 de la Oficina de Control Activos Extranjeros de los EE. UU. (OFAC), del año 2017, impide a nuestro país, cualquier nuevo endeudamiento.
Apenas el pasado 1 de mayo, la OFAC autorizó a la Asamblea Nacional opositora de 2015 el poder negociar con los bonos de deuda venezolana. No sabemos todavía lo que significará esta licencia en términos prácticos, pero sin duda resulta en un flaco favor para la mayoría de los venezolanos, ya que para nada esto se traduciría en una posibilidad de financiamiento internacional a corto plazo para el gobierno oficialista, que por cierto, es el único gobierno que hoy existe en Venezuela, nos guste o no.
Estamos lamentablemente en una situación compleja en lo político, porque las sanciones impiden que Venezuela pueda encontrar alivio a sus males económicos. Lo que más preocupa, es que sin acuerdos entre el oficialismo y la oposición respecto a las elecciones de 2024, el gobierno gringo ha sido explícito respecto a que no se modificaran sustancialmente las sanciones contra Venezuela. Mientras tanto los políticos de un lado y otro, siguen pensando en política y no en el bienestar económico suyo o mío, que somos ciudadanos de a pie.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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La deuda externa venezolana puede estimarse al día de hoy en unos 160 mil millones de dólares, incluyendo el pago de intereses y capital vencidos de los bonos de la República y de PDVSA, así como el pago a proveedores, acuerdos internacionales y compromisos comerciales. Lo mencionado, entre otros, incluye las deudas que sostiene nuestro país con China, Rusia y Brasil, así como los compromisos de pago establecidos por tribunales internacionales por los litigios existentes con diferentes empresas que han sido expropiadas o afectadas por el Estado venezolano.
Aunque no se han publicado cifras oficiales sobre el PIB venezolano, se puede calcular que en 2022 el indicador cerró en torno a los 60 mil millones de dólares, con ingresos por concepto de exportaciones que no superaron los 20 mil millones. Lo mencionado da cuentas de que la deuda externa venezolana alcanza un 250% de nuestro PIB, lo que resulta una cifra estrambótica para el tamaño de la economía nacional.
Diferentes fuentes consultadas, consideran que para la recuperación estructural de la economía venezolana a los niveles previos a la hiperinflación que comenzara en 2016, son requeridos alrededor de 100 mil millones de dólares en el curso de unos 5 años. Estos recursos deberían ser empleados para inversión en temas de servicios básicos, reactivación de la industria petrolera, así como asuntos sociales básicos como la alimentación, salud, educación, vivienda y seguridad ciudadana; entre otros.
Si realizamos una suma elemental, entre el pago de la deuda externa y la inversión requerida para recuperar a nuestra amada patria, Venezuela podría requerir unos 300 mil millones de dólares durante el curso de varios años.
No hay que ser un experto para darse cuenta que es un país muy endeudado y con bajos ingresos que no permiten tan siquiera cubrir las necesidades básicas de la población. No dista mucho esta realidad macroeconómica de la que viven la mayoría de los venezolanos de a pie: con escasos ingresos y endeudados.
No hay una formula mágica ni poco menos para salir de una situación económica tan grave como la actual. Pero si se tratara de cualquier persona la que nos expone una crisis similar, las recomendaciones más elementales dadas por usted o por mí, serian algo así como: trata de incrementar tus ingresos, ahorra y no gastes en cosas innecesarias, y, por favor, paga tus deudas.
Para incrementar los ingresos, Venezuela cuenta con ingentes reservas naturales, especialmente minerales, que en su conjunto, al precio mercado actual pueden preciarse en unos 30 trillones de dólares (unas 190 veces el monto de la deuda externa nacional).
Resulta de Perogrullo, que para la explotación y aprovechamiento de dichos recursos, entre ellos, las reservas petroleras más grandes del mundo, hace falta una importante inversión. La fuente de dinero para tal inversión puede provenir de capitales privados, pero el monto más sustancial que usan los países de nuestra región suele proceder de la emisión de deuda soberana y/o del financiamiento de organismos multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Imaginarán queridos lectores, que siendo Venezuela un país en impago, difícilmente podría obtener dinero de nuevas emisiones de deuda soberana, así como difícilmente podría obtener prestamos de las multilaterales mencionadas.
Estamos pues atrapados en un círculo vicioso, que para aumentar nuestros ingresos necesitamos buenas cantidades de dinero, pero ni en sueños, podríamos conseguir algún apoyo financiero dada las deudas pasadas que no hemos honrado.
Obviamente, una buena medida para comenzar a aspirar a financiamiento internacional pasa por mostrar voluntad de pago y hacer una reestructuración o plan de pagos de nuestra deuda externa. Esto que resulta bastante elemental, encuentra un impedimento legal en las sanciones americanas contra Venezuela.
Sí, así como se lo digo, la Orden Ejecutiva 13808 de la Oficina de Control Activos Extranjeros de los EE. UU. (OFAC), del año 2017, impide a nuestro país, cualquier nuevo endeudamiento.
Apenas el pasado 1 de mayo, la OFAC autorizó a la Asamblea Nacional opositora de 2015 el poder negociar con los bonos de deuda venezolana. No sabemos todavía lo que significará esta licencia en términos prácticos, pero sin duda resulta en un flaco favor para la mayoría de los venezolanos, ya que para nada esto se traduciría en una posibilidad de financiamiento internacional a corto plazo para el gobierno oficialista, que por cierto, es el único gobierno que hoy existe en Venezuela, nos guste o no.
Estamos lamentablemente en una situación compleja en lo político, porque las sanciones impiden que Venezuela pueda encontrar alivio a sus males económicos. Lo que más preocupa, es que sin acuerdos entre el oficialismo y la oposición respecto a las elecciones de 2024, el gobierno gringo ha sido explícito respecto a que no se modificaran sustancialmente las sanciones contra Venezuela. Mientras tanto los políticos de un lado y otro, siguen pensando en política y no en el bienestar económico suyo o mío, que somos ciudadanos de a pie.
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