Cuenta la leyenda que cada cíclope tenía un solo ojo porque intercambiaron el otro con el dios Hades, a cambio de la capacidad de ver el futuro. Pero Hades los engañó, la única visión que les mostró a los gigantes míticos fue el día de su muerte. Llevaron este conocimiento a lo largo de sus vidas como una carga: la tortura interminable de ser advertidos y, sin embargo, no tener la capacidad de hacer nada al respecto.
Desde la antigüedad, el envejecimiento se ha considerado indetenible, como el camino de la naturaleza. El filósofo griego y médico, Galeno, argumentó en el siglo II después de la era común, que el envejecimiento es un proceso natural y las otras afecciones como el cáncer, la demencia, la fragilidad física, se vuelven más comunes a medida que envejecemos. Todo lo que nos dice, es que vamos a morir y no hay forma de cambiarlo. Tenemos menos control sobre nuestro destino que un cíclope. ¡La muerte es inevitable!
Las dietas especiales, los programas de ejercicio, suplementos y vitaminas, buscan darnos calidad de vida y se supone que nos ayudan a vivir más tiempo. Quizás funcione, tanto es así que la esperanza de vida promedio de nosotros, los venezolanos, ha pasado de unos 40 años en 1850 a 71 en la actualidad. ¿Significa esto que estamos desacelerando la muerte?
Un nuevo estudio publicado el miércoles en la revista Nature Communications dice que probablemente no estamos engañando a la “pelona”, sin importar lo que hagamos, eventualmente envejeceremos y moriremos. Han confirmado que es poco probable reducir la velocidad con la que envejecemos, debido a limitaciones biológicas. Los investigadores dicen, que es más factible que el aumento en la esperanza de vida humana sea el resultado estadístico de una mejor supervivencia para niños y adultos jóvenes, no una ralentización del reloj de envejecimiento. La investigación comparó datos de nueve poblaciones humanas y 30 poblaciones de primates no humanos.
El estudio realizado por una colaboración internacional de científicos de 14 países, se propuso probar la hipótesis de la “tasa invariante de envejecimiento”, lo que indica que en promedio cada especie tiene una expectativa de vida fija. Para explorar esta hipótesis, el equipo de investigación analizó la relación entre la esperanza de vida, que es la edad promedio a la que mueren los individuos en una población, y la igualdad de la esperanza de vida, que da una idea de la cercanía de las edades de fallecimiento entre los individuos de una especie. Es decir, a medida que las personas viven más, las edades a las que mueren se vuelven más similares.
Numerosos estudios han sondeado el proceso de envejecimiento humano con la esperanza de ralentizar o incluso revertir su inevitable marcha solemne. Esta nueva investigación, sin embargo, es la primera que compara el envejecimiento humano con el de otras especies, para obtener una perspectiva más completa de lo que está sucediendo. Desafortunadamente, aunque la esperanza de vida promedio ha aumentado con el tiempo, el proceso real de envejecimiento permanece sin cambios y sigue existiendo un punto final finito en todo el viaje.
Para comprender si este patrón es exclusivamente humano, los investigadores recurrieron a nuestros primos más cercanos: los primates no humanos, incluidos gorilas, chimpancés y babuinos que viven en la naturaleza y en los zoológicos. Lo que encontraron es que la estrecha relación entre la esperanza de vida y la igualdad de la esperanza de vida, está muy extendida entre los primates y los humanos. ¿Pero por qué? En la mayoría de los mamíferos, el riesgo de muerte es alto a edades muy tempranas y relativamente bajo en la edad adulta, luego aumenta nuevamente tras el inicio de la vejez. ¿Podría una mayor esperanza de vida deberse a que las personas envejecen más lentamente y viven más tiempo? Las poblaciones de primates nos dicen que la respuesta es: no. En otras palabras, la esperanza de vida y la igualdad de la esperanza de vida no dependen de la velocidad a la que las personas envejecen, sino de la cantidad de niños y adultos jóvenes que mueren por motivos no relacionados con la vejez.
Usando modelos matemáticos y estadísticos, los autores observaron que no solo los humanos, sino también otras especies de primates expuestas a diferentes ambientes, logran vivir más tiempo reduciendo la mortalidad infantil y juvenil. Estos resultados apoyan la hipótesis de la “tasa invariante de envejecimiento”. “Nuestros hallazgos apoyan la teoría de que, en lugar de ralentizar la muerte, las personas viven mucho más debido a una reducción en la mortalidad a edades tempranas”, indican los investigadores. En múltiples especies, una gran parte de los individuos murieron jóvenes, desplazando la esperanza de vida a la baja. Pero la mayoría de las personas y los primates que superaron ese primer obstáculo vivieron una vida plena. A medida que ocurrieron las mejoras médicas, sociales y ambientales, la esperanza de vida aumentó. Por lo tanto, no es que las personas estén envejeciendo más lentamente, sino que las reducciones en la mortalidad infantil, aumentan nuestra medida estadística de la esperanza de vida promedio.
Las estadísticas confirmaron que las personas viven más a medida que mejoran la salud y las condiciones de vida, lo que conduce a una mayor longevidad en toda la población. ¡No todo está perdido! La ciencia médica ha avanzado a un ritmo sin precedentes y tal vez llegaremos a reducir la tasa de envejecimiento. Mientras tanto, aprovechemos este tiempo de vida.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Desde la antigüedad, el envejecimiento se ha considerado indetenible, como el camino de la naturaleza. El filósofo griego y médico, Galeno, argumentó en el siglo II después de la era común, que el envejecimiento es un proceso natural y las otras afecciones como el cáncer, la demencia, la fragilidad física, se vuelven más comunes a medida que envejecemos. Todo lo que nos dice, es que vamos a morir y no hay forma de cambiarlo. Tenemos menos control sobre nuestro destino que un cíclope. ¡La muerte es inevitable!
Las dietas especiales, los programas de ejercicio, suplementos y vitaminas, buscan darnos calidad de vida y se supone que nos ayudan a vivir más tiempo. Quizás funcione, tanto es así que la esperanza de vida promedio de nosotros, los venezolanos, ha pasado de unos 40 años en 1850 a 71 en la actualidad. ¿Significa esto que estamos desacelerando la muerte?
Un nuevo estudio publicado el miércoles en la revista Nature Communications dice que probablemente no estamos engañando a la “pelona”, sin importar lo que hagamos, eventualmente envejeceremos y moriremos. Han confirmado que es poco probable reducir la velocidad con la que envejecemos, debido a limitaciones biológicas. Los investigadores dicen, que es más factible que el aumento en la esperanza de vida humana sea el resultado estadístico de una mejor supervivencia para niños y adultos jóvenes, no una ralentización del reloj de envejecimiento. La investigación comparó datos de nueve poblaciones humanas y 30 poblaciones de primates no humanos.
El estudio realizado por una colaboración internacional de científicos de 14 países, se propuso probar la hipótesis de la “tasa invariante de envejecimiento”, lo que indica que en promedio cada especie tiene una expectativa de vida fija. Para explorar esta hipótesis, el equipo de investigación analizó la relación entre la esperanza de vida, que es la edad promedio a la que mueren los individuos en una población, y la igualdad de la esperanza de vida, que da una idea de la cercanía de las edades de fallecimiento entre los individuos de una especie. Es decir, a medida que las personas viven más, las edades a las que mueren se vuelven más similares.
Numerosos estudios han sondeado el proceso de envejecimiento humano con la esperanza de ralentizar o incluso revertir su inevitable marcha solemne. Esta nueva investigación, sin embargo, es la primera que compara el envejecimiento humano con el de otras especies, para obtener una perspectiva más completa de lo que está sucediendo. Desafortunadamente, aunque la esperanza de vida promedio ha aumentado con el tiempo, el proceso real de envejecimiento permanece sin cambios y sigue existiendo un punto final finito en todo el viaje.
Para comprender si este patrón es exclusivamente humano, los investigadores recurrieron a nuestros primos más cercanos: los primates no humanos, incluidos gorilas, chimpancés y babuinos que viven en la naturaleza y en los zoológicos. Lo que encontraron es que la estrecha relación entre la esperanza de vida y la igualdad de la esperanza de vida, está muy extendida entre los primates y los humanos. ¿Pero por qué? En la mayoría de los mamíferos, el riesgo de muerte es alto a edades muy tempranas y relativamente bajo en la edad adulta, luego aumenta nuevamente tras el inicio de la vejez. ¿Podría una mayor esperanza de vida deberse a que las personas envejecen más lentamente y viven más tiempo? Las poblaciones de primates nos dicen que la respuesta es: no. En otras palabras, la esperanza de vida y la igualdad de la esperanza de vida no dependen de la velocidad a la que las personas envejecen, sino de la cantidad de niños y adultos jóvenes que mueren por motivos no relacionados con la vejez.
Usando modelos matemáticos y estadísticos, los autores observaron que no solo los humanos, sino también otras especies de primates expuestas a diferentes ambientes, logran vivir más tiempo reduciendo la mortalidad infantil y juvenil. Estos resultados apoyan la hipótesis de la “tasa invariante de envejecimiento”. “Nuestros hallazgos apoyan la teoría de que, en lugar de ralentizar la muerte, las personas viven mucho más debido a una reducción en la mortalidad a edades tempranas”, indican los investigadores. En múltiples especies, una gran parte de los individuos murieron jóvenes, desplazando la esperanza de vida a la baja. Pero la mayoría de las personas y los primates que superaron ese primer obstáculo vivieron una vida plena. A medida que ocurrieron las mejoras médicas, sociales y ambientales, la esperanza de vida aumentó. Por lo tanto, no es que las personas estén envejeciendo más lentamente, sino que las reducciones en la mortalidad infantil, aumentan nuestra medida estadística de la esperanza de vida promedio.
Las estadísticas confirmaron que las personas viven más a medida que mejoran la salud y las condiciones de vida, lo que conduce a una mayor longevidad en toda la población. ¡No todo está perdido! La ciencia médica ha avanzado a un ritmo sin precedentes y tal vez llegaremos a reducir la tasa de envejecimiento. Mientras tanto, aprovechemos este tiempo de vida.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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