Hablar de futuro en Venezuela y más cuando de economía se trata, es poco menos que hacer un acto de cartomancia. Después del intento de caminar por el escabroso terreno político y social correspondiente a la entrega de la semana pasada, ahora revisaremos qué podría depararnos lo económico para el año entrante.
Cepal y FMI
Las proyecciones de distintas organizaciones y agencias financieras coinciden en que, Venezuela sería la economía con mayor crecimiento en Latinoamérica en 2023. La Cepal y el FMI pronostican que en el contexto de un crecimiento latinoamericano de 3,5 % Venezuela aumentará su PIB en un 5 % a 6,5 %. Otras predicciones más halagüeñas nos hablan de crecimientos de hasta el 10% para nuestro país, aun sin mejoras sustanciales de las condiciones políticas y sanciones que vivimos.
Con un crecimiento al cierre de 2022 del 12%, según los mismos organismos, y una sustancial mejora de la inflación y devaluación respecto al año pasado, no suenan descabelladas las cifras mencionadas.
Las principales palancas para que Venezuela pueda seguir la senda de la recuperación en el contexto de una recesión económica mundial, derivan de la difícil situación geoeconómica y geopolítica que atraviesa el mundo.
La guerra Rusia-Ucrania, la amenaza de conflicto entre China y Taiwán, así como la inestabilidad política del medio Oriente, hace que los gringos y europeos, sonrían a Venezuela como fuente de energía para el año venidero.
No obstante, el descenso de la demanda dada por la contracción de las economías consolidadas se espera que, en 2023, los precios del petróleo se mantengan en torno a los 80 dólares por barril. Esto, debido a que Rusia -tradicionalmente el mayor exportador de petróleo del mundo- seguirá con el veto internacional interpuesto por los países de la OTAN. Lo anterior, determinará que la balanza entre oferta y consumo de crudo se mantenga deficitaria como hoy ocurre.
Por lo mencionado, la OFAC, emitió la licencia 41 para que Chevron reinicie sus operaciones en Venezuela. Asimismo, se espera que durante el año entrante las multinacionales, Eni y Repsol, y quizás, otras tantas, se hagan de autorizaciones similares para “arrancar” la explotación y exportación petrolera en Venezuela.
Según la Cámara Petrolera Venezolana, duplicar la producción petrolera actual de 700.000 barriles diarios, demandaría una inversión en términos de capital de trabajo de no más de 20.000 millones de dólares durante un periodo de 18 meses. Lo mencionado, da para inferir que, a finales de 2023, muy probablemente, el gobierno nacional logrará alcanzar la meta de producción de 1 millón de barriles diarios, lo que casi duplicaría los ingresos por concepto de exportación petrolera para la nación.
Las remesas, hoy estimadas en 4.200 millones de dólares, sumadas a las exportaciones de oro y otros minerales, así como en menor medida las exportaciones de rubros no tradicionales podrían abonar sustancialmente a la balanza comercial. Para el año 2023, se prevé que ingresen al país unos 20 mil millones de dólares por concepto de exportaciones, cifra sustancialmente mayor a los 15 mil millones dólares estimados para el cierre de este año.
El 2022 cerrará con una inflación cercana al 180% y una devaluación del 240%, que, si bien resultan porcentajes indigestos, son sustancialmente más bajos que el 600% de inflación y el 400% de devaluación observadas en 2021.
En 2023, la mayoría de los analistas coincide que la inflación y la devaluación se situarán en cifras cercanas al 80%, siempre que el gobierno mantenga las políticas de disciplina fiscal e intervenciones cambiarias que lo han caracterizado este año.
Los escenarios señalados son conservadores, ya que no toman en cuenta grandes virajes políticos nacionales o internacionales, que incentivarían a la OFAC a un acelerado aligeramiento de las sanciones, que hoy ahorcan al país. Tampoco incluyen posibles beneficios de la apertura de las relaciones bilaterales con Colombia y Brasil, así como los coqueteos iniciales con la CAN y Mercosur.
Esperamos que la economía en 2023, desde el punto de vista sectorial sea dinamizada por los sectores comercial y de producción de materia prima, sin ver el encendido de la actividad industrial.
Arquitectura de consumo
En 2022, el venezolano en promedio alcanzó ingresos de 150 dólares mensuales, lo que se espera que aumente a 200 dólares en 2023.
Lo señalado, incrementará el poder adquisitivo del venezolano en un marco de gran asimetría social, aunque con mejora de la pobreza multidimensional, ya estimada este año en un 15%, según la ENCOVI.
La arquitectura de consumo beneficiará a un 20% de la población con ingresos mensuales superiores a los 2.000 dólares. Un 45% verá ingresos entre los 200 y 2.000 dólares y el 35% se mantendrá en pobreza crítica.
Muy probablemente, el consumo de lujo y de nicho, hoy con gran oferta de bienes y servicios, llegará a su punto de saturación y comenzaremos a ver la proliferación de productos destinados al micro-consumo o consumo del “día a día”.
En virtud de lo señalado, esperamos encontrar productos nacionales e importados, destinados al segmento bajo de mercado, caracterizados por tener empaques pequeños, menor precio, buscando además satisfacer el carácter aspiracional del venezolano, desde el punto de vista de aspecto y calidad.
Otro tanto pasará con los servicios, viendo una proliferación de micro-seguros, microcréditos, micro-salud, micro-entretenimiento, micro-comunicaciones y muchos otros, que se erigirán como paquetes de servicios limitados en términos de cantidad y alcance, a un costo asequible.
Seremos testigos en 2023 de cómo las empresas nacionales o extranjeras que hagan vida en Venezuela ajustan su modelo de negocio para servir a un importante sector de la población.
El segmento de micro-consumo es harto conocido por los colombianos y los brasileños, por lo que, a la luz de la reanudación de relaciones comerciales con ambas naciones, si los empresarios venezolanos “no nos ponemos las pilas”, vamos a ser barridos por el empresariado de esos países.
Pues sí, el 2023 no pinta mal para Venezuela, si lo comparamos con años anteriores. Falta mucho camino por recorrer para lograr una recuperación estructural de la economía y tejido social de nuestra amada patria.
¡Feliz Navidad!
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Del mismo autor: Venezuela 2023: una política predecible y lo social, una calamidad