Un colapso en importaciones, causado por el importante deterioro de la producción petrolera, es la principal causa de la implosión económica de Venezuela. La caída en la extracción de crudo inició con el desplome de los precios a principios de 2016, pero se intensificó cuando la industria perdió acceso a los mercados financieros en 2017.

La versión en inglés de este artículo fue publicado en la página de Venezuela del Washington Office on Latin América.

Durante los últimos cinco años, Venezuela ha experimentado la caída más pronunciada en los estándares de vida jamás visto por ningún país en la historia de América Latina. Entre 2013 y 2018, el ingreso per cápita del país se ha contraído casi 40%, un declive similar al observado en Irak y Siria durante los conflictos armados recientes. La nación ha sufrido significativos aumentos en los índices de desnutrición y cerca de dos millones de personas han abandonado el país.

Decir que las políticas de Maduro y Chávez son culpables de este colapso es cierto, pero también trivial. El chavismo ha estado en el poder por casi 20 años, así que resulta evidente que casi prácticamente todo lo que pasa en Venezuela ahora – a excepción tal vez del sismo del mes pasado – es consecuencia directa e indirecta de sus acciones dirigiendo el país. Pero esto no nos dice nada sobre los mecanismos a través de los cuales el país se ha vuelto más pobre y las razones por las cuales hemos visto este dramático detrimento surgir solo en los últimos años.

En este artículo, presento un esquema para pensar en el desempeño de la economía que le asigna un papel central en el colapso al sector petrolero. Argumento que la economía venezolana ha implosionado porque es incapaz de importar, y esto es así porque sus ingresos petroleros se han desplomado.  Si bien durante el inicio de la crisis la caída en las exportaciones pudo haber sido consecuencia de la caída en los precios, más recientemente, ha sido impulsada por la caída de la producción de crudo.

También expongo algunas hipótesis sobre los motores clave de la contracción en el sector petrolero. Destaco que hay dos puntos de inflexión en la serie histórica de la producción petrolera: a principios de 2016, cuando los precios cayeron por debajo de USD 30, y a finales de 2017, cuando el sector petrolero perdió acceso al financiamiento internacional. Sostengo que, durante 2017, prestar a Venezuela se hizo progresivamente “tóxico”, en el sentido que los intermediarios financieros que negocian con el país han tenido que pagar altos costos reputacionales y regulatorios. La pérdida resultante del acceso al crédito parece haber contribuido a precipitar el colapso del bombeo de crudo, impulsando la contracción económica.

El colapso de las importaciones y la crisis de liquidez

Empecemos enfocándonos en la más evidente causa aproximada del colapso económico de Venezuela: la enorme contracción en las importaciones ocurrida en los años recientes. Entre 2012 y 2017, la importación de bienes y servicios cayó 80,9%. En una economía altamente dependiente de las importaciones, como la de Venezuela, una caída de las importaciones es causa obligatoria del colapso en el crecimiento.

La alta dependencia de Venezuela de las importaciones es en gran medida resultado de su gran ventaja comparativa en el petróleo, así como del fracaso de los intentos de diversificar la economía. El sector no petrolero del país está esencialmente dedicado a la producción y venta de bienes con un alto componente importado, a través del cual la economía gasta los recursos obtenidos de las exportaciones de crudo. Cuando hay menos dólares, la economía en su conjunto se contrae.

La data corrobora claramente está relación. La correlación simple entre crecimiento económico y las importaciones en Venezuela es de 0,83; la elasticidad del incremento del Producto Interno Bruto (PIB) con respecto al crecimiento de las compras externas es de 0,23%. En otras palabras, una caída de cuatro puntos porcentuales en las importaciones conlleva a una contracción de un punto porcentual en el PIB. Esta relación explica bastante bien el colapso del PIB durante los últimos cinco años: entre 2012 y 2017, el PIB se contrajo un tercio, mientras que las importaciones se redujeron cuatro quintos.[2]

Hasta este punto, la explicación es simple: los estándares de vida de los venezolanos han caído porque la economía puede pagar muchas menos importaciones que en el pasado. Pero ¿por qué el país no puede seguir pagando importaciones? Aquí no tenemos que mirar muy lejos. Las importaciones se desplomaron por que las exportaciones lo hicieron también. En 2012, Venezuela capturó casi USD 100 millardos en ventas a todo el mundo. El año pasado, vendió el equivalente a USD 32 millardos.

Tal como una persona o una familia, una economía que sufre de una elevada reducción en lo que vende a otras economías podrá comprarles mucho menos. Sencillamente, Venezuela ha sufrido de una caída de dos tercios en su pago anual. Cualquier país que sufra de una contracción tan alta en sus ingresos experimentará un detrimento en sus estándares de vida.

En este punto es necesario hacer una salvedad. Cuando las exportaciones de una economía caen, las importaciones no necesariamente se reducen inmediatamente si esta puede pedir prestado o sacar de sus ahorros para poder amortiguar el golpe. Esta es la razón por la cual a los países sujetos a una alta volatilidad en sus términos de intercambio se les aconseja ahorrar durante los periodos de bonanza. Y esto es precisamente lo que Venezuela no hizo.

La culpa de esto recae directamente en el gobierno de Hugo Chávez, quien dirigió la economía durante el boom externo más grande de la historia y, básicamente, se lo gastó todo. Como resultado de la decisión de Chávez de invertir dinero en absolutamente todo –desde pagar nacionalizaciones hasta comprar el apoyo de los países del Caribe con petróleo barato–, Venezuela terminó en una posición mucho más vulnerable que cualquier otro país exportador de petróleo cuando llegó el shock. A finales de 2013, a pesar de un prolongado período de boyantes mercados petroleros que había llevado al precio del petróleo por encima de USD 100, las reservas internacionales de Venezuela solo tenían USD 22 millardos, suficiente para pagar cinco meses de importaciones. En contraste, para el momento, Arabia Saudita había acumulado USD 725 millardos en reservas, que cubrían 5 años de importaciones.

Sin embargo, tomar prestado o usar tus activos solo te ayudará por un cierto  tiempo si tu ingreso cae permanentemente. Incluso si Venezuela hubiese ahorrado más durante el boom, habría tenido que ajustar sus niveles de gasto si los ingresos por exportaciones no se hubiesen recuperado. Un fondo de ahorro para momentos difíciles hubiese podido ayudar a facilitar el ajuste en el tiempo, pero un ajuste habría sido inevitable tarde o temprano.

Los desvanecientes ingresos por exportaciones de Venezuela

¿Y entonces, cuál es la explicación del colapso de las exportaciones? El Gráfico 1 muestra que las exportaciones siguen a los precios del petróleo relativamente bien hasta la primera mitad de 2016.

desempeño petroleo venezolano

Esto significa que el país estaba exportando un número de barriles relativamente constante y que la caída en las ventas fue causada por la baja de los precios. Sin embargo, a partir del segundo semestre de 2016, los precios comenzaron a recuperarse, pero las exportaciones petroleras no. La razón es que la producción de crudo comenzó a caer, por lo que el país estaba vendiendo cada vez menos al resto del mundo. El Gráfico 2 muestra este fenómeno más directamente, trazando cómo la producción de crudo venezolana se desplomó a casi la mitad entre 2016 y 2018.

Para entender la magnitud de este efecto, consideremos cuánto estaría ingresando a Venezuela hoy por exportaciones de petróleo si la producción no hubiese caído. Si el país estuviese vendiendo actualmente la misma cantidad de barriles que en 2015, habría exportado USD 51 millardos en petróleo este año. En contraste, Venezuela solo venderá internacionalmente USD 23 millardos en crudo en 2018 (y, si la caída de la producción continúa, USD 16 millardos en 2019). Podemos afirmar con certeza que si el país estuviese recibiendo USD 28 millardos más al año en ingresos por exportaciones, habría experimentado un declive mucho menor en sus estándares de vida.

La implosión del sector petrolero

En conclusión, si se quiere entender la implosión económica de Venezuela, hay que comprender lo ocurrido con sus exportaciones petroleras. Hay, por supuesto, muchas políticas equivocadas implementadas por Chávez y Maduro en los últimos 20 años, pero muchas de ellas – como, por ejemplo, las expropiaciones de tenencias agrícolas – son esencialmente irrelevantes para la producción de crudo. Nuestro análisis sugiere que es necesario enfocarse en lo que conllevó a la caída del sector petrolero.[3]

Lo más llamativo de la caída de la producción petrolera venezolana es que la se trata de un proceso bastante discontinuo. El bombeó se contrajo durante los primeros años de la administración de Chávez, pero se estabilizó bastante después de 2008. El declive que empezó a principios de 2016 viene después de una época de estabilización de 8 años en la cual, de hecho, la producción aumentó moderadamente. Durante sus primeros 16 años en el poder, el chavismo logró mantener con vida a su vaca lechera, solo para matarla tres años después.[4]

El punto de no retorno llegó a principios de 2016. Entre enero de 2016 y agosto de 2017, el país perdió 389 mil barriles diarios de producción, un promedio mensual de 19 mil barriles diarios. Entonces, a finales de 2017, el sector petrolero del país entró en caída libre. Entre agosto de 2017 y agosto de 2018, la nación perdió 701 mil barriles diarios, para una caída mensual promedio de 58 mil barriles diarios, más del triple de la tasa de contracción absoluta de los últimos 20 meses. La data muestra claramente dos puntos de inflexión en la tendencia: el principio de la caída inicial, cerca de enero de 2016, y la aceleración del declive, después de agosto de 2017.

Sospechosos usuales e inusuales

Ahora, cualquier análisis de las causas usando una sola serie histórica del país es, en el mejor de los casos, especulativa. Los métodos cuantitativos modernos no pueden ofrecer respuestas definitivas a las preguntas sobre causalidad en la data no experimental, incluso con bases de datos muy grandes. Por lo tanto, lo que se puede decir sobre las causas de la evolución de la tendencia histórica de una economía es muy limitado. Dicho esto, aún vale la pena pensar a través de diferentes hipótesis y preguntarse si éstas hubiesen conducido a los patrones observados en la data.

El hecho de que la primera etapa de la caída en la producción comience en 2016, apunta al desplome de los precios petroleros registrado en aquel momento. Aunque los precios habían caído de forma constante desde mediados de 2014, alcanzaron su punto más bajo a inicios de 2016. La cesta petrolera tocó un mínimo de 13 años, comercializándose en USD 21,6 por barril hacia finales de enero, reflejado el colapso del contexto global.

Una caída en la producción es lo que uno normalmente esperaría en cualquier industria que vea sus precios caer en esta magnitud, particularmente si tiene un alto costo marginal de producción, tal como el caso de algunos campos en el este de Venezuela. De hecho, estimaciones del sector privado muestran que hasta 2016, la caída de la producción en los campos petroleros tradicionales estaba siendo compensada por el desempeño de las empresas mixtas en la Faja Petrolífera del Orinoco. En 2016, la producción de estos campos de crudo pesado y extrapesado comenzó a caer, arrastrando hacia abajo la tendencia general.

Con el propósito de comparar, el Gráfico 2 muestra la evolución de la producción petrolera colombiana durante el mismo período. La nación vecina también produce petróleo de alto costo; luego de que el costo mínimo de producción superó al precio del petróleo, ya no resultaba rentable producir esos barriles. Tal como muestra el gráfico, la caída de la producción petrolera colombiana durante este periodo fue bastante similar a la venezolana en términos de magnitud. Esto sugiere que la etapa inicial del declive de producción estaba en línea con lo que puede explicarse basándose en la caída de la rentabilidad causada por el colapso de los precios en un productor con altos costos.[5]

Lo que no puede ser explicado fácilmente por la reducción de los precios es el colapso en el bombeo ocurrido después de agosto de 2017, ya que los precios estaban aumentando claramente para entonces. Es posible que esta contracción pueda ser explicada por el efecto acumulado de la desinversión pasada, lo cual parece haber empeorado como resultado de la crisis de liquidez que se dio después de 2016. De hecho, la data oficial de PDVSA muestra que la inversión cayó en más de 50% entre 2014 y 2016 (a pesar de que esto es parcialmente el resultado de efectos contables de la depreciación de la moneda, lo cual redujo los costos domésticos de producción).

Sin embargo, la magnitud de la caída posterior a agosto tomó a muchos observadores por sorpresa. En una nota de abril de 2017, IPD Latin America – tal vez la consultora petrolera más prominente que cubre Venezuela – predijo en su “peor escenario” una caída de 13% en la producción de 2017 y una tasa de contracción promedio anual de 6% en los 3 años siguientes. En contraste, la producción cayó 19% en 2017 y 25% en los primeros ocho meses de 2018. Los taladros activos, usualmente utilizados como indicador adelantado de producción se redujeron en 2016 pero se estabilizaron en la primera mitad de 2017, llevando a los analistas a esperar una estabilización de la producción de crudo.

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[1] El autor es economista jefe en Torino Economics, una firma de consultoría financiera basada en Nueva York. Agradezco a María Eugenia Boza, Dorothy Kronick, Francisco Monaldi, Victor Sierra, David Smilde y William Neuman por sus comentarios y sugerencias. Sin embargo, me hago totalmente responsable por cualquier posible error en este artículo.
[2] Las elasticidades son comúnmente estimadas usando logaritmos naturales que garantizan que el estimado sea invariable con respecto a la escala de las variables. Una reducción de un tercio es equivalente a una reducción de 41 puntos logarítmicos, mientras que una contracción de 80% es igual a una contracción de 166 puntos logarítmicos. La proporción entre estas dos caídas, 25%, es muy cercana a nuestro estimado de elasticidad obtenido usando data de 1998 a 2015 (el último año en el que el Banco Central publicó cifras oficiales). Las variaciones logarítmicas tienden a ser aproximaciones cercanas de cambios porcentuales cuando estos son pequeños, pero pueden diferir significativamente, tal como en este caso, cuando los cambios son grandes.
[3] Vea Monaldi, Francisco “La implosión de la industria petrolera venezolana” para un análisis integral de los problemas a los que se enfrentó la producción petrolera de Venezuela. Monaldi presenta un número de factores coincidentes, incluyendo las sanciones, la caída de los precios, la falta de inversión y la acumulación de cuentas por pagar. Nuestro artículo plantea avanzar en la discusión de las causas potenciales examinando cómo la cronología de estos factores se relaciona con los cambios en la serie histórica de producción petrolera.
[4] Existe un número de series de datos distintos para la producción petrolera y todas difieren con respecto al momento en el que empezó la caída. En el Gráfico 2, usamos la data de la OPEP tomada de fuentes secundarias independientes, la cual presenta una tendencia estable hasta 2016. Esta es la serie que la OPEP usa, por ejemplo, para determinar las cuotas de producción. La data reportada por el gobierno a la OPEP, así como la data de IPD Latin America, ubican este declive un poco antes. No obstante, ambas muestran una aceleración de la caída a principios de 2016. Son, por lo tanto, consistentes con nuestra tesis de que los factores que facilitaron el colapso de la producción comenzaron a sentirse a principios de 2016.
[5] La serie publicada por el gobierno de Venezuela ubica la caída un poco más temprano, empezando en la mitad de 2014. Esto coincidiría con el inicio de la caída de los precios en vez de con el punto más bajo en el histórico de precios.

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