Por:
Dulce Yumar
Resulta ejemplarizante que una lideresa de un país europeo forme parte de un parlamento como diputada durante 31 años, y que en la última sesión a la que asiste solo como parte del público, la ubiquen en el palco de honor, y aún más que haya permanecido más de 16 años en el poder y la estén echando de menos desde que anunció su partida. Se trata de Angela Merkel, la Canciller alemana quien se retira de la política con todos los honores y una trayectoria impecable.
La despedida empezó a comienzos de octubre 2021, y en su último discurso público, la Canciller marcó un hito en su habitual estilo sobrio y sereno, ya que se dirigió a los políticos y a la nación entera con mucha emoción y recordando que hablaba como ciudadana de la antigua RDA, sector comunista de Alemania antes de la reunificación, que celebraban ese domingo 3 de octubre. La Canciller hizo un llamado para la preservación de la democracia, y dijo que ésta no se logra por sí misma, sino que debe trabajarse entre todos diariamente. Señaló que en este momento la democracia está sufriendo ataques visibles a bienes tan importantes como la libertad de prensa y en la esfera pública persisten mentiras y demagogias para avivar el resentimiento y el odio. También insistió en afirmar que hay ataques a personas por su aspecto u origen y la confirmación de la unidad, en su opinión, no es un proceso realmente terminado. Hay que seguir cuidando lo que se ha logrado con tanto esfuerzo, advirtió.
Con las elecciones del 26 de septiembre se cierra la era Merkel, quien conservó el poder en el cargo de la Cancillería durante tres períodos consecutivos: de 2005 a 2017. Dieciséis años en este cargo que trajeron como resultado la estabilidad y el crecimiento de Alemania. Encargarse de ese rol en pleno contexto posterior a la reunificación y caída del muro de Berlín, exigió que ella tuviera mucho tino y valentía para superar todos los inconvenientes que significaban ser ciudadana de la Alemania oriental, hija de un pastor protestante, mujer, y científica con estudios doctorales. Fue la antítesis del político tradicional de un partido conservador y cristiano, el CDU, la Unión Democrática Cristiana de Helmut Kohl, su predecesor y mentor de su carrera.
El crecimiento de la pupila
Angela Merkel nació en Hamburgo el 17 de julio de 1954, vivió y estudió detrás de la Cortina de Hierro. Asumió la Cancillería a los 51 años, pero antes había sido Ministra de la Juventud y de la Familia, también del Medio Ambiente y de la Naturaleza. Se inició como secretaria de su partido el CDU, y al retirarse Kohl, fue su Presidenta. En el retiro de este personaje influye una carta que ella misma redactó para tratar de salvaguardar al partido de acusaciones de manejos turbios e inadecuados de donativos, lo que empieza a consagrar su imagen de mujer fuerte y exigente, a la que ya no convenía seguir llamando: la pupila de Kohl.
Merkel se inicia en el mundo político en 1989, durante el complejo ambiente que rodeó la caída del muro de Berlín. Al desmoronarse el estalinismo, debido al fracaso económico del sistema y la crisis social comienzan a derrumbarse los regímenes totalitarios progresivamente, casi en un efecto dominó. Las multitudes se movilizan a manifestar entonando en coro: “Somos un solo pueblo”, demandando la reunificación. Debido a una falla del servicio de vigilancia de la frontera entre las dos Alemanias, al malinterpretar un comunicado, la masa enardecida rebasa las barreras y el control y posteriormente el muro es derrumbado el 9 de noviembre de 1989. Posteriormente, el 18 de marzo de 1990 unas elecciones imponen la vía rápida de reunificación, después de 40 años de aislamiento y persecución ideológica.
Las dificultades son múltiples por las diferencias importantes en las condiciones presentes en los dos sistemas a fusionarse. La RDA arrastra un desempleo considerable y la clase obrera con bajos salarios y pésimos servicios. La RFA deberá compartir y solidarizarse con ellos para que la reunificación funcione. Merkel pertenece al grupo con carencias, por ello debe esforzarse en vencer la desconfianza y enfrentar con acierto los obstáculos. Su formación científica la faculta para actuar con fundamento, evaluando no sólo los resultados o consecuencias, sino también todos los riesgos a la hora de tomar una decisión. Ella tiene un Doctorado en Física Cuántica, que obviamente le proporciona un marco de conocimiento fundamental y una certeza sin igual al gerenciar políticamente. Esto explica su permanencia en el cargo y el prestigio de haber logrado que Alemania sea la economía europea más poderosa y uno de los países más estables del continente.
El debate de la imagen
En la caracterización de la Canciller se tiende a especular mucho sobre su sencillez, tanto de aspecto, como de comportamiento como cualquier ama de casa, lo que la lleva a hacer sus compras e incluso hacer cola en los supermercados. También destaca su gusto por la cocina de algunos platos autóctonos. A ello se agrega su peculiar manera de vestirse, combinando chaquetas único color con pantalones oscuros, en un estilo inconfundible.
En el terreno público su imagen es percibida por algunos como una mezcla de la Madre Teresa y Terminator, aunque la dulzura de algunos de sus gestos también ha sido señalada, en especial en lo referido al complejo tema de la inmigración. Su impacto político fue tal, que estuvo encabezando por nueve años consecutivos la lista de las 100 mujeres más poderosas de la encuesta de la revista Forbes.
Liderazgo asertivo
En cuanto a su liderazgo son muchos los éxitos propiamente políticos que acumuló en su carrera. En este sentido destaca su defensa del euro cuando los países pertenecientes a la Comunidad Económica Europea tuvieron dificultades derivadas de sus importantes desigualdades. Merkel mantuvo una estrategia de control total sobre las ayudas que debían ser dispensadas cuando se presentaban las crisis por deudas, porque ella estimaba que si el euro caía, caía también Europa. Entonces, tuvo el tino de aprobar la ayuda oportuna a algunos países como Grecia, Irlanda del Norte, y propiciar un control constante sobre la moneda, lo que permitió que se haya podido extender un paquete de rescate europeo cuando en 2020 hubo la crisis generalizada por la pandemia.
También se juzga muy asertivamente la decisión de Angela Merkel en relación con la energía nuclear. En 2011 cuando la crisis por el accidente de Fukushima, ella decidió eliminar progresivamente esa energía y pasar a la solar y a la eólica, en una orientación que ha continuado reafirmándose y conjugándose con una muy acertada política alemana de protección del clima.
En 2015 se presentó un problema humanitario importante derivado de la demanda de asilo de miles de inmigrantes que ingresaban al país a través de los Balcanes, y pese a la críticas de los partidos y de otros líderes, Angela Merkel los dejó pasar, y se manejó acertadamente el conflicto con una expresión de ella muy positiva y confiada de “lo lograremos”.
Precisamente todos estos éxitos de la Canciller y de los partidos conservadores que la acompañaron en su gestión se ven amenazados con los resultados de la última elección del 26 de septiembre pasado, cuando el partido de Merkel, el CDU, la Unión Democrática Cristiana, conjuntamente con el CSU, la Unión Social Cristiana, pierden las elecciones, y gana el Partido Socialdemócrata, el SPD, y la ultraderecha surge amenazante.
En la actualidad se comienza a perfilar una coalición para un nuevo gobierno en esta democracia parlamentaria, en ella se asociarán los socialdemócratas, el SPD con los Verdes y los Liberales, y será presidida por el socialdemócrata Olaf Scholz, quien obtuvo la mayor votación, después de más de 16 años de control de los conservadores.
Mientras tanto, Angela Merkel ha hecho una gira de despedida por Israel, Vaticano, Bélgica y Turquía, entre otros, y su entrega a la política con tanta dedicación ha sido coronada con el premio Carlos V por su defensa del proceso de integración europeo. El reconocimiento fue entregado por el rey de España en la localidad de Cáceres. Es la segunda vez que un Canciller alemán recibe este premio, el antecesor fue Helmut Kohl. Como broche de cierre de esta carrera tan prestigiosa, Angela Merkel fue despedida con una ovación de pie por parte de sus colegas en la última cumbre de la Unión Europea, el 22 de octubre en Bruselas.
En este encuentro Charles Michel, el presidente del Consejo Europeo, dijo: “Las cumbres de la Unión Europea sin Merkel serán como Roma sin el Vaticano o París sin la torre Eiffel”. El reconocimiento al desempeño político de esta científica prestada al mundo político es internacional.
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