Vanessa Arenas / @VanessaVenezia

“Ya voló, ya es libre”, dice Mara Cormelati mientras lucha para no llorar. No lo logra. Su voz se quiebra y sus ojos azules, intensos y profundos, vuelven a bañarse de lágrimas por su esposo desde hace 32 años, Pedro León Zapata.

El escritor, pintor, humorista y caricaturista venezolano murió a los 85 años el pasado viernes 6 de febrero mientras dormía, en su casa situada en Las Palmas, al norte de Caracas. Una neumonía que padecía lo terminó por vencer.

Hace cinco años tuvo un paro cardíaco tras una operación a corazón abierto. “Estuvo muerto por unos minutos. No tenía oxígeno. Lograron revivirlo, pero ya nada fue igual. Su cuerpo comenzó a debilitarse, pero la fortaleza de su mente no se quebró jamás”, cuenta Mara mientras recibe abrazos y condolencias de quienes se acercaron a la Funeraria Vallés para despedir a Pedro León este sábado 7 de febrero.

A la sala Imperial llegaron personalidades conocidas de la política y el arte, pero también sus admiradores de a pie, gente sencilla, esa misma que él le daba voz a través de sus Zapatazos. Todos conmovidos y agradecidos por haber sido representados en sus caricaturas y pinturas.

Helios Zapata, uno de sus cinco hijos, relata que muchas personas que no lo conocían acudieron a la funeraria, y le decían: “Él siempre estuvo conmigo. En el periódico, en la radio, en la televisión. Él era parte de mi vida”.

“Una vez estábamos en El Junquito y, una señora cargada de bolsas, le pidió a papá que la lleváramos a su casa. Él la subió al carro, sin saber lo lejos que era y cuando estuvimos frente a una carretera de tierra no dudó. La dejó en su casa”. Esa es una de las tantas anécdotas que tiene Helios de su padre, de quien heredó el amor por el arte.

El humorista Cayito Aponte, amigo de Zapata desde 1958, destaca que “la lealtad y generosidad de Pedro León eran una cosa del otro mundo. Además, su humildad. Él era conocido por comer hasta tachuelas sin importarle el sitio y eso lo comprobé el día que nos tocó comernos unos arepas espantosas en un viaje”.

“Como dijo Aquiles Nazoa: si el humor al final no está movido por una infinita bondad, puede ser cualquier cosa, menos humor”, subrayó Laureano Márquez, quien estuvo acompañando a la familia en la funeraria. También lo describió como una persona muy sensible y humana.

También estaban Antonio Constante, Ildemaro Torres y Miguel Delgado Estévez, entrañables amigos de Pedro León. El actor Asdrúbal Meléndez, muy conmovido, recordaba la genialidad de los libretos de Zapata. Todos coincidieron en que Pedro León es un patrimonio venezolano.

La caricaturista Rayma, que también ha dedicado sus pinceles para interpretar la realidad del país, contó que desde que aprendió a leer comenzó a seguir el trabajo de Zapata. “Fue un gran amigo, un gran maestro del dibujo y una escuela. Es reflejo de un país. La genialidad certera de su trazo ha sido toda una vida decodificada de lo que somos y cómo somos en Venezuela”.

“Zapata dejó una escuela. Su legado sigue y sus obras continuarán. Sus caricaturas permitían desarrollar en unos trazos y una frase la interpretación de la economía y la política del país y demostró que el humor es algo muy serio”, dijo Antonio Ledezma, alcalde Mayor del Distrito Metropolitano de Caracas.

A mitad de mañana llegó el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, que describió al artista como “una persona extraordinaria, de palabras fulminantes con un sentido del humor único”.

También fueron a dar el pésame a Mara y demás familiares la exdiputada María Corina Machado, el alcalde Gerardo Blyde y la rectora de la Universidad Central de Venezuela, Cecilia García Arocha.

Un museo de los Zapatazos es uno de los proyectos en los que se enfocará su familia para que las caricaturas continúen presentes y los ciudadanos puedan seguir apreciando el talento de un hombre que hablaba a través de pinceles.

Más de 10 minutos de aplausos y al grito de: ¡Bravo, Zapata! marcaron la salida de la carroza fúnebre  con los restos del maestro Pedro León, que fueron cremados la tarde de este sábado 7 de febrero en el cementerio del Este.

Mil gracias Zapata

Por Josefina Ruggiero/ @ruggieroj

Desde mayo de 1965 hasta este viernes 6 de febrero no hubo acontecimiento, por más pequeño o grande que fuese, que no quedara trazado por el pincel del maestro Pedro León Zapata, quien falleció durante la madrugada en su casa en La Florida, donde levantó su hogar junto a Mara Comerlati y sus hijos.

A este caricaturista, pintor, escritor y humorista son muchos los adjetivos que le describen, pero, coinciden quienes le conocieron, que destacaban la generosidad y la solidaridad que en él germinaron como buena semilla. No hubo causa artística o social que no contara con su respaldo. Si había que donar una pintura, un dibujo, no titubea al hacerlo, recuerdan sus amigos hoy tristes por la partida de Pedro León. (Alprazolam)
Los Zapatazos, publicados desde hace 50 años en el diario El Nacional, tuvieron tal conexión con los lectores que se convirtieron en una referencia nacional y a través de esas caricaturas recogió a pulso la historia del país. Fueron un sello tan marcado que no se podía concebir a Zapata sin El Nacional y a éste sin Pedro León. ¿Viste el Zapatazo de hoy?, era comentario diario entre muchos venezolanos.
En esa radiografía sociopolítica su personaje Trinita se hizo popular. Era la voz contra los corruptos, los abusos depoder, de los huérfanos de justicia, de futuro, y así lo hizo gobierno tras gobierno.
“A mí la sociedad civil me gusta firme y a discreción”, fue la  frase de la caricatura que irritó al presidente Hugo Chávez, quien, en cadena nacional, le dijo: ¿A ti quién te paga, Zapata? Al día siguiente el Zapatazo respondió: “Hablando como los locos, Hugo Rafael: ¿Cuánto te pagó Zapata por ese propagandón?
 “Hay quien cree que la patria es propiedad exclusiva de los cuarteles. Y, después de la patria, la bandera, el escudo, el himno nacional y Simón Bolívar. Y resulta que no: a todos nos toca un poquito de patria, un poquito de bandera, un poquito de escudo, un poquito de himno nacional y un poquito de Simón Bolívar”, declaró entonces Zapata.
Músicos, poetas, escritores, pintores, actores, vivieron muy de cerca ese don de gente de este tachirense nacido en La Grita, de hablar pausado y ojos chiquitos. Fue un gran aliado de las artes y el teatro, apunta el productor del grupo Rajatabla, William López. “Es mucho lo que tenemos que agradecerle, y el país también”, agrega.
Falleció a los 85 años de edad,”dormido, como mueren los grandes hombres”, comentó el músico y amigo personal Antonio Delgado Estévez en el programa radio de la periodista Shirley Varnagy.
Reconocimientos no le faltaron, desde el Premio Nacional de Periodismo hasta el Premio Nacional de Artes Plásticas, pero el más vivo fue el que le profesaban fielmente sus lectores día a día a lo largo de cinco décadas, que el periódico El Nacional le celebró en enero pasado. Su muerte ha sido sentida por numerosos venezolanos que llenaron de mensajes de pesar y tristeza las redes sociales. Los restos de este gran venezolano fueron velados en la funeraria Vallés, ubicada en La Florida.
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