El bono demográfico es un término usado para calificar una coyuntura favorable, en términos de la estructura de la población por edad, para potenciar el desarrollo de un país. Venezuela lo perdió por la masiva migración que experimentó en los últimos cinco años y el aumento de la mortalidad.
La directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) y directora del proyecto Encovi (Encuesta nacional de condiciones de vida), Anitza Freitez, explica las consecuencias de esta pérdida en el Con la Luz de este lunes 13 de julio conducido por la directora general de Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes.
¿Por qué se produce el bono demográfico?
La especialista señala que Venezuela iba a atravesar una “ventana de oportunidad” en el periodo 2000-2045 porque iba a tener “un nivel de carga demográfica más bajo” asociada a la reducción de la tasa de natalidad.
“La carga demográfica infantil (niños menores de 15 años) iba a disminuir, eso tiene que ver con el proceso de caída de la fecundidad. Nosotros comenzamos con familias de seis hijos por mujer (en 1960) a dos hijos por mujer en los últimos años”, expone Freitez.
Esto significa que la presión por bienes y servicios relacionados con la población infantil iba a ser menor sobre los recursos fiscales y esos ingresos podían destinarse para crear oportunidades de inserción en el mercado laboral para la población joven, en edad de trabajar, que estaba alcanzando su mayor nivel, precisa la investigadora.
Durante estas cuatro décadas, la población adulta tampoco demandaría significativamente los recursos del Estado lo que permitiría la inversión en otros sectores.
¿Por qué Venezuela lo perdió?
El país perdió la base del bono demográfico con el éxodo de la población joven en edad de trabajar a partir de 2015. Las Naciones Unidas estima que 5 millones de personas salieron del país producto de la emergencia humanitaria compleja y la crisis política.
“Nuestra población se envejeció y el peso de los adultos mayores en la población aumentó”, afirma.
En cinco años se perdieron casi 3 décadas que quedaban de bono demográfico porque el 65% de valor de dependencia demográfica de los adultos mayores que debía alcanzarse en 2045 se obtuvo en 2020.
“Hemos llegado al final del periodo del bono demográfico sin haberlo disfrutado”, expone.
¿Cuáles son las consecuencias de perderlo?
Países que experimentaron un bono demográfico, como Corea del Sur, fortalecieron su sistema educativo, sus programas de formación para el trabajo y la inversión privada para ampliar el mercado laboral y así contribuir con la producción de la riqueza.
Venezuela no podrá experimentar los beneficios de ese proceso.
Otros elementos como la tasa de mortalidad también impactaron en la nueva configuración de la población venezolana. “Estamos reduciendo el número de años que se espera que las nuevas generaciones vivan”.
“La tasa de mortalidad infantil es de 26 por mil, en lugar de 12 por mil que era lo que se esperaba de acuerdo a las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas”, alerta Freitez.
Y agrega: “En 5 años tuvimos un retroceso en la tasa de mortalidad de 14 puntos; es decir, tuvimos cuatro décadas de retroceso porque estos indicadores son similares a los que registrábamos entre 1985 y 1990”.
De acuerdo con su estudio, quienes han nacido en el período 2015-2020 vivirán 3,7 años menos de lo pronosticado, según las proyecciones oficiales.
La emigración también provocó cambios en los hogares venezolanos. Hay más mujeres en la jefatura del hogar y más hogares uniparentales (familias con una sola madre o un solo padre).
Pobreza extrema
La profesora Anitza Freitez también compartió los resultados obtenidos de la Encovi de 2020 sobre pobreza.
“El 79% de los hogares venezolanos no perciben ingresos suficientes para cubrir el monto de la canasta básica por lo tanto califican como pobreza extrema”, manifestó.
Los hogares pobres que pueden cubrir la canasta alimentaria, pero no otras necesidades suman un 96%.
El estudio concluye que Venezuela iguala a África en pobreza y desigualdad alimentaria. Países como Nigeria tiene una pobreza de 77% y Venezuela de 76%.
“Venezuela es el segundo país más desigual de América Latina después de Brasil y es el país más pobre, hemos superado a Haití en los indicadores de pobreza”, expresa.
No obstante aclara que si el país se recupera económicamente una parte de las familias que se encuentran en pobreza pueden salir de esa condición en un poco tiempo.
Niños sin educación
Otro indicador que preocupa a Freitez es que 40% de niños respondió a la Encovi que no asiste a clases con frecuencia por falta de comida y precarias condiciones de acceso a servicios básicos como agua, luz y transporte.
“Queremos bajar estas estimaciones que van a arrojar brechas y desigualdades más profundas. Queremos compartir esta información con la sociedad civil para que trabajemos a favor de cambiar esta situación. La vía electoral es uno de los canales, tenemos que recuperar nuestro sentido como ciudadanos”, reflexiona.
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