Como cualquier otro caraqueño, Manuel Lara se deleita con El Ávila. Solo que el diseñador gráfico de 31 años prefiere ilustrar la vida en la ciudad y sus calles a través de sus monumentos de concreto. Desde que los revisitó, más nunca los ha abandonado. “Caracas tiene un buen lejos. El Ávila es lo que vemos al fondo, pero yo quiero retratar la realidad que está donde transcurre la vida de nosotros, en nuestros edificios”, dice. 

En pequeñas postales, Manuel se vale del flat design —un estilo de diseño que se centra en el uso minimalista de elementos simples, tipografía y colores planos— para ilustrar los referentes urbanos que se erigen en la ciudad de 452 años de fundada. 

La Iglesia La Pastora, el Centro Simón Bolívar, las torres de Parque Central y más de 300 ilustraciones han quedado plasmadas en pequeñas tarjetas de correo que forman parte del repertorio gráfico de Greetings from Caracas, traducción al inglés del típico mensaje de postal saludos desde Caracas, un proyecto ilustrado que Manuel comenzó en Instagram hace ya cuatro años. 

“Yo me especializo en hacer postales y retratar la ciudad en un país en el que nadie usa postales”, bromea Manuel. El deseo de crear este tipo de tarjetas surgió luego de encontrar en casa una postal que recibió su abuela y que la hizo mudarse de Bailadores, estado Mérida, a la entonces pujante Caracas. 

Hola Maruja, llegué a Caracas…, rezaba el trozo de cartón fino que halló Manuel. “Imaginar qué impresión tuvo la postal para que mi abuela se moviera y viniera hasta la ciudad tuvo para mí mucha importancia, fue una resignificación del poder de la imagen”, cuenta. 

Manuel no siempre supo que quería ilustrar su ciudad. Corría 2015 e iba tarde a su antiguo trabajo cuando se detuvo a contemplar el Pasaje Zingg, en el centro caraqueño. Al atravesarlo, recordó cuando su madre lo inscribió en un curso de dibujo a los ocho años y las veces que visitó el edificio para llevar a reparar algún electrodoméstico. 

Recorrió sus pasillos, se abstrajo en sus mosaicos, caminó por sus escaleras y observó el tragaluz. Sacó un cuaderno y se aventuró a dar unos primeros trazos. Luego, con cautela, hizo una foto de la fachada con su teléfono. Ese fue el primer referente urbano que ilustró. 

“Recuerdo que busqué fotos del Pasaje Zingg en Internet para dibujarlo y me dio rabia que todas las imágenes que conseguí eran del edificio deteriorado. En ese momento, me dije que quería asumir el rol de hacer algo chévere sobre la ciudad, retratarla como solía ser. Así que extraje el elemento (el edificio) y busqué formas de resignificar el monumento”, relata.

A partir de esa experiencia, el diseñador se dio a la tarea de revisitar espacios de la capital y reimaginarlos en las pequeñas postales de Greetings from Caracas. “Fue terapéutico porque empecé a descubrir mi identidad. En cada visita recordaba cosas que me habían pasado en esos sitios y las calles comenzaron a cobrar un nuevo significado”, afirma.

Al principio, instintivamente ilustraba los edificios que conseguía. Luego, Manuel trazó un mapa de los sitios emblemáticos que consideraba debía dibujar. Consiguió que faltaba información y no había suficientes fuentes bibliográficas para conocer a los arquitectos y muralistas que diseñaron el horizonte de la ciudad.

Manuel Lara frente al hotel Montserrat, en Altamira / Foto: Mairet Chourio

“Faltan muchos datos técnicos, pero trato de preguntar y averiguar la historia de estos sitios a través de las voces que los habitan”, cuenta. Hace eco de esas voces en las cartulinas y en sus posts de Instagram, donde una breve ficha informativa acompaña cada ilustración.

En el anverso de una pequeña postal que lleva consigo está ilustrado el edificio Humboldt, en Altamira. En el reverso dice Arquitecto: atribuido a “El Especialista” / Participación artística: Ennio Tamiazzo.

La primera postal de Greetings from Caracas que Manuel vendió llevaba la ilustración de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Central de Venezuela. Una venezolana en Sydney, Australia, lo contactó por teléfono para decirle, entre lágrimas, que ella y su esposo habían estudiado en el edificio y allí se habían enamorado.

“La señora tenía muchos años sin visitar Venezuela y me contó que todos esos recuerdos le vinieron a la mente cuando vio la gráfica. Me dio las gracias y me preguntó cómo podía hacer para comprarla”, cuenta. 

Ahora comercializa su trabajo en el exterior a través de la página web Society6 y de su casa matriz, Kenco, que le ayuda a producir postales, libretas y cuadernos en Venezuela.

Entre sus referentes artísticos, Manuel enumera a los maestros Jesús Soto y Carlos Cruz-Diez, al cartelista Santiago Pol, al artista plástico estadounidense Andy Warhol y a sus amigos Samuel Schoenberger y Gatobotz.

Aún le queda mucho por dibujar de Caracas, pero asegura que una de sus ilustraciones pendientes es estampar las nubes de Calder en una de sus postales, un reto personal por tratarse de un espacio cerrado y no un edificio.

En un país de memoria corta y que desconoce a sus referentes, Manuel dice tener la necesidad de registrar con sus trazos todos los emblemas que alguna vez se erigieron con esplendor en la capital.

“Quiero mover la conciencia de la gente, reinterpretar ese elemento que ya estaba hecho y transmitirlo de nuevo. La gente no conoce su ciudad y tengo que dejar un registro. Mi manera de participar en la reconstrucción del país es echándole pichón desde ya”, asegura.

Fotos: Mairet Chourio

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