Producción agrícola en Venezuela
Producción agrícola en Venezuela

Un logro por pobreza. Una actualización de la base de datos de la Footprint Network en 2019 destaca la reducción total del 20% de la huella ecológica de Venezuela entre 2014 y 2016. El blog de la organización destaca el fenómeno de la reducción del impacto ambiental por una caída del 58% de importación de productos agrícolas y 34% de producción agrícola local.

Esto confirma una tendencia decreciente iniciada en 2012, cuando se requerían 2,14 planetas si todos los humanos consumieran como los venezolanos. Para 2016 esto bajó a 1,56 planetas.

Por otro lado, la biocapacidad del país, que mide la resiliencia ecológica de sus áreas naturales para regenerarse de la explotación humana, se redujo a 2,54 hectáreas globales por persona (hga), lo mismo que consume cada venezolano. Es decir, según estas estimaciones, los venezolanos presionan a la naturaleza al mismo nivel que esta puede recuperarse.

Sin embargo, vale destacar que la presión ambiental de los venezolanos sumaba en 2016 la cantida de 80.221.000 hectáreas mientras que la biocapacidad ascendía a 80.340.000 hectáreas. Es decir, había un saldo positivo por la caída del consumo.

Solo tendencias

El cálculo se actualizó para 2016 con una población de más de 31,5 millones de venezolanos. Para ese año se estimaba que ya 2 millones de personas habían migrado del país en años recientes. Así que una corrección reflejaría que los venezolanos que siguen en el país consumen entre 7,5% y 10% más de lo que el ambiente nacional puede soportar.

Huella ecológica venezuela 2016
Una caída del uso de suelo para agricultura y ganadería muestra la reducción del impacto ambiental. Desde 2008 consumimos más de lo que el ambiente nacional puede regenerarse.

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La profesora Alicia Villamizar, de la Academia Nacional de Ciencias, explicó a EfectoCocuyo, que para los cálculos de emisiones de gases contaminantes, que son parte de la huella ecológica y la biocapacidad, debe medirse la caída de producción que experimenta el país.

Si un bosque, que absorbía CO2 de forma natural, fue talado para abrir una mina de oro o si un cultivo de tomate fue abandonado por falta de agroinsumos, por ejemplo, esto variará en la cantidad de metano, dióxido de carbono, agua y nutrientes que entran y salen del ecosistema.

Caídas y subidas

Al discriminar cada aspecto usado para estos cálculos se puede entender la reducción del impacto ambiental por la crisis económica.

Mientras el impacto de la agricultura en Venezuela cayó a la mitad y la explotación de productos forestales un 13%, la presión sobre las pesquerías apenas bajó 0,67%, lo que revela que aún las comunidades aún están recurriendo a la captura de especies marinas para su alimentación y como medio de vida. 

Las tierras usadas para el pastoreo de ganadería también cayeron un 22% mientras que el uso total de tierras, bien sea para uso comercial y residencial así como para minas, cultivos o granjas se redujo en un tercio.

Hay por tanto un 30% más de tierras ociosas en un país en hiperinflación, especialmente de alimentos.

Uso tierra agrícola venezuela
La caída en la emisión de gases contaminantes está dominada por la reducción de las tierras agrícolas

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Menos contaminación

A pesar de la una lenta pero consistente tendencia a la baja de la biocapacidad del país desde 1990, ésta se ha ralentizado notablemente desde 2014. Así que a menos uso de la tierra, se ha reducido la emisión de gases contaminantes en más de 13%.

Vale resaltar que estas estadísticas apenas alcanzan a 2016.

Por tanto, aún no incluyen el impacto del Arco Minero del Orinoco así como nuevas tendencias de depredación ambiental como la deforestación para abrir conucos o para conseguir leña para cocinar, explotaciones mineras informales en Carabobo, Cojedes y Yaracuy y el aumento de la cacería de especies silvestres, aunque revelan tendencias sobre la agroindustria.

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