Muchos desafíos caracterizaron al año escolar 2020-2021 en Venezuela, incluyendo la crisis sanitaria por la pandemia, la situación socioeconómica de la población y, en particular, de los trabajadores de la educación, recalca Fe y Alegría.
Sin embargo, el movimiento educativo aplaude los esfuerzos de su equipo para fortalecer los aprendizajes, acompañar a las familias y mantener a sus estudiantes dentro del sistema educativo, lo que derivó en que solo registraron un 2 % de deserción escolar en las etapas de preescolar, primaria y bachillerato respectivamente (estudiantes que se inscribieron pero nunca más se conectaron con la escuela).
“Se reinventaron las prácticas pedagógicas, la forma de gestionar el proceso educativo. Pero hubo gente que seguía soñando, que ha seguido apostando… se puso a prueba la vocación de muchos docentes”, expresó la coordinadora pedagógica nacional de Educación Trabajo – Media General y Técnica, Dosmary Díaz.
Fe y Alegría logró atender al 85 % de sus estudiantes en educación media y técnica.
El 15 % restante (6.354 adolescentes y jóvenes) eran alumnos con casi nulo acceso a la tecnología, que no pudieron asistir a las jornadas pedagógicas porque no contaban con el apoyo familiar necesario para avanzar en su educación.
En esta etapa enfrentaron dos grandes desafíos. Uno: cómo mantener conectados a las y los adolescentes con el proceso pedagógico a distancia, cuando por su edad cobra especial relevancia el proceso de socialización con sus pares.
Otro, el hecho de que por la situación socioeconómica de las familias muchos decidieron salir a trabajar.
“Nos pasó que teníamos algunos estudiantes pendulares, sobre todo en los estados fronterizos, que se iban un mes, cruzaban la frontera, trabajaban, regresaban, algunas veces solos, algunas veces con sus familias”, describió Díaz. Agregó que en el caso de los estudiantes de sus escuelas agropecuarias, algunos optaron por irse a las fincas “donde les pagaban muy bien”. Para esta población hubo que diseñar planes de nivelación particulares.
Un tercer obstáculo que añade la educadora es que “por un tema cultural” con los adolescentes algunas familias tienden a desvincularse del proceso pedagógico.
La coordinadora Dosmary Díaz recalcó que, en general, un gran grupo de sus estudiantes y de docentes no tienen ningún tipo de acceso a los recursos tecnológicos ni conectividad. Por eso hubo que diseñar una “propuesta educativa multimodal”, al incorporar estrategias más allá de la vía digital.
Algunas de ellas incluyeron:
-Visitas del docente al hogar del estudiante
-Clases comunitarias (en el caso de que el docente viviera en la comunidad y pudiera encontrarse con algunos estudiantes a los que se les dificultaba conectarse)
-Carteleras comunitarias
-Buzones (donde representantes y docentes intercambiaban los portafolios de los estudiantes para cuando no podían abrirse las escuelas por alto riesgo de contagio de coronavirus).
-Colaboración de madres y representantes que abrían sus hogares para difundir las guías de trabajo y recopilar los portafolios.
-Envío de guías pedagógicas y orientaciones por mensajes de texto (caso de la Alta Guajira, en el estado Zulia).
La educadora destacó que a medida que pasaron los meses identificaron que hubo familias a las que los equipos de telefonía o computadoras se les dañaron y no había cómo reponerlos, o debieron venderlos porque había otras prioridades económicas. Además, también se enfrentaron a los aumentos constantes de las tarifas de los datos móviles de las empresas privadas de telecomunicaciones.
Muchos, incluyendo los maestros, se apoyaron en vecinos o parientes para el acceso a Internet. Fe y Alegría estableció distintas alianzas con organizaciones y personas que donaron algunos equipos a los docentes o apoyaban en las recargas de saldo, para garantizar la conexión con la que pudieran enviar los materiales y comunicarse con sus estudiantes.
Díaz destacó que ante la adversidad “muchos docentes sacrificaron tiempo con sus familias para buscar otro sustento que les diera para vivir”. La organización hizo esfuerzos para apoyarlos también con kits alimenticios y atención psicoemocional.
Sin embargo, también hubo renuncias y la etapa de media general y media técnica fue de las más afectadas. En octubre iniciaron las actividades con 1.858 docentes en ese nivel y terminaron el año escolar con 1.753. “Son 105 menos que pesan”, afirmó.
“Este es un nivel que requiere muchos especialistas. Fe y Alegría tiene 86 escuelas técnicas, donde se desarrollan 5 especialidades diferentes y para eso necesitamos profesores especialistas… también los profesores en media general y técnica, de inglés, castellano, matemáticas, también cada vez son menos”, señaló.
Para cubrir las vacantes se apoyaron en los maestros integrales así como profesionales voluntarios de otras áreas del conocimiento que se incorporaron a dar a clases: “no podemos negarlo, es una desafío”.
Fe y Alegría atendió al 86 % de su matrícula de preescolar (9.608 niños y niñas), pero de estos pudieron evaluar al 72 % (7.984 estudiantes). En primaria alcanzaron a tener contacto con el 88 % de sus alumnos (46.954 estudiantes), pero evaluaron solo al 77 % (41.045)
Durante el primer lapso, entre septiembre y diciembre del 2020, desarrollaron un proceso de recuperación y nivelación[1] respecto al año escolar 2019-2020. Luego identificaron los aprendizajes que debían priorizarse en medio del contexto desafiante de la pandemia y la educación a distancia. Las estrategias implementadas para garantizar la atención a niñas, niños y adolescentes fueron diversas.
La coordinadora nacional pedagógica de Preescolar y Primaria de Fe y Alegría, Patricia Verastegui, dijo que en esa etapa se concentraron en fortalecer el eje de lenguaje y comunicación, con la producción escrita y la comprensión lectora, así como los procesos lógicos.
Una de las estrategias claves incluyó el trabajo con las familias.
“Los docentes durante este año escolar fueron formados para desarrollar en ellos capacidades que les permitieran hacer ese acompañamiento y seguimiento de las familias”, dijo la educadora. Muchos de ellos visitaron los hogares de sus estudiantes que por distintas razones no pudieron acudir a los encuentros pedagógicos y esto fue clave.
“En algunos centros planteamos procesos de formación para los padres y representantes”, agregó la educadora. Se enfocaron en que las orientaciones pudieran ser cada vez más específicas, se apoyaron de la Radio Fe y Alegría, de las guías pedagógicas. El acompañamiento no se limitó a lo cognitivo, sino también al ámbito socioafectivo.
Durante la primera quincena de julio, tras culminar las actividades académicas, se realizó un proceso de recuperación para los estudiantes que tuvieron una asistencia intermitente.
“No hemos descartado nunca el brindar las oportunidades y el andamiaje necesario para que los niños vayan fortaleciendo los proceso que ya tienen consolidados sino también buscar estrategias para ayudar a aquellos que se encuentran en proceso de alcanzar esos aprendizajes”, dijo Verastegui.
Sobre aquellos que abandonaron la escuela, indicó que se trató de niños y niñas que se fueron del país, se desplazaron a otros estados aledaños o tuvieron algunos otros problemas familiares.
¿Verastegui planteó que el año que viene su prioridad serán los procesos de evaluación, para lograr “una evaluación más auténtica, enfocado en el desempeño real y contextualizado de los estudiantes”.
Dosmary Díaz agregó que otro desafío para el año que viene, de cómo hacer para que los adolescentes vuelvan a soñar hacer su proyecto de vida en su país. Recalcó que este año trabajaron de la mano con Unicef en un programa de habilidades para la vida, para trabajar desde sus emociones en sus intereses y necesidades y los ayudó en el relacionamiento con sus familias.
Fe y Alegría ya comenzó a brindar orientaciones sobre cómo va a ser este proceso de regreso a la escuela ante tres posibles escenarios: la educación a distancia, la semi-presencialidad o las clases presenciales.
“Nos falta mucho camino por recorrer para poder acortar esta brecha de la conectividad que tenemos en los centros, para poder resolver la situación salarial de nuestros docentes”, recalcó y añadió que “la tríada es escuela-familia-comunidad va a ser crucial en este retorno al aula”, agregó, Verastegui.
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Muchos desafíos caracterizaron al año escolar 2020-2021 en Venezuela, incluyendo la crisis sanitaria por la pandemia, la situación socioeconómica de la población y, en particular, de los trabajadores de la educación, recalca Fe y Alegría.
Sin embargo, el movimiento educativo aplaude los esfuerzos de su equipo para fortalecer los aprendizajes, acompañar a las familias y mantener a sus estudiantes dentro del sistema educativo, lo que derivó en que solo registraron un 2 % de deserción escolar en las etapas de preescolar, primaria y bachillerato respectivamente (estudiantes que se inscribieron pero nunca más se conectaron con la escuela).
“Se reinventaron las prácticas pedagógicas, la forma de gestionar el proceso educativo. Pero hubo gente que seguía soñando, que ha seguido apostando… se puso a prueba la vocación de muchos docentes”, expresó la coordinadora pedagógica nacional de Educación Trabajo – Media General y Técnica, Dosmary Díaz.
Fe y Alegría logró atender al 85 % de sus estudiantes en educación media y técnica.
El 15 % restante (6.354 adolescentes y jóvenes) eran alumnos con casi nulo acceso a la tecnología, que no pudieron asistir a las jornadas pedagógicas porque no contaban con el apoyo familiar necesario para avanzar en su educación.
En esta etapa enfrentaron dos grandes desafíos. Uno: cómo mantener conectados a las y los adolescentes con el proceso pedagógico a distancia, cuando por su edad cobra especial relevancia el proceso de socialización con sus pares.
Otro, el hecho de que por la situación socioeconómica de las familias muchos decidieron salir a trabajar.
“Nos pasó que teníamos algunos estudiantes pendulares, sobre todo en los estados fronterizos, que se iban un mes, cruzaban la frontera, trabajaban, regresaban, algunas veces solos, algunas veces con sus familias”, describió Díaz. Agregó que en el caso de los estudiantes de sus escuelas agropecuarias, algunos optaron por irse a las fincas “donde les pagaban muy bien”. Para esta población hubo que diseñar planes de nivelación particulares.
Un tercer obstáculo que añade la educadora es que “por un tema cultural” con los adolescentes algunas familias tienden a desvincularse del proceso pedagógico.
La coordinadora Dosmary Díaz recalcó que, en general, un gran grupo de sus estudiantes y de docentes no tienen ningún tipo de acceso a los recursos tecnológicos ni conectividad. Por eso hubo que diseñar una “propuesta educativa multimodal”, al incorporar estrategias más allá de la vía digital.
Algunas de ellas incluyeron:
-Visitas del docente al hogar del estudiante
-Clases comunitarias (en el caso de que el docente viviera en la comunidad y pudiera encontrarse con algunos estudiantes a los que se les dificultaba conectarse)
-Carteleras comunitarias
-Buzones (donde representantes y docentes intercambiaban los portafolios de los estudiantes para cuando no podían abrirse las escuelas por alto riesgo de contagio de coronavirus).
-Colaboración de madres y representantes que abrían sus hogares para difundir las guías de trabajo y recopilar los portafolios.
-Envío de guías pedagógicas y orientaciones por mensajes de texto (caso de la Alta Guajira, en el estado Zulia).
La educadora destacó que a medida que pasaron los meses identificaron que hubo familias a las que los equipos de telefonía o computadoras se les dañaron y no había cómo reponerlos, o debieron venderlos porque había otras prioridades económicas. Además, también se enfrentaron a los aumentos constantes de las tarifas de los datos móviles de las empresas privadas de telecomunicaciones.
Muchos, incluyendo los maestros, se apoyaron en vecinos o parientes para el acceso a Internet. Fe y Alegría estableció distintas alianzas con organizaciones y personas que donaron algunos equipos a los docentes o apoyaban en las recargas de saldo, para garantizar la conexión con la que pudieran enviar los materiales y comunicarse con sus estudiantes.
Díaz destacó que ante la adversidad “muchos docentes sacrificaron tiempo con sus familias para buscar otro sustento que les diera para vivir”. La organización hizo esfuerzos para apoyarlos también con kits alimenticios y atención psicoemocional.
Sin embargo, también hubo renuncias y la etapa de media general y media técnica fue de las más afectadas. En octubre iniciaron las actividades con 1.858 docentes en ese nivel y terminaron el año escolar con 1.753. “Son 105 menos que pesan”, afirmó.
“Este es un nivel que requiere muchos especialistas. Fe y Alegría tiene 86 escuelas técnicas, donde se desarrollan 5 especialidades diferentes y para eso necesitamos profesores especialistas… también los profesores en media general y técnica, de inglés, castellano, matemáticas, también cada vez son menos”, señaló.
Para cubrir las vacantes se apoyaron en los maestros integrales así como profesionales voluntarios de otras áreas del conocimiento que se incorporaron a dar a clases: “no podemos negarlo, es una desafío”.
Fe y Alegría atendió al 86 % de su matrícula de preescolar (9.608 niños y niñas), pero de estos pudieron evaluar al 72 % (7.984 estudiantes). En primaria alcanzaron a tener contacto con el 88 % de sus alumnos (46.954 estudiantes), pero evaluaron solo al 77 % (41.045)
Durante el primer lapso, entre septiembre y diciembre del 2020, desarrollaron un proceso de recuperación y nivelación[1] respecto al año escolar 2019-2020. Luego identificaron los aprendizajes que debían priorizarse en medio del contexto desafiante de la pandemia y la educación a distancia. Las estrategias implementadas para garantizar la atención a niñas, niños y adolescentes fueron diversas.
La coordinadora nacional pedagógica de Preescolar y Primaria de Fe y Alegría, Patricia Verastegui, dijo que en esa etapa se concentraron en fortalecer el eje de lenguaje y comunicación, con la producción escrita y la comprensión lectora, así como los procesos lógicos.
Una de las estrategias claves incluyó el trabajo con las familias.
“Los docentes durante este año escolar fueron formados para desarrollar en ellos capacidades que les permitieran hacer ese acompañamiento y seguimiento de las familias”, dijo la educadora. Muchos de ellos visitaron los hogares de sus estudiantes que por distintas razones no pudieron acudir a los encuentros pedagógicos y esto fue clave.
“En algunos centros planteamos procesos de formación para los padres y representantes”, agregó la educadora. Se enfocaron en que las orientaciones pudieran ser cada vez más específicas, se apoyaron de la Radio Fe y Alegría, de las guías pedagógicas. El acompañamiento no se limitó a lo cognitivo, sino también al ámbito socioafectivo.
Durante la primera quincena de julio, tras culminar las actividades académicas, se realizó un proceso de recuperación para los estudiantes que tuvieron una asistencia intermitente.
“No hemos descartado nunca el brindar las oportunidades y el andamiaje necesario para que los niños vayan fortaleciendo los proceso que ya tienen consolidados sino también buscar estrategias para ayudar a aquellos que se encuentran en proceso de alcanzar esos aprendizajes”, dijo Verastegui.
Sobre aquellos que abandonaron la escuela, indicó que se trató de niños y niñas que se fueron del país, se desplazaron a otros estados aledaños o tuvieron algunos otros problemas familiares.
¿Verastegui planteó que el año que viene su prioridad serán los procesos de evaluación, para lograr “una evaluación más auténtica, enfocado en el desempeño real y contextualizado de los estudiantes”.
Dosmary Díaz agregó que otro desafío para el año que viene, de cómo hacer para que los adolescentes vuelvan a soñar hacer su proyecto de vida en su país. Recalcó que este año trabajaron de la mano con Unicef en un programa de habilidades para la vida, para trabajar desde sus emociones en sus intereses y necesidades y los ayudó en el relacionamiento con sus familias.
Fe y Alegría ya comenzó a brindar orientaciones sobre cómo va a ser este proceso de regreso a la escuela ante tres posibles escenarios: la educación a distancia, la semi-presencialidad o las clases presenciales.
“Nos falta mucho camino por recorrer para poder acortar esta brecha de la conectividad que tenemos en los centros, para poder resolver la situación salarial de nuestros docentes”, recalcó y añadió que “la tríada es escuela-familia-comunidad va a ser crucial en este retorno al aula”, agregó, Verastegui.