Para Elías Abideme, que le ordenaran desalojar el local donde queda la piñatería que fundó su papá en 1981, fue como que intentaran borrar 36 años de su vida. “Yo crecí en los alrededores, estudié cerca, tuve mis primeras experiencias por estas cuadras y empecé a trabajar en este lugar cuando asumí la dirección del negocio de mi familia desde 1994”, dijo el comerciante de 43 años, quien es uno de los afectados por las expropiaciones en los alrededores de La Plaza El Venezolano, zona histórica de la ciudad donde en tiempos de la Colonia quedaba el Mercado Principal.
En ese lugar, 19 comercios deben cerrar sus santamarías por orden de la alcaldía del municipio Libertador que, el pasado lunes, 23 de abril, les notificó que los edificios serían apropiados por la municipalidad para establecer una zona especial para el desarrollo social, económico, turístico y cultural. El plan deja a más de 400 personas sin empleo, entre trabajadores directos e indirectos.
Entre los afectados se encuentran los dueños de la Sombrerería Tudela, que tiene más de 80 años frente a la casa natal del Libertador, al igual que otros comercios, cuyos dueños no comprenden por qué no fueron incluidos en el proyecto municipal.
“Si iban a hacer esa zona ¿Por qué no nos incluyeron a nosotros que tenemos décadas aquí?”, se pregunta Lisandro Jiménez, el dueño de una de las piñaterías que debe cerrar permanentemente sus puertas, quien es la tercera generación de comerciantes que laboran en el sector.

La mayoría de los negocios afectados son piñaterías, que llevan más de 60 años trabajando en el lugar. “Mi mamá fundó este negocio en los años 40 después que llegó de China”, contó Alicia Hung, quien, para este miércoles, 25 de abril, remataba su mercancía.
La alcaldía facilitó camiones a los comerciantes para que se lleven sus equipos y sus mercancías. “Llevaremos lo que nos quede a nuestras casas, porque ya se vencieron las 24 horas que nos dieron para desalojar”, comunicó la encargada de uno de los negocios, Yudith Contreras, que a sus 63 años duda que pueda conseguir otro trabajo.
Solo un negocio se salva del desalojo
Los entrevistados señalaron que, de todos los comercios desalojados en esa manzana, que está frente a la casa del Libertador, solo Páramo, la franquicia de café expreso con sedes en varios sectores de la ciudad, permanecerá con sus puertas abiertas.
“Nos parece extraño que a ellos no los toquen”, dijo un comerciante, quien prefirió resguardar su identidad. El café está ubicado en la avenida Universidad, en un edificio que pertenece a la alcaldía de Libertador. En la parte superior del edificio se construye un centro nocturno, de acuerdo a empleados de los negocios expropiados.
24 horas para desalojar
“Nos dieron 24 horas para sacar toda nuestra mercancía, como si hacer eso fuera sencillo”, informó Flor Tovar, este miércoles, 25 de abril, la administradora del restaurante La Atarraya, que tiene más de 60 años de historia en el centro de la ciudad.
No es la primera vez que les mandan a cerrar. El pasado 16 de marzo, funcionarios de la alcaldía les ordenaron parar la máquina registradora y desalojar a los comensales porque, de acuerdo a los representantes municipales, las instalaciones presentaban averías. “Nos mandaron a cerrar por un bombillo”, dijo la administradora del establecimiento, cuyos dueños se encuentran fuera del país.
“Por ahora estamos en resistencia, porque ya pasó el tiempo para el desalojo y aquí estamos. Todavía no hemos sacado todos los equipos que tenemos aquí, eso lleva tiempo”, indicó la entrevistada. En el interior del local solo quedan los vestigios de lo que fue hasta el pasado lunes, un restaurante icónico de Caracas.
El nombre de La Atarraya se registra desde principios del siglo pasado, pero originalmente era una bodega en donde se vendía comestibles frente al Mercado de San Jacinto. Ese nombre podría perderse con las expropiaciones.

Somos lo más cercano al pueblo
Tovar contó que los funcionarios de la alcaldía que notificaron el desalojo y les dijeron que los locales de la manzana estaban expropiados y que la notificación había sido publicada en el diario oficialista VEA el pasado viernes.
“Primero publican y luego nos dicen. Es injusto”, señaló la mujer, quien comunicó que allí laboraban 33 personas.
“Aquí no hay grandes empresarios, sino pequeños comerciantes y artesanos, quienes tenemos toda la vida trabajando acá. Somos lo más cercano al pueblo”, dijo Freddy Rodríguez, uno de los cien artesanos que elaboraban piñatas para los comercios expropiados enfocados en negocio de las fiestas.
“Si quieren se van a Estados Unidos”
Los trabajadores de los locales expropiados fueron convocados, a los patrones les prohibieron la entrada, a una reunión en la sala cuatro de Parque Central, donde las autoridades les prometieron que les pagarían Bs. 700.000 y les darían una caja del Clap.
“Luego que nos hicieron esa promesa, el vocero, un representante del Gobierno del Distrito Capital (GDC), nos dijo que si queríamos nos fuéramos a Estados Unidos”, dijo Roberto Rodríguez, un empleado de una piñatería. Ese testimonio coincide con el relatado por empleados en otros comercios.
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