En Venezuela, donde hay un ambiente hostil para ejercer el periodismo, donde el gobierno aplica censura y obliga a la autocensura, donde se venden medios tradicionales a capitales desconocidos o con poca vocación de independencia, donde han agredido a más de 300 periodistas en los últimos meses, donde las redacciones han sido prácticamente desmanteladas, donde muchos periodistas han debido emigrar para garantizar su integridad o la de sus familiares, donde la mayoría de las escuelas de comunicación tienen pensa desconectados de la realidad mundial, donde muchos periodistas se han quedado desempleados, donde otros no han podido montarse en la ola digital, donde hay personas que exigen que no se diga toda la verdad, sino la que conviene o quieren escuchar.

En Venezuela, donde todo está patas arriba, donde los periodistas deben salir a reportear con cascos de guerra, máscaras antigases y chalecos antibalas, en esta Venezuela con una crisis económica que se come cualquier salario, en donde los pocos medios independientes tradicionales mueren de mengua, donde las grandes empresas de medios tienen una pistola en la cabeza, donde no hay papel periódico, sí, aquí, en medio de un inminente desastre, el periodismo no se ha rendido.

Fue Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Latinoamericano, quien nos regaló el título de esta nota: “El periodismo venezolano no se ha rendido”, respondía Jaime a una pregunta que le hicieron en la Cumbre de Comunicación Política realizada los primeros días de junio de este año en Cartagena de Indias. Y agregaba que este país tiene uno de los ecosistemas más ricos en iniciativas o emprendimientos periodísticos.

Venezuela se ha convertido en una especie de laboratorio de comunicación masiva. La cooptación de la mayoría de los medios tradicionales ha llevado a que emerjan muchos medios digitales alternativos, también ha hecho que muchas personas se muden a las redes sociales para obtener información. Estos cambios han permitido romper los cercos de silencio y visibilizar situaciones que de otra manera no se sabrían.

La tan cacareada hegemonía comunicacional lanzó una granada fragmentaria a las redacciones y al periodismo venezolano. Muchos trabajadores salieron de los medios, otros se mantienen con la esperanza de que algo puede cambiar, algunos, por qué no decirlo, también se resignaron a que poco pueden hacer.

Sin embargo, en el marco de tanta hostilidad, siguen naciendo y creciendo alternativas. Como cofundadora de un medio digital independiente sé lo difícil que es no solo que se materialice la idea, sino que se estabilice el emprendimiento. Con mis colegas y socias Laura Weffer y Josefina Ruggiero hemos tenido que aprender constantemente nuevas herramientas. Ya no contamos con la infraestructura de un gran medio, pero contamos con la pasión de un equipo de jóvenes periodistas, de periodistas experimentados que combinados dan resultados maravillosos, de jóvenes emprendedores que también creen en este oficio. Así fuimos finalistas del Premio García Márquez de Periodismo 2016 y nos hemos convertido en un medio de referencia nacional e internacional.

Pero sería mezquino quedarse solo en nuestra propia experiencia y no reconocer las otras. Aunque cuando haces listas siempre puedes dejar a alguien fuera, por eso los invito a que sumen más.

Por ejemplo, la labor titánica de Armando.Info donde unos obsesionados con la verdad, como son Ewald Scharfenberg, Alfredo Meza y Josep Poliszuk realizan el mejor periodismo de investigación, con influencia en la región. Como muestra valga el botón de los Panama Papers.

También está Runrunes. Si se quiere uno de los medios pioneros, que formó una unidad de periodismo de investigación, ahora dirigida por Ronna Rísquez, que no le pierde pisada a los factores del poder gubernamental.

Prodavinci, es un ejemplo de análisis, profundidad y experiencias transmedia.

Me he referido hasta ahora a medios fundados por periodistas, pero también hay medios nativos digitales, con criterio comercial como el decano La Patilla, y el novedoso El Estímulo.

Hay otros medios asociados con ONG como Crónica Uno y El Pitazo, que tiene entre sus fortalezas una red de corresponsales en todo el país.

¿Un ejemplo de medio satírico que nos hace reír ante sus demoledoras verdades? Mira a El Chigüire Bipolar, que recientemente ganó el premio Vaclav Havel

Incluyo en este recuento a Aporrea, cuyo modelo, en cuanto plataforma de movimientos sociales para expresarse y democratizar las voces, ha sido revolucionario.

Si quieren un ejemplo de la “provincia” también se los tengo: Diario El Vistazo, de El Tigre, que nació en 2014, en plena ola de protestas, cuando una joven periodista, Nilsa Varela, no toleró el bloqueo de información.

¿Ejemplos de medios tradicionales combativos y donde se hace buen periodismo? Aquí una pequeña lista que pueden enriquecer: El Correo del Caroní, El Carabobeño, El Impulso, El Tiempo de Puerto La Cruz, Diario 2001, El Nacional y en el casi veintiañero Tal Cual. Todos medios establecidos que han sido golpeados por la falta de papel, las presiones gubernamentales y las limitantes económicas.

En la radio venezolana también abundan las voces periodísticas que buscan romper las hegemonías, los cercos de la información. Ni se diga en la emergente televisión digital como VivoPlay y en los corresponsales venezolanos de medios internacionales con equipos en nuestro país.

Alguno pensará, bueno ¿no dicen que no hay libertad de expresión en Venezuela? Ante esa pregunta un tanto ingenua contesto: este es un derecho que nos han querido confiscar y que el gobierno, en su lógica controladora, pretende administrar, como hace con la escasez de bienes fundamentales. Sin embargo, el periodismo venezolano no lo ha permitido. Cada vez que el gobierno cierra las puertas, nos metemos por las ventanas.

No. No nos hemos rendido. Es demandante, es un reto, es complicado. Tampoco somos héroes. Pero, creo, sin temor a equivocarme, que la pasión de los periodistas venezolanos, su compromiso por servir a la verdad, a la democracia y a la paz, nos lleva a no quedarnos callados ante los atropellos, ante el abuso de poder, ante la opresión. Nos lleva a abrir trochas, sendas y a construir nuevos caminos.

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