La guerra en Ucrania tendrá «importantes repercusiones para la seguridad alimentaria» en el mundo debido a las perturbaciones de la cadena de suministro agrícola en ese país y Rusia, grandes exportadores de cereales, avisó hoy, 11 de marzo, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
«Las perturbaciones de la cadena de suministro y la logística de la producción de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania y la Federación de Rusia, así como las restricciones a las exportaciones rusas, tendrán importantes repercusiones para la seguridad alimentaria», alertó el organismo con sede en Roma.
Rusia es el mayor exportador mundial de trigo y Ucrania el quinto, y ambos proporcionan el 19 % del suministro de cebada, el 14 % del trigo y el 4 % del maíz del mundo, representan más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales, y venden el 52 % del aceite de girasol mundial.
La FAO así lo explica en su informe «Nuevas hipótesis sobre la seguridad alimentaria mundial basadas en el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania», un documento que lleva la firma de su director general, el chino Qu Dongyu.
El conflicto provocado por la invasión rusia de Ucrania hace dos semanas llega tras más de dos años de pandemia de coronavirus e implica «un nuevo reto» por «el papel importante en la producción y el suministro de alimentos a nivel mundial» que desempeñan ambos países.
Además de ser gigantes de la exportación de cereales, Rusia es, por ejemplo, el principal productor de fertilizantes para el campo.
Las turbulencias en estos mercados «podrían agravar seriamente la inseguridad alimentaria en todo el mundo», máxime si se tiene en cuenta que unos 50 países obtienen el 30 % o más de su suministro de trigo de Rusia y Ucrania, mientras que numerosas naciones europeas dependen de Rusia para obtener fertilizantes.
La guerra está inflando el precio de los alimentos, ya al alza desde el segundo semestre del 2020: en febrero de este año alcanzaron su «nivel histórico» a causa de la elevada demanda, los costes de los insumos, el transporte y perturbaciones portuarias.
En este sentido, los precios mundiales del trigo y la cebada aumentaron 31 % en 2021 y el de los aceites de colza y de girasol más de 60 %, mientras que el coste de la urea, un fertilizante nitrogenado esencial, creció más de 300 % en el último año.
La FAO pidió «hacer todo lo posible» para mantener abierto el comercio mundial de alimentos y fertilizantes, aconsejó a los países que dependan de Rusia y Ucrania que busquen proveedores alternativos, pues se desconoce cuánto durará el conflicto; llamó a apoyar a los más vulnerables y emplazó a los Gobiernos a valorar la repercusión de sus medidas en la cadena de alimentos mundial.
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«Las perturbaciones de la cadena de suministro y la logística de la producción de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania y la Federación de Rusia, así como las restricciones a las exportaciones rusas, tendrán importantes repercusiones para la seguridad alimentaria», alertó el organismo con sede en Roma.
Rusia es el mayor exportador mundial de trigo y Ucrania el quinto, y ambos proporcionan el 19 % del suministro de cebada, el 14 % del trigo y el 4 % del maíz del mundo, representan más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales, y venden el 52 % del aceite de girasol mundial.
La FAO así lo explica en su informe «Nuevas hipótesis sobre la seguridad alimentaria mundial basadas en el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania», un documento que lleva la firma de su director general, el chino Qu Dongyu.
El conflicto provocado por la invasión rusia de Ucrania hace dos semanas llega tras más de dos años de pandemia de coronavirus e implica «un nuevo reto» por «el papel importante en la producción y el suministro de alimentos a nivel mundial» que desempeñan ambos países.
Además de ser gigantes de la exportación de cereales, Rusia es, por ejemplo, el principal productor de fertilizantes para el campo.
Las turbulencias en estos mercados «podrían agravar seriamente la inseguridad alimentaria en todo el mundo», máxime si se tiene en cuenta que unos 50 países obtienen el 30 % o más de su suministro de trigo de Rusia y Ucrania, mientras que numerosas naciones europeas dependen de Rusia para obtener fertilizantes.
La guerra está inflando el precio de los alimentos, ya al alza desde el segundo semestre del 2020: en febrero de este año alcanzaron su «nivel histórico» a causa de la elevada demanda, los costes de los insumos, el transporte y perturbaciones portuarias.
En este sentido, los precios mundiales del trigo y la cebada aumentaron 31 % en 2021 y el de los aceites de colza y de girasol más de 60 %, mientras que el coste de la urea, un fertilizante nitrogenado esencial, creció más de 300 % en el último año.
La FAO pidió «hacer todo lo posible» para mantener abierto el comercio mundial de alimentos y fertilizantes, aconsejó a los países que dependan de Rusia y Ucrania que busquen proveedores alternativos, pues se desconoce cuánto durará el conflicto; llamó a apoyar a los más vulnerables y emplazó a los Gobiernos a valorar la repercusión de sus medidas en la cadena de alimentos mundial.