Septiembre cerró con la segunda inflación mensual más baja en lo que va de año. El dato de 23,5% publicado esta semana por la Asamblea Nacional (AN) parece alentador en medio de una hiperinflación a primera vista, pero en realidad deja más preguntas. ¿Qué explica esta desaceleración? ¿Esto es una buena noticia? ¿Es sostenible este ritmo de aumento de los precios hasta finales de año?
Para la Comisión de Finanzas de la AN, quien se encarga de hacer la estimación mensual, la estabilidad en el tipo de cambio es lo que explica el ritmo inflacionario de septiembre. En otras palabras, para los diputados que el dólar se haya mantenido sin sobresaltos cerca de 20.000 bolívares generó un sosiego en el aumento de los precios de los alimentos y los servicios.
Para otros economistas, en cambio, esta desaceleración de la inflación en septiembre está vinculada con la política del encaje bancario marginal, que fue llevado a 100% por el Gobierno en enero pasado. La lógica estatal es que si se cortaban las líneas de financiamiento a las empresas y a los particulares, se podía frenar a la inflación por un lado y al tipo de cambio por el otro.
Marzo, el segundo mes de vigencia de la nueva norma para el encaje bancario, no en vano, puntea con la inflación más baja (18,1%) en todo este año. Después en mayo, junio y julio, la inflación también se mantuvo por debajo de 35%, un número mucho más bajo comparado con los mismos meses del año pasado cuando siempre estuvo por encima de 50%.
“El Banco Central (de Venezuela) está viendo esto como un éxito. Pero en economía, el éxito no se puede definir con un resultado puntual de una variable sino que se tiene que ver todo el contexto y lo que está ocurriendo es que quien está pagando este ajuste es el sistema bancario”, explicó el economista Efraín Velázquez, en entrevista para Efecto Cocuyo.
Esta política de llevar al máximo el encaje bancario marginal, en efecto, disminuye la cantidad de bolívares disponibles para que se persigan dólares en el mercado paralelo y por ende, frena el precio de la divisa y de algunos alimentos y artículos en el mercado nacional.
Su contrapartida es que también hay menos bolívares para que los venezolanos puedan consumir y para que las empresas puedan ampliar sus operaciones. Esta es una consecuencia que se pierde en un primer acercamiento, pero que obliga a la economía a reducirse en tamaño poco a poco y hace más cuesta arriba encontrar el camino a la recuperación.
Para los economistas Efraín Velázquez y Carlos José Peña, las razones que potencian la inflación en el país están lejos de resolverse. De hecho, no observan que haya señales para creer que el patrón inflacionario de septiembre se mantendrá hasta finales de año.
“Hubo una desaceleración puntual, pero el proceso de la hiperinflación está allí latente. La causa real de todo esto es el financiamiento monetario del gasto público y eso no se ha resuelto. Ni siquiera podemos hablar de una política antiinflacionaria que esté dando resultados, porque no hay un norte claro ni fijo”, aseguró Carlos José Peña, economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en entrevista para Efecto Cocuyo.
Peña y Velázquez coinciden en que el ritmo de la inflación está estrechamente relacionado con el crecimiento de la liquidez monetaria. Es decir, que el comportamiento de la inflación en el país puede entenderse si se sigue la dinámica de gasto del Estado venezolano.
En el cronograma del Gobierno aparecen dos grandes desembolsos antes de que finalice este 2019. Primero está la repartición de los aguinaldos a los trabajadores del sector público y a los pensionados y jubilados.
Luego están los pagos pendientes de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) tanto a sus proveedores nacionales como a sus socios internacionales, que debido a las sanciones estadounidenses ahora también reciben cancelaciones en bolívares.
Eso sin hablar de la probabilidad de que el presidente Nicolás Maduro decrete un aumento del salario mínimo oficial, que hoy está fijado en 40.000 bolívares y que empezó a regir desde el pasado 16 de abril.
“Se venía aumentando el salario mínimo de forma muy seguida y eso también presiona a los precios. Así que puede entenderse como un punto marginal que este descenso de la inflación esté vinculado a un salario mínimo de Bs 40.000” argumentó Peña.
Foto principal: Markus Spiske | Unsplash
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Para la Comisión de Finanzas de la AN, quien se encarga de hacer la estimación mensual, la estabilidad en el tipo de cambio es lo que explica el ritmo inflacionario de septiembre. En otras palabras, para los diputados que el dólar se haya mantenido sin sobresaltos cerca de 20.000 bolívares generó un sosiego en el aumento de los precios de los alimentos y los servicios.
Para otros economistas, en cambio, esta desaceleración de la inflación en septiembre está vinculada con la política del encaje bancario marginal, que fue llevado a 100% por el Gobierno en enero pasado. La lógica estatal es que si se cortaban las líneas de financiamiento a las empresas y a los particulares, se podía frenar a la inflación por un lado y al tipo de cambio por el otro.
Marzo, el segundo mes de vigencia de la nueva norma para el encaje bancario, no en vano, puntea con la inflación más baja (18,1%) en todo este año. Después en mayo, junio y julio, la inflación también se mantuvo por debajo de 35%, un número mucho más bajo comparado con los mismos meses del año pasado cuando siempre estuvo por encima de 50%.
“El Banco Central (de Venezuela) está viendo esto como un éxito. Pero en economía, el éxito no se puede definir con un resultado puntual de una variable sino que se tiene que ver todo el contexto y lo que está ocurriendo es que quien está pagando este ajuste es el sistema bancario”, explicó el economista Efraín Velázquez, en entrevista para Efecto Cocuyo.
Esta política de llevar al máximo el encaje bancario marginal, en efecto, disminuye la cantidad de bolívares disponibles para que se persigan dólares en el mercado paralelo y por ende, frena el precio de la divisa y de algunos alimentos y artículos en el mercado nacional.
Su contrapartida es que también hay menos bolívares para que los venezolanos puedan consumir y para que las empresas puedan ampliar sus operaciones. Esta es una consecuencia que se pierde en un primer acercamiento, pero que obliga a la economía a reducirse en tamaño poco a poco y hace más cuesta arriba encontrar el camino a la recuperación.
Para los economistas Efraín Velázquez y Carlos José Peña, las razones que potencian la inflación en el país están lejos de resolverse. De hecho, no observan que haya señales para creer que el patrón inflacionario de septiembre se mantendrá hasta finales de año.
“Hubo una desaceleración puntual, pero el proceso de la hiperinflación está allí latente. La causa real de todo esto es el financiamiento monetario del gasto público y eso no se ha resuelto. Ni siquiera podemos hablar de una política antiinflacionaria que esté dando resultados, porque no hay un norte claro ni fijo”, aseguró Carlos José Peña, economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), en entrevista para Efecto Cocuyo.
Peña y Velázquez coinciden en que el ritmo de la inflación está estrechamente relacionado con el crecimiento de la liquidez monetaria. Es decir, que el comportamiento de la inflación en el país puede entenderse si se sigue la dinámica de gasto del Estado venezolano.
En el cronograma del Gobierno aparecen dos grandes desembolsos antes de que finalice este 2019. Primero está la repartición de los aguinaldos a los trabajadores del sector público y a los pensionados y jubilados.
Luego están los pagos pendientes de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) tanto a sus proveedores nacionales como a sus socios internacionales, que debido a las sanciones estadounidenses ahora también reciben cancelaciones en bolívares.
Eso sin hablar de la probabilidad de que el presidente Nicolás Maduro decrete un aumento del salario mínimo oficial, que hoy está fijado en 40.000 bolívares y que empezó a regir desde el pasado 16 de abril.
“Se venía aumentando el salario mínimo de forma muy seguida y eso también presiona a los precios. Así que puede entenderse como un punto marginal que este descenso de la inflación esté vinculado a un salario mínimo de Bs 40.000” argumentó Peña.
Foto principal: Markus Spiske | Unsplash