Un grupo de 30 personas, casi todos del estado Barinas, se encuentra “atrapado” en la región de Arequipa. Son familiares y conocidos que, hasta la fecha cuando decidieron volver a Venezuela, compartían dos casas. Ninguno tiene trabajo formal y el aislamiento social los obliga a mantenerse encerrados. No cuentan con recursos para cubrir sus gastos de alimentación, alquiler, medicinas y forman parte de los venezolanos varados en Perú.
Jean Carlos Hernández, de profesión contador y administrador, explicó que todos habían decidido regresarse al país porque después de dos años no vieron ninguna mejoría en su situación económica. En conjunto tomaron la decisión y se programaron para viajar por tierra los primeros días de abril.
“Entre las ocho familias que estamos aquí hay ocho niños y no tenemos cómo mantenernos. Trabajamos en la calle vendiendo cualquier cosa en carretillas. Pero cada vez nos resulta más difícil que nos den una oportunidad laboral, sobre todo desde que algunos venezolanos se vieron involucrados en robos”, relató Hernández.
¿Y después de la cuarentena?
Lo que más preocupa a estas familias es la post-cuarentena, pues vislumbran un panorama crítico. “Ya se nos acumuló un mes de renta y si pagamos, no comemos. Esto no es vida. Además, yo tengo un padecimiento de hernias, sufro dolores en los brazos así como en las piernas y no tengo para tomar tratamiento. Apenas y puedo pagar un paracetamol”, añadió Jean Carlos Hernández.
Dentro de esta familia también está Elida de Chirinos, de 64 años, quien en este momento manifiesta sentirse “inutil” porque no está acostumbrada a depender de los demás. Es una enfermera jubilada que llegó al Perú para apoyar a su hija con la crianza de sus nieto. Se ayudaba económicamente cuidando a los niños de las familias cercanas: “vivíamos como en la vecindad del Chavo del 8. Todos uno al lado del otro. La situación se complicó porque desde el inicio de la cuarentena todos perdieron su trabajo”.
En este momento Chirinos lo que aspira es poder regresar a su casa en Venezuela. “Tengo diabetes tipo 2 y necesito unos medicamentos que no puedo costear. Además sufro de la tensión y la tiroides. Todo esto es una mortificación: las medicinas, la comida, el alquiler y enviar plata a Venezuela. Mi único remedio es piña con perejil”.
Ninguna de estas familias puede pagar un boleto de avión y por eso imploran que se les habilite un vuelo humanitario. Esperan que algún organismo los escuche y los apoye por ser personas vulnerables.
Estos ciudadanos han intentado sostener comunicación con las embajadas, pero no han tenido éxito, pues todas se ubican en Lima y tampoco han recibido repuesta por correo electrónico.
Varados en Lima pasó de 27 a 37 personas
Mientras tanto, el otro grupo de venezolanos varados en la capital de Perú y otras provincias sigue en aumento. Se sumaron 10 personas. Adicionalmente, crece aún más la preocupación por una posible extensión del aislamiento obligatorio, ya que los contagios no han cesado, sino que han ido en aumento. Hasta el 1 de abril se han registrado 1.065 casos en todo el país.
El grupo ha logrado organizarse para apoyar a los que están en situación más crítica. Según uno de sus integrantes, Paúl Méndez, contactaron a organizaciones que trabajan con derechos humanos. “Pudimos canalizar aportes económicos para los cinco casos críticos y dos de ellos ya recibieron donación para comprar alimentos. Los otros tres están en trámite. Y quienes tenían mayor posibilidad económica hicieron un aporte de 50 soles (15 dólares) y compraron alimentos para asistir a los demás”.
Agregó que se presentaron ante el Consejo Nacional de los Derechos Humanos del Perú, donde expusieron la vulnerabilidad de estos ciudadanos varados y la solicitud de un vuelo humanitario. Finalmente, este lunes protagonizaron una protesta frente a la sede la embajada de Venezuela Lima para que sus demandas sean escuchadas.