Mientras en los supermercados venezolanos se empieza a notar el desabastecimiento de hortalizas, productores agrícolas advierten que en tres meses los productos agrícolas podrían desaparecer de los establecimientos, de no solucionarse urgentemente la escasez de gasolina. “Una vez pasada la pandemia, tampoco vamos a tener alimentos” porque no se podrán cosechar las siembras, alertan.

Los poductores explican que el trabajo del sector se ha paralizado en gran parte por la falta de combustible. Como consecuencia, los retrasos en la recolección de la cosecha y los obstáculos para obtener fertilizantes y semillas ponen en riesgo toda la producción del país, incluyendo el maíz, el alimento principal en la mesa venezolana.

El miércoles 22 de abril, el ministro de Agricultura designado por el chavismo, Wilmar Castro Soteldo, dijo, a través del canal estatal VTV, que en el venidero ciclo de siembra se cosecharían 900 mil hectáreas de maíz.

#EnVideo ? | Ministro de Agricultura Productiva y Tierras, Wilmar Castro Soteldo: Hemos establecido una meta de aproximadamente 500 mil hectáreas de maíz amarillo y 400 mil hectáreas de maíz blanco#UniónYDignidad pic.twitter.com/EL4OKAAwkv

— VTV CANAL 8 (@VTVcanal8) April 22, 2020

Aquiles Hopkins, presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), calificó esta cifra como “irrealista” y subrayó que “jamás en la vida hemos sembrado 900 mil hectáreas”

De acuerdo con el productor, el récord máximo que se ha alcanzado son 850 mil hectáreas, años atrás; y dijo que “en el mejor de los casos” la producción alcanzaría las 100 mil hectáreas, poco menos de las 150 mil que se cosecharon en 2019.

Sin embargo, Hopkins también evalúa que esta meta es alta, y solo podrá realizarse si se soluciona el problema del combustible que se ha acentuado durante la cuarentena en Venezuela. Mientras tanto el “ciclo de invierno” se acerca a final del mes junto con la temporada de lluvias.

Los productores de cereales deberían estar preparando las tierras para el maíz, pero “no tienen como sacar sus cosechas” pasadas, ni preparar la tierra para la venidera.

La arepa en pico ‘e zamuro

Para el presidente de Fedeagro “la arepa está en pico ‘e Zamuro”.

Hopkins dijo que tan solo el requerimiento de fertilizantes, que ya no se produce en el país, ocuparía 13 barcos de carga. Es decir, 400 mil toneladas de fertilizantes para estas 900 mil hectáreas.

Además, solo hay 300 mil semillas de maíz en el país; se necesitarían 1 millón 200 mil kilos de semilla para la siembra, y las inversiones privadas solo alcanzarían a comprar maíz para 40 mil hectáreas.

En los últimos 13 años, precisó, el consumo de maíz se ha reducido hasta la mitad en Venezuela: de 1 millón 600 mil toneladas a 800 mil toneladas anualmente (o de 32 kilos a 16 kilos de harina de maíz per cápita).

Sin embargo, las 100 mil hectáreas producirían 350 mil toneladas de harina, que es 40% del consumo actual y apenas 20% del consumo histórico.

La producción sería de maíz blanco y amarillo en partes iguales, mientras que la arepa, el alimento indispensable en el plato venezolano, solo se hace a partir del maíz blanco.

Este diminuto porcentaje de igual manera sigue en riesgo si no se soluciona el problema de la gasolina, ya que esta cosecha debería estar lista en tres meses para poder iniciar el proceso de su comercialización.

De no ser así, los empresarios y el Ejecutivo tendrían que acudir a la misma estrategia que utilizaron el año pasado: comprar maíz importado para la producción de harina.

Los costos no solo incrementarían. Hopkins también recordó que si la producción no se hace en Venezuela, tampoco se genera trabajo en el país, donde uno de cada tres empleos están relacionadas con el sector agropecuario.

Todos los rubros en riesgo

De acuerdo con Robert Maldonado, productor de La Grita, estado Táchira “todos los rubros están en riesgo” de perderse, debido a la escasez de gasolina. Así lo manifestó este 23 de abril en una entrevista vía telefónica.

Maldonado explicó que en la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi) del municipio Járagui, la Guardia Nacional reparte a los productores agrícolas 15 litros de gasolina semanalmente, la mitad de lo que se habían comprometido a entregar en marzo, cuando Efecto Cocuyo entrevistó al productor por primera vez al inicio de la  cuarentena decretada para frenar el avance del coronavirus.

“Ni siquiera es un pañito de agua tibia”.  Quince litros de gasolina no son suficiente ni siquiera para trasladarse desde las fincas del páramo hasta las estaciones de servicio de la ciudad y de regreso, detalló. Además, a diario son solo 10 vehículos los que reciben gasolina, lo que hoy en día resulta ser un “privilegio”, a pesar de ser Venezuela un país petrolero, dijo.

“Los camioneros en su mayoría no viven en el casco de la ciudad y para ir hasta los comandos de la Guardia Nacional –que administran el combustible- gastan más de los 20 litros de gasolina. No están dando gasolina para trabajar”, sentenció.

Haciendo el cálculo de los alimentos que no se podrán cosechar para comercializarlos en tres meses, Maldonado advierte que “una vez pasada la pandemia tampoco vamos a tener alimentos”.

Sin poder sembrar

Desde que la empresa Petroquímica de Venezuela (Pequiven) no surte a los productores de químicos para preparar sus tierras, en Táchira compran los venenos, abonos, pesticidas y fertilizantes en Cúcuta, la ciudad colombiana fronteriza con Venezuela.

Sin embargo, desde que la pandemia se expandió en Colombia y se dieron a conocer los primeros casos confirmados de coronavirus, los agricultores venezolanos no han podido comprar fertilizantes. Tampoco han podido adquirir la “gallinaza”, que es el excremento de gallina que usan en sustitución del abono, porque no pueden trasladarse a los estados avicultores, como Barinas.

Además, no han podido comprar semillas para la siembra, y por la distancia que hay entre sus terrenos y los invernaderos, tampoco han podido recoger las semillas que ahí almacenaban para protegerlas del frío. Todo este retraso hace que la planta nazca “debilitada, desnutrida y ya nadie le va a seguir invirtiendo sembrándola”, dijo Maldonado.

“Si no se atiende la planta desde que se germina, tampoco va a haber hortalizas dentro de tres y cuatro meses”, alarmó.

Se pudren bajo tierra

Mientras tanto las cosechas en La Grita se pierden bajo tierra. Sin gasolina, los productores no pueden trasladar a los trabajadores para recoger el cultivo.

“Cuando hay un corte de zanahoria a eso hay que gastarle más dinero para recogerlo. Tienes que contar con 30 obreros trabajando, y no los vas a alimentar, comprarle los sacos, para no vender nada porque no hay gasolina”

Bajo tierra el repollo se torna amarillo, se pudre y se revienta; el cilantro florece en una planta de un metro, la zanahoria llega a pesar hasta un kilo la unidad, lo mismo con el calabacín. Si bien no todas las hortalizas se dañan pierden su valor comercial.

Por ello, muchos productores alimentan a sus animales con estos vegetales, y la dieta les resulta más costosa que comprar la comida comercial.

Solo para sembrar un terreno de zanahoria algunos productores agrícolas hicieron inversiones hasta de 2 mil dólares, pensando que obtendrían 12 mil dólares por la comercialización, pero finalmente no consiguieron cómo trasladar la cosecha.

Además, de los obreros que habría que mantener para sacar la cosecha, los sacos vacíos para trasladarlos representan un costo extra. Antes de la cuarentena, los sacos tenían un costo de 180 mil bolívares cada uno y cada productor necesita entre 300 y 500.

“Hoy deben estar en 300 mil bolívares”, dijo Maldonado, suponiendo que el precio esté anclado al valor del dólar.

Sin transporte

En la  Cordillera de los Andes descansa 75% de la producción agrícola del país, y La Grita es el sector que aporta la mayor cantidad de rubros.

Tres años atrás, contaban con 3 mil camioneros que recogían la cosecha de Táchira, pero ya para el año 2020 la cifra se ha reducido drásticamente a unos 600 camioneros.

En las primeras cuatro semanas de la cuarentena nacional, ninguno de ellos salió a trabajar, después en la quinta semana solo se había incorporado 15%. Se espera que para la próxima semana 30% de los camioneros estén “activos”.

Pero de acuerdo con Maldonado es probable que estos distribuidores no lleguen a La Grita porque su lejanía al casco de la ciudad los pone en desventaja con respecto a los productores más cercanos.

Por eso, algunos cultores del sector han sacado sus sacos “en bestia”, pagando fletes para cargar hasta dos sacos en una mula o un caballo que los traslade a la ciudad; los tractores que funcionan con gasoil no son aptos para entrar a ciertos niveles del páramo.

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