Realmente, los “acompañantes” del diálogo que pretende el gobierno de Maduro sostener con alfileres de cera, nos han tomado por imbeciles…

El documento que proponen esos sujetos, encierra una trampajaula que de aceptarla la oposición, estaría:

1) legitimando maniobras e incumplimientos del Gobierno en la primera fase;

2) aceptando seguir en un diálogo que no es tal, porque ni siquiera los dialogantes han acordado la agenda a discutir en dicho diálogo. No la hubo en la primera fase y no aparece para la segunda. Son quienes dialogan los llamados a fijar sobre que discutir y establecer los términos de los posibles acuerdos. Esto es elemental en estos procesos.

3) es ingenuo e inaceptable que los acompañantes pasen a ser quienes definan lo que se va discutir y sean ellos quienes establezcan las prioridades;

4) algunos de los asuntos que aparecen en el Documento de los acompañantes y que presuntamente se discutirían para llegar al acuerdo son tan generales e imprecisos, que podrían ser desglosados en numeros subproblemas si se discuten seriamente o, como probablemente ocurrirá, seran un saludo a la bandera;

5) lo más peligroso: las implicaciones políticas para la oposición. De continuar bajo estos criterios en tal diálogo tramposo y espurio la oposición coloca sobre su cabeza la espada de Damocles de la posible acusación de rechazar un acuerdo de paz si no acepta los criterios que tratará de imponer el gobierno. No hay que ser muy imaginativo para pensar lo que el gobierno dirá para descalificar a la oposición.

Y mejor paro acá porque este asunto da para muchas otras consideraciones, entre las cuales cabe señalar su omisión de los asuntos decisivos inmediatos que ha venido sosteniendo la oposición.

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