“Sentía que la muerte era mejor que estar ahí”. Así describió el periodista venezolano Franciso Marín, la detención arbitraria de la que fue víctima en Trinidad y Tobago el pasado domingo 21 de abril. Estuvo apresado cuatro días junto a otros dos venezolanos, encerrados con reos comunes, a pesar de ser un asunto migratorio.

“La razón de la detención era que migración debía revisar nuestros casos. Ya en migración nos dijeron que excedimos el tiempo de estadía en el país, pero claramente, al ser un asunto migratorio, no nos pueden juntar con presos comunes”, expresó este 25 de abril Marín.

Explicó que, a pesar de no sufrir daños físicos por parte de los funcionarios, el maltrato psicológico fue grave, por las precariedades a las que fueron sometidos. Sintió que había persecución contra los venezolanos.

“El maltrato fue netamente psicológico por las terribles condiciones en las que estábamos, y al ignorarnos totalmente en lo que pedíamos. No le permitieron a nadie vernos, no nos permitieron hacer una llamada, nada”, dijo a Efecto Cocuyo.

La detención

11:00 am, domingo 21 de abril. Marín se dirigía a un supermercado en el sector La Brea en Trinidad, a realizar unas compras cuando lo detuvo una alcabala policial. Al revisar sus documentos lo trasladaron inmediatamente a una estación policial. Se subió a una patrulla en la que se encontraban otros dos venezolanos. Los tres, según Marín, habían ingresado legalmente.

“Era el único que hablaba inglés y al notarlo, me dieron un trato un poco más cordial que a los otros dos, por lo menos hasta ese momento”, comentó Marín.

En menos de 10 minutos en el vehículo los tres fueron esposados. Las exigencias de saber a detalle la razón de su detención no fueron respondidas. Tampoco importó su a pesar de su condición de refugiado protegido por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

“Luego nos dijeron que los casos debían pasar a migración, y que mi carnet de Refugiado no les importaba porque para ellos no tenía validez. En menos de 10 minutos ya estaba esposado, sin documentos, montado en una patrulla, y en camino a la cárcel”

Los llevaron a la cárcel ubicada en el sector Point Fortin, a unos 20 minutos de viaje en carro. No les permitieron realizar ninguna llamada ni ver a nada para su defensa. Solo fueron arrojados a las cuatro paredes.

La pesadilla

“Lo primero que vi al llegar fueron las celdas, y los prisioneros adentro. De una vez deduje que estábamos con presos comunes”, comentó Marín. Desde un principio supo que lo que le ocurría iba mal.

En ese momento empezó realmente la pesadilla. Los encerraron en una celda de dos metros de largo por dos metros de ancho. Un agujero fungía como baño y no contaban con agua. A parte, disponían solo dos muros de concreto para sentarse.

“La humillación que sentía era enorme. Era un animal. Hasta ese momento todo parecía una pesadilla. Sentía que la muerte era mejor que estar ahí”, expresó el comunicador.

Los gritos de los detenidos colapsaban sus oídos. Por su condición de hispano hablante, en contraste al inglés que se habla en estas islas, los reos pedían a los “spanish”, al referirse a los venezolanos.

Una intensa luz blanca los iluminaba sin cesar día y noche. Tampoco contaban con camas para las noches acaloradas. Dormían sobre las superficies de concreto y sus zapatos hacían las veces de almohadas

“Y ahí nos tocó pasar cuatro días. Sin salir ni un minuto, sin permitirnos hacer una llamada, y viendo como los presos trinitarios caminaban de una celda a otra”, relató.

Dormir era casi imposible para Marín. Eran siestas cortas que no pasaban de 15 minutos sobre los bancos de concreto.

Las horas de comer tampoco eran alentadoras. Les servían en desayunos y cenas pan son salsa de ajo. En el almuerzo recibían arroz, frijoles y trozos de pollo. Todo debían comerlo con las manos, porque no les ofrecían cubiertos.

“No nos daban cubiertos así que nos tocaba comer con las mismas manos que no nos permitían lavarnos nunca. Nos llevaban agua de chorro para tomar”, dijo Marín.

Durante los cuatro días de estadía sus peticiones no fueron escuchadas, a pesar de la arbitrariedad de la detención. “El trato que recibíamos por parte de los oficiales era de criminales. Nos ignoraban, pasaban por la celda a recoger la basura cada 24 horas. Todo lleno de moscas y plagas”.

La liberación

Los oficiales de migración llegaron el miércoles 24 de abril, al cuarto día de la detención.  Lo que alegaron fue que los venezolanos “excedieron el tiempo dado en migración al momento de entrar en Trinidad”.

“Luego de cuatro días, finalmente nos buscó migración, nos colocaron una multa en dólares, me retuvieron el pasaporte, y debo retirarlo una semana antes de irme de este país, ‘cuando desee’”, dijo.

Las pertenencias (teléfonos, gorras, cadena, dinero y billeteras) arrebatadas al momento de la detención fueron devueltas en el proceso de excarcelación. Marín, hasta este 25 de abril aún se encuentra en Trinidad.

Y aquí están quienes me acompañaron en esta terrible experiencia: Jesús y Orangel.

Al final, estar con dos venezolanos, durante un secuestro con abuso de autoridad, fue lo mejor que me pudo pasar para apoyarnos en las horas de mierda, y disfrutar las leves risas en la desgracia. pic.twitter.com/N5KrFsiULX

— Francisco Marín (@franciscoamarin) April 24, 2019

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Foto: @franciscoamarin

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