Credit: Mairet Chouri

Olores frescos, verdes brillantes, el sonido de las hojas, la textura de los troncos y el cantar de los pájaros, hacen del panorama venezolano un desfile de árboles frondosos y delicados que cubren el territorio nacional sin discriminación alguna.

Dependiendo del estado, el árbol típico podría ser de 6 a 10 metros de altura, como el Amapate en Cojedes, de lento crecimiento con la copa redondeada; como el Guayacán en la isla de Nueva Esparta; o con numerosas ramas y hojas anchas que resisten a la sal y crecen en la arena, como el árbol de uva de playa, también conocido como el manjar de los guaireños.

Venezuela, por ser un país del trópico, se encuentra entre los 17 países megadiversos del mundo. Desde el Zulia hacia los llanos centrales, vía a los andes y camino al sur, subiendo por oriente, pasando por la costa y llegando al centro, se estima que hay entre 30.000 a 35.000 especies de plantas en el país.

Los árboles se alzan en las calles, parques, plazas, pueblos y urbanizaciones venezolanas. Cubren El Ávila y llenan de colorido las vistas desde las ventanas.

A pesar de la deforestación y la repentina tala -que se puede observar en algunos estados del país, principalmente en la capital- “al árbol debemos solicito amor, jamás olvidemos que es obra de Dios”; así recita su tan conocido himno; que también forma parte del colectivo nacional.   

Seguro piensas en los colores del amapate, la majestuosidad de los chaguaramos o el emblemático amarillo del árbol nacional; estos, y muchos otros, forman parte de los árboles más representativos de la tierra tricolor.

Con motivo del Día del Árbol, se celebra la diversidad ambiental y la reconocida presencia de estas cinco -y otras- especies en todo el país:

Mango (Mangifera indica):

Es uno de los árboles frutales más cultivados en el país. Originario de la India, llegó a Venezuela en el siglo XVII: Adolfo Ernst, botánico venezolano-alemán, lo vio en Caracas en 1869. Desde entonces, se ha convertido en una estampa evidente del paisaje nacional.

Esta mata podría superar los 30 metros de altura, en su hábitat natural; necesita de la claridad del sol para crecer, por lo que es capaz de cubrir a otras especies para alcanzar la radiación. En la ciudad de Caracas se pueden reconocer en la zona de Bello Monte, Los Palos Grandes, Las Acacias, Los Chaguaramos y sus alrededores.

Sus frutos son de tonos rojizos, grandes y dulces, y tardan entre tres a seis meses en madurar; los más populares en Venezuela son los de hilacha, de bocado, de agua y la manga.

Foto: Mairet Chourio

Araguaney (Tabebuia chrysantha):

Hace 73 años, el Araguaney fue declarado como el Árbol Nacional de Venezuela. Su tronco es recto, su altura oscila entre 6 y 12 metros, se caracteriza por una floración masiva y brillantes flores amarillas; fue por ellas que Rómulo Gallegos nombró como “la primavera de oro de los araguaneyes”, a la entrada de la primavera en los llanos y sabanas del país.

El araguaney pertenece a la especie chrysantha, palabra que proviene de dos vocablos griegos que significan “flor de oro”. Su nombre tiene sus orígenes en la voz Caribe “aravenei”, término con el que un pueblo indígena nombraba al árbol.

El árbol nacional es capaz de florecer en campos, llanos, montañas, selvas y sabanas. A pesar de ser verde la mayor parte del año, su frondosidad amarilla, entre abril y mayo, lo convirtió en uno de los símbolos naturales de Venezuela.

“En el patio, en el patio de mi casa tengo yo, tengo yo un araguaney que en todas las primaveras se engalana como un rey” fragmento del Himno al araguaney.

Sarrapia (Dipterix punctata):

Considerado como emblema del estado Bolívar, es apreciado por sus semillas que han sido exportadas desde el siglo XIX. Su intenso aroma hace que las semillas de sarrapia sean utilizadas en la elaboración de perfumes y en la repostería.  

El árbol de la Sarrapia, de tronco liso, madera dura y de color moreno, crece de forma silvestre en el sur de país, puede llegar a medir 30 metros de altura y necesita de suelos con buen drenaje para estimular su crecimiento.

El ingeniero forestal y jefe del departamento de Parques y Jardines de la Corporación Venezolana de Guayana, explicó al portal Ciencia Guayana que “la sarrapia es un árbol maderable, pero su explotación como producto maderero no está permitida; solo se permite la recolección de sus frutos”.

Un refrán popular guayanés dice “una fibra de sarrapia valía una fibra esterlina”. De acuerdo al Diccionario de historia de Fundación Empresas Polar “la sarrapia venezolana, durante muchos años, fue comprada por la American Tobacco Company para ser utilizada en la fabricación del cigarrillo <Lucky Strike>”.

Samán (Samanea saman):

Conocido como árbol de la lluvia, es emblemático del estado Aragua y conocido por su amplia copa -aproximadamente de 20 metros- compuesta por frondosas hojas. Durante la noche, las hojas se retraen, razón por la cual también se le llama Dormilón.

El árbol con copa en ‘forma de paraguas’ ofrece una amplia sombra: sus ramas son extensas, aunque frágiles, su tronco es grueso y grisáceo, mientras sus flores, que crecen en la orilla de los tallos, son rosadas.

Es común plantarlo en los estados ganaderos en las zonas donde pasta el ganado. Además su fruto es una opción para alimentar a los animales.

“Extiende, samán, tus ramas sin temo al hado fiero, y que tu sombra amigable al caminante proteja.” ‘A un samán’ fragmento de un poema de Andrés Bello.

Foto: Mairet Chourio

Jabillo (Hura crepitans):

Con su tronco espinoso, gran tamaño y raíces muy superficiales, el Jabillo se caracteriza por ser un árbol grueso y que suele estar verde la mayoría del tiempo, dependiendo de donde se plante.

Se le conoce por ser un árbol ‘ornamental’, pues su madera es utilizada en carpintería. Según la colección de 7 árboles de Venezuela, de la Fundación Empresas Polar “su madera es muy valorada hoy en día, pero antes no era así y se usaba sobre todo para gente humilde; de allí el viejo dicho de los llaneros cuando veían un peligro próximo: ‘está oliendo a tabla e ‘jabillo’”.

Originario del estado Amazonas, el Jabillo adorna las calles de Caracas. Llega a alcanzar los 50 metros de altura y tamaño que puede afectar las edificaciones a su alrededor. Además, sus ramas son frágiles y tienden a quebrarse en épocas de lluvias.

El licenciado en historia, egresado de la Universidad Central de Venezuela, Javier Villamizar López explica en el artículo Arboles de Caracas, de su blog, que es de los árboles más autóctonos del país, pues “incluso tenemos poblados, residencias, avenidas y urbanizaciones con su nombre”.

Foto: Mairet Chourio Credit: Mairet Chouri
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