Cuando Dennys Granadillo cruzó la puerta del despacho del departamento de Homicidios de la antigua Policía Técnica Judicial (PTJ), la mañana de un lunes de marzo de 1993, pasó a formar parte de la historia no contada en el campo de la investigación policial. Hoy en día es difícil imaginarse un mundo donde las mujeres no participen de las decisiones, discusiones y profesiones. Pero, 27 años atrás, Granadillo, con 21 años recién cumplidos, se convirtió en la primera mujer detective del departamento de homicidios.
Zuliana de nacimiento y de marcado acento, se describe como una mujer disciplinada y justa. Su tono de voz es fuerte y claro; detallista — una de sus cualidades que más valora—, recuerda con brío sus primeros años en la extinta PTJ y cómo le tocó lidiar con el machismo en la policía.
A los 19 años de edad ingresó a las oficinas de la antigua PTJ, como detective, destacada en la subdelegación de la parroquia El Paraíso. Allí se ocupó de varios delitos menores como el robo y hurto. Pero sus aspiraciones iban más allá, quería formar parte de la comisión de homicidios, pero recuerda que se trataba de: “una división élite, puros hombres machistas”.
Cada tanto, sus compañeros de trabajo le soltaban esta frase, que dejaban caer sin demasiado cuidado: “Las mujeres para la casa con los niños”. Luego le aseguraban que “las mujeres no podían trabajar en investigaciones homicidios”.
A pesar de esta barrera, Granadillo jamás dudó de su capacidad para trabajar resolviendo los crímenes de la que se convertiría en una de las ciudades más violentas del mundo, Caracas. Es más, se prometió a sí misma ser la mejor.
La llegada
“Las mujeres son tan buenas como los hombres para realizar cualquier investigación en el área criminal. Quería dejar atrás aquellos prejuicios de género”, dijo a través de una entrevista telefónica, desde Zulia.
La oportunidad de alcanzar un puesto en el departamento de homicidios llegó de la mano del inspector en jefe, Juan Ricardo Prieto, uno de los más destacados policías científicos de la época.
El desempeño de la joven inspectora en los sitios de sucesos convenció a Prieto de sugerirle el cargo. La aguda visión de Granadillo la destacó sobre sus demás compañeros. “Siempre fui detallista, sobre todo en los sitios de sucesos”, comenta.
Al principio, creyó que se trataba de una broma del inspector Prieto. Estaba claro que, en 1993, el departamento de homicidios no contrataba mujeres. Aun así aceptó la propuesta de su supervisor.
“En la semana me llegó un memorándum del departamento de Recursos Humanos que indicaba que me trasladaban de la comisaría El Paraíso a la División contra Homicidios, ubicada en Parque Carabobo (antigua sede principal de la PTJ)”, recuerda la investigadora.
Rememora la satisfacción personal que tuvo al entrar a las oficinas del departamento de Homicidios en Parque Carabobo. Agradeció a Dios. Era un logro histórico.
La única en Homicidios, la primera en llegar.
Desde el día 1
La mañana de aquel lunes de marzo de 1993, Granadillo, puntual, arreglada y decidida, abrió la puerta de la oficina de Homicidios en Parque Carabobo. La imagen era de película. Un grupo de hombres, algunos con papeles en las manos, voltearon a mirarla -más bien a escudriñarla- todos a la misma vez.
Vagamente recuerda su vestimenta de ese día, pero lo que sí rememora es haber portado la placa policial al cuello. Con unos “buenos días”, fuertes y claros, se presentó a su primer día de trabajo como detective de homicidios.
Desde sus inicios sus supervisores le dejaron algo claro: Ser mujer no significaba que el trabajo iba a ser distinto al de los hombres.
Le asignaron una máquina de escribir, de marca Olimpia, color blanco, cuyas teclas se montaban entre sí cuando se escribía rápido. Su primera tarea fue mecanografiar una base de datos de los homicidios que ocurrían en toda Caracas.
“Para llevar la máquina en homicidios había que ponerle un mundo. Eran páginas completas de lado y lado de todos los homicidios del área Capital, que habían sido cubiertos por los funcionarios de homicidios de guardia. Era una máquina que si no se le ponía el papel carbón al revés perdías toda la información porque se remontaban todas las letras, había que rehacer todo lo que se escribía”, explica.
Solo dormitorios para hombres
Romper las barreras del género en una profesión dominada por hombres no fue fácil. Para llegar a su trabajo, a las 7 de la mañana todos los días, Dennys tenía que salir de Guatire a las 5 am. Dejaba a su hija de dos años de edad en un colegio ubicado en Montalbán para luego regresar al centro de Caracas y empezar su jornada.
“Era un gran esfuerzo. Pero a mí me gustaba mi trabajo, esa era mi pasión”, expresa.
Como solo contrataban hombres, no había dormitorios ni aseos destinados para ella, lo que obligó a Dennys a dormir junto a sus colegas…y tener que compartir el baño.
Le asignaron una cama tipo litera en un rincón .
Los detectives no tenían pudor y conversaban sobre cualquier tema sin tapujos. “Se metían en el baño y hablaban, no se cohibían; una conversación de hombres hablando de mujeres”, recuerda la hoy comisaria.
Aunque fue difícil adaptarse en los primeros dos meses, reconoce que el trato de sus colegas hacia ella era respetuoso.

A la detective le costó ganarse la confianza de su equipo. Sus compañeros eran muy unidos. Se apoyaban, se cuidaban y cuando salían de comisión trataban de ir en equipos de cuatro.
Luego de seis meses trabajando codo a codo, el grupo terminó aceptándola como su igual. “Demostré con mi trabajo quién era yo, porque nosotras las mujeres tenemos las mismas capacidades que los hombres”, enfatiza.
Sus compañeros de trabajo la apodaron “La China”, debido a sus característicos ojos rasgados. Cuando llegaba a una escena del crimen, sus colegas decían: llegó La China de Homicidios.
Para la fecha el estigma de que las mujeres no eran buenas conductoras se mantenía. Ella le pidió a un amigo detective que la enseñara a manejar los vehículos de la comisión.
“Empecé a manejar un Jeep y me demostré que sí podía. No lo hice por los demás, era mi logro”, cuenta.
Tan especial era ver una mujer en Homicidios que sirvió para crear un personaje en la telenovela “Amores de fin de siglo”, escrita por Leonardo Padrón. La inspectora Girana Lugo, encarnada por la actriz Dora Mazzone, fue inspirada en la China Dennys.
Una mujer investigadora
Cautelosas y con mirada hacia el detalle. Estas dos cualidades hacen que las mujeres se diferencien de los hombres detectives según la comisaria Granadillo. Al llegar a las escenas del crimen lo primero que hacía era observar y estudiar el lugar.
“El sitio del suceso te habla y tienes que aprender a escucharlo.”, explica.
“Una de estas diferencias también se centra en los estudios adicionales que tomes para poder llegar a ser una gran investigadora criminal”.
Granadillo no solo es policía científica. Se graduó de abogada, hizo una maestría en La Universidad del Zulia (LUZ) y ha hecho talleres que la han ayudado a desarrollarse como investigadora. “Uno tiene que prepararse”, dice.
Ser la primera mujer en el departamento de Homicidios le abrió las puertas a otras mujeres. Un año después que Granadillo demostrara que las mujeres sí podían resolver los casos de sucesos más complejos, dejó de ser la única en la comisión.
Los encargados del ingreso al departamento de homicidios eran muy selectivos y exigentes a principios de los años 90. “Entrar era más difícil, tenías que ganártelo”.
Actualmente para pertenecer a uno de los departamentos más importantes de la policía científica debe ser asignado por el departamento de recursos humanos, después de graduarse de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (Unes).
Para la China, Venezuela es un país machista, por lo que, dice, las mujeres se deben esforzar más. “Demostré que las mujeres podemos hacer el mismo trabajo que hacen los hombres, inclusive hasta mejor”, agrega.
A la espera
Con 49 años de edad, la comisaria Granadillo espera en su natal Maracaibo la jubilación. Le da nostalgia pensarlo. Tras el inicio de la pandemia consecuencia del COVID–19, no ejerce sus labores habituales. “En cualquier momento me llaman y me dicen: estás jubilada”.
El último cargo que desempeñó fue jefa de la Delegación estadal Táchira.
Tiene dos hijos, una de 27 años y otro de 19. Este último sigue los pasos de su madre como funcionario del ahora Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalística (Cicpc).
Aunque sigue agradecida con la institución que creyó en ella, a Granadillo le cuesta admitir que en el Cicpc se ha perdido, aunque no de manera total, la disciplina.
“Mira es triste, pero anteriormente la disciplina era muy fuerte. Había más respeto, con los años los funcionarios fueron mejorando sus capacidades de estudios, fueron haciéndose más profesionales cada día, pero se fue quebrando el método y orden. Hay personas que bajaron la doctrina. No totalmente, pero la relajaron”, lamenta.
A pesar de tener un negocio familiar, la comisaria añora con seguir trabajando dentro de la policía científica. “Si requieren todavía de mí, Dennys Granadillo, una vez más para la institución, allí estaré”, señala.