La escasez de antibióticos, la ausencia de quimioterapias, las precarias condiciones hospitalarias y el repunte de enfermedades que ya habían sido erradicadas se han traducido en un aumento de la mortalidad en los servicios del hospital José Manuel de los Ríos. Solo en 2018 han fallecido al menos 29 niños por causas vinculadas a la crisis de salud.
Tal es el caso de una niña de un año de nacida que falleció el pasado 8 de febrero por complicaciones vinculadas al sarampión. La pequeña fue la primera de seis niños en fallecer por la enfermedad respiratoria en lo que va de año. Solo el J.M. de los Ríos recibió 1.088 casos de sarampión en los primeros 10 meses de 2018.
El último niño en fallecer fue Edward Tovar, de dos años. Murió el 7 de julio por complicaciones respiratorias.
La epidemia de difteria en Venezuela también cobró las vidas de tres niños en el J.M. de los Ríos. El primer deceso fue el de Diego Herrera, de ocho años, quien falleció el 29 de enero producto de una miocarditis, una complicación común de la enfermedad infecciosa. A diego le siguió otro niño de dos años, que murió el pasado cinco de mayo por la misma complicación.
El tercer deceso fue el de Ana Flores, quien falleció el 22 de mayo a sus cortos cuatro años.
Al menos seis niños murieron en la emergencia del J.M. de los Ríos entre el 21 y 22 de enero por una falla en los ventiladores mecánicos del hospital. Entre ellos se cuenta Jhonatan Palma, un niño de cinco años con hidrocefalia que falleció por un paro respiratorio.
Fuentes internas indicaron a Efecto Cocuyo que la sala central de oxígeno no tuvo la capacidad de sostener las presiones necesarias para mantener con vida a los siete niños que estaban conectados al ventilador.
“Hay ocho ventiladores en la sala, pero la central de oxígeno solo dio abasto para atender a cuatro pacientes máximo”, confirmó en ese momento un doctor del centro pediátrico.
La falta de quimioterapias incrementó en 2018 la tasa de mortalidad en el servicio de Hematología del hospital de niños. Pero desde hace un mes, médicos afirman el desabastecimiento de antibióticos de amplio espectro, como Meropenem y Vancomicina, también han incidido en el número de decesos.
Desde principios de noviembre, la escasez de antibióticos en el J.M. de los Ríos es total. Esta ausencia ocasionó la muerte de Rolianmerys Hernández primero. La niña de nueve años desarrolló una infección producto de los tratamientos quimioterápicos que recibía, algo normal en los pacientes oncológicos, y el hospital no tenía los medicamentos disponibles. Murió el 19 de noviembre.
Menos de dos semanas después, murió Danielis Madrid, una adolescente de 14 años, por las mismas causas. Siguió Samuel Rodríguez, de cinco años, quien además de tener leucemia presentó una neumonía que no pudo curar por la falta de antibióticos. Pereció el 6 de diciembre.
Después del brote infeccioso de 2017, las muertes siguen en el servicio de Nefrología del hospital. Carina Vergara fue la primera en fallecer este año, pese a las medidas de protección que otorgó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) a los niños con enfermedades renales. Tenía 16 años y murió el 14 de mayo por un derrame pleural.
Siguieron Karla Romero (6 años) el 12 de junio; Laura Araujo (1 año) el 19 de octubre; y Frannlys Herrera (16 años) y Wilmelys Mendoza (9 años), ambas muertas el 21 de noviembre. Estas dos últimas pacientes murieron por una infección que no pudieron tratar por falta de antibióticos.
La crisis no es solo de medicamentos, sino también de servicios. El 26 de mayo falleció un bebé de cinco meses llamado Austin Troya. El niño tenía una cardiopatía y estaba recluido en la terapia intermedia. Ese día hubo varias fallas eléctricas en el capital y la planta del centro pediátrico no respondió.
El 25 de abril de este año murió un bebé de 9 meses por AH1N1. El niño estaba recluido en la terapia intensiva y el hospital le suministró los únicos medicamentos que disponía para tratar la influenza, vencidos desde 2015.
El 26 de junio murió Osiris Lozano (9 años). Cuando sus padres consiguieron la válvula de drenaje para tratar su hidrocefalia, ya era demasiado tarde. El cáncer tampoco esperó a que los familiares de María Gabriela Reyes (7 años) adquirieran las quimioterapias que faltaban en el servicio y murió el 27 de octubre.
Algo similar le ocurrió a Leonelis Monroy (3 años), quien tenía un tumor cerebral y murió el 15 de julio, mientras sus padres buscaban los medicamentos que faltaban en el hospital.
Nesmer Gordones fue otro paciente que murió sin quimios. Tenía 15 años y falleció el 5 de septiembre producto de un hepatocarcinoma, un tumor en el hígado. No solo le faltaron las quimioterapias, sino también la morfina para aliviar su dolor.
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La escasez de antibióticos, la ausencia de quimioterapias, las precarias condiciones hospitalarias y el repunte de enfermedades que ya habían sido erradicadas se han traducido en un aumento de la mortalidad en los servicios del hospital José Manuel de los Ríos. Solo en 2018 han fallecido al menos 29 niños por causas vinculadas a la crisis de salud.
Tal es el caso de una niña de un año de nacida que falleció el pasado 8 de febrero por complicaciones vinculadas al sarampión. La pequeña fue la primera de seis niños en fallecer por la enfermedad respiratoria en lo que va de año. Solo el J.M. de los Ríos recibió 1.088 casos de sarampión en los primeros 10 meses de 2018.
El último niño en fallecer fue Edward Tovar, de dos años. Murió el 7 de julio por complicaciones respiratorias.
La epidemia de difteria en Venezuela también cobró las vidas de tres niños en el J.M. de los Ríos. El primer deceso fue el de Diego Herrera, de ocho años, quien falleció el 29 de enero producto de una miocarditis, una complicación común de la enfermedad infecciosa. A diego le siguió otro niño de dos años, que murió el pasado cinco de mayo por la misma complicación.
El tercer deceso fue el de Ana Flores, quien falleció el 22 de mayo a sus cortos cuatro años.
Al menos seis niños murieron en la emergencia del J.M. de los Ríos entre el 21 y 22 de enero por una falla en los ventiladores mecánicos del hospital. Entre ellos se cuenta Jhonatan Palma, un niño de cinco años con hidrocefalia que falleció por un paro respiratorio.
Fuentes internas indicaron a Efecto Cocuyo que la sala central de oxígeno no tuvo la capacidad de sostener las presiones necesarias para mantener con vida a los siete niños que estaban conectados al ventilador.
“Hay ocho ventiladores en la sala, pero la central de oxígeno solo dio abasto para atender a cuatro pacientes máximo”, confirmó en ese momento un doctor del centro pediátrico.
La falta de quimioterapias incrementó en 2018 la tasa de mortalidad en el servicio de Hematología del hospital de niños. Pero desde hace un mes, médicos afirman el desabastecimiento de antibióticos de amplio espectro, como Meropenem y Vancomicina, también han incidido en el número de decesos.
Desde principios de noviembre, la escasez de antibióticos en el J.M. de los Ríos es total. Esta ausencia ocasionó la muerte de Rolianmerys Hernández primero. La niña de nueve años desarrolló una infección producto de los tratamientos quimioterápicos que recibía, algo normal en los pacientes oncológicos, y el hospital no tenía los medicamentos disponibles. Murió el 19 de noviembre.
Menos de dos semanas después, murió Danielis Madrid, una adolescente de 14 años, por las mismas causas. Siguió Samuel Rodríguez, de cinco años, quien además de tener leucemia presentó una neumonía que no pudo curar por la falta de antibióticos. Pereció el 6 de diciembre.
Después del brote infeccioso de 2017, las muertes siguen en el servicio de Nefrología del hospital. Carina Vergara fue la primera en fallecer este año, pese a las medidas de protección que otorgó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) a los niños con enfermedades renales. Tenía 16 años y murió el 14 de mayo por un derrame pleural.
Siguieron Karla Romero (6 años) el 12 de junio; Laura Araujo (1 año) el 19 de octubre; y Frannlys Herrera (16 años) y Wilmelys Mendoza (9 años), ambas muertas el 21 de noviembre. Estas dos últimas pacientes murieron por una infección que no pudieron tratar por falta de antibióticos.
La crisis no es solo de medicamentos, sino también de servicios. El 26 de mayo falleció un bebé de cinco meses llamado Austin Troya. El niño tenía una cardiopatía y estaba recluido en la terapia intermedia. Ese día hubo varias fallas eléctricas en el capital y la planta del centro pediátrico no respondió.
El 25 de abril de este año murió un bebé de 9 meses por AH1N1. El niño estaba recluido en la terapia intensiva y el hospital le suministró los únicos medicamentos que disponía para tratar la influenza, vencidos desde 2015.
El 26 de junio murió Osiris Lozano (9 años). Cuando sus padres consiguieron la válvula de drenaje para tratar su hidrocefalia, ya era demasiado tarde. El cáncer tampoco esperó a que los familiares de María Gabriela Reyes (7 años) adquirieran las quimioterapias que faltaban en el servicio y murió el 27 de octubre.
Algo similar le ocurrió a Leonelis Monroy (3 años), quien tenía un tumor cerebral y murió el 15 de julio, mientras sus padres buscaban los medicamentos que faltaban en el hospital.
Nesmer Gordones fue otro paciente que murió sin quimios. Tenía 15 años y falleció el 5 de septiembre producto de un hepatocarcinoma, un tumor en el hígado. No solo le faltaron las quimioterapias, sino también la morfina para aliviar su dolor.