Desde que anunciaron la consulta popular, Frank Arellano, un joven merideño que vive en Shangái, estuvo pensando en si podría participar o no. Fue solo dos días antes del proceso que lo decidió: «El amor que tengo por Venezuela es muy grande para no ir», y comenzó a buscar un pasaje hasta el punto más cercano, en Hong Kong.
El trayecto es de 24 horas y el ticket que compró fue para un tren en el que ya no quedaban asientos, por lo que le tocó viajar sentado en el piso. «Eso fue una gran travesía, pero aquí estamos echándole para un mejor futuro para Venezuela», dijo en una entrevista a Efecto Cocuyo desde el país asiático.
«Esto no es nada en comparación con lo que están haciendo los libertadores», dijo Arellano, quien tiene ya tres años radicado en China aprendiendo el idioma. Aunque consiguió que unos amigos turcos de su clase lo acompañaran en el viaje, llegó solo. A ellos no los dejaron pasar en la frontera de Shenzhen. Siguen allí, esperando que Frank participe para regresar todos juntos a Shangái.
Narró cómo al llegar al punto soberano lo embargó el sentimiento. «Me emocioné todo. Había como 40 personas con la bandera», afirmó. Casi toda la familia de Arellano permanece en Venezuela, y el día a día se mantiene informado de lo que pasa en el país a través de sus redes sociales y grupos de mensajería instantánea.
«La gente quiere votar, quiere rechazar este Gobierno. Somos mayoría. Y es lo lógico, después de tanto sufrimiento que hemos pasado», dijo Frank.
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Desde que anunciaron la consulta popular, Frank Arellano, un joven merideño que vive en Shangái, estuvo pensando en si podría participar o no. Fue solo dos días antes del proceso que lo decidió: «El amor que tengo por Venezuela es muy grande para no ir», y comenzó a buscar un pasaje hasta el punto más cercano, en Hong Kong.
El trayecto es de 24 horas y el ticket que compró fue para un tren en el que ya no quedaban asientos, por lo que le tocó viajar sentado en el piso. «Eso fue una gran travesía, pero aquí estamos echándole para un mejor futuro para Venezuela», dijo en una entrevista a Efecto Cocuyo desde el país asiático.
«Esto no es nada en comparación con lo que están haciendo los libertadores», dijo Arellano, quien tiene ya tres años radicado en China aprendiendo el idioma. Aunque consiguió que unos amigos turcos de su clase lo acompañaran en el viaje, llegó solo. A ellos no los dejaron pasar en la frontera de Shenzhen. Siguen allí, esperando que Frank participe para regresar todos juntos a Shangái.
Narró cómo al llegar al punto soberano lo embargó el sentimiento. «Me emocioné todo. Había como 40 personas con la bandera», afirmó. Casi toda la familia de Arellano permanece en Venezuela, y el día a día se mantiene informado de lo que pasa en el país a través de sus redes sociales y grupos de mensajería instantánea.
«La gente quiere votar, quiere rechazar este Gobierno. Somos mayoría. Y es lo lógico, después de tanto sufrimiento que hemos pasado», dijo Frank.