Los Angeles Times hace una crónica al concierto de Gustavo Dudamel, el viernes en la noche. El director le dedicó su recital a Armando Cañizales y a todos los que han sido asesinados por la violencia en Venezuela. El artículo es escrito por Mark Swed.
Nadie interpreta las sinfonías tempranas de Schubert. Schubert no lo hacía. Pero Gustavo Dudamel lo hizo el viernes en la noche en el Walt Disney Concert Hall.
Entró al escenario con una brusquedad poco común en él, no sonrió. El director de música venezolano de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles miró a la orquesta por un momento y luego se volteó hacia la audiencia. Mencionó el asesinato dos días atrás de un joven violinista de 17 años (Armando Cañizales) -perteneciente al Sistema- durante las protestas en contra del Gobierno. Dudamel dijo que la violencia en Venezuela es inaceptable y le dedicó el concierto al estudiante asesinado y a todas las víctimas de la violencia.
“Tocamos por todos nuestros niños -dijo- para construir un futuro mejor para ellos con paz y amor”.
La audiencia se levantó y le dio una ovación de pie. Un grupo en los bancos de la orquesta, justo detrás del escenario, desenrolló una bandera venezolana y gritos de “Viva Venezuela” salieron del balcón.
Luego, Dudamel procedió a dirigir la intrascendente primera sinfonía de Schubert -escrita cuando el compositor tenía 16 años, que daba sus primeros pininos y «robaba temas» de Beethoven- como si cada movimiento importara momentáneamente. Con atención feroz a cada detalle, y con ferocidad, reveló el potencial de un adolescente para la grandeza.
El mensaje fue claro. Esto es lo que significa la matanza de jóvenes. La Orquesta de L.A. nunca había tocado esa sinfonía antes. No había razón. Dudamel acaba de empezar el primer ciclo de la Orquesta de Schubert y seguirá por dos semanas. Y con la primera, y luego del intermedio de la segunda (también escrita por Schubert cuando era adolescente) hizo la declaración más importante de su carrera.
El hecho de que un niño violinista desconocido, de la ciudad de Barquisimeto en Venezuela, se erigiera como uno de los directores clásicos más celebrados del planeta es una historia ya sabida. Pero su ascenso para esta ocasión, en un momento en que ha sido empujado por la crisis venezolana actual, es un nuevo capítulo, por decir lo menos, llamativo.
Luego de haber sido constreñido por el control del Gobierno sobre El Sistema, Dudamel empezó a hablar. Mucha de la violencia que él condena es perpetrada por las fuerzas pro-gubernamentales. Pero muchos en Venezuela no se aplacan por estas acciones, considerando que su pronunciamiento es tardío. Algunos han ido más lejos y han acusado al director de ser cómplice de la violencia, por no morder la mano autocrática que alimenta a cientos de miles estudiantes del Sistema, de los cuales Dudamel se siente responsable.
En una breve declaración el viernes, Dudamel dijo: “La Filarmónica de L.A. es mi familia; el Sistema es mi familia”. Estas son sus alianzas.
Para leer la historia completa (en inglés) haga clic aquí
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Nadie interpreta las sinfonías tempranas de Schubert. Schubert no lo hacía. Pero Gustavo Dudamel lo hizo el viernes en la noche en el Walt Disney Concert Hall.
Entró al escenario con una brusquedad poco común en él, no sonrió. El director de música venezolano de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles miró a la orquesta por un momento y luego se volteó hacia la audiencia. Mencionó el asesinato dos días atrás de un joven violinista de 17 años (Armando Cañizales) -perteneciente al Sistema- durante las protestas en contra del Gobierno. Dudamel dijo que la violencia en Venezuela es inaceptable y le dedicó el concierto al estudiante asesinado y a todas las víctimas de la violencia.
“Tocamos por todos nuestros niños -dijo- para construir un futuro mejor para ellos con paz y amor”.
La audiencia se levantó y le dio una ovación de pie. Un grupo en los bancos de la orquesta, justo detrás del escenario, desenrolló una bandera venezolana y gritos de “Viva Venezuela” salieron del balcón.
Luego, Dudamel procedió a dirigir la intrascendente primera sinfonía de Schubert -escrita cuando el compositor tenía 16 años, que daba sus primeros pininos y «robaba temas» de Beethoven- como si cada movimiento importara momentáneamente. Con atención feroz a cada detalle, y con ferocidad, reveló el potencial de un adolescente para la grandeza.
El mensaje fue claro. Esto es lo que significa la matanza de jóvenes. La Orquesta de L.A. nunca había tocado esa sinfonía antes. No había razón. Dudamel acaba de empezar el primer ciclo de la Orquesta de Schubert y seguirá por dos semanas. Y con la primera, y luego del intermedio de la segunda (también escrita por Schubert cuando era adolescente) hizo la declaración más importante de su carrera.
El hecho de que un niño violinista desconocido, de la ciudad de Barquisimeto en Venezuela, se erigiera como uno de los directores clásicos más celebrados del planeta es una historia ya sabida. Pero su ascenso para esta ocasión, en un momento en que ha sido empujado por la crisis venezolana actual, es un nuevo capítulo, por decir lo menos, llamativo.
Luego de haber sido constreñido por el control del Gobierno sobre El Sistema, Dudamel empezó a hablar. Mucha de la violencia que él condena es perpetrada por las fuerzas pro-gubernamentales. Pero muchos en Venezuela no se aplacan por estas acciones, considerando que su pronunciamiento es tardío. Algunos han ido más lejos y han acusado al director de ser cómplice de la violencia, por no morder la mano autocrática que alimenta a cientos de miles estudiantes del Sistema, de los cuales Dudamel se siente responsable.
En una breve declaración el viernes, Dudamel dijo: “La Filarmónica de L.A. es mi familia; el Sistema es mi familia”. Estas son sus alianzas.
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