La escena en el noticiero irrumpe con una algarabía. Se oyen vítores, aplausos y risas. Se capta poco porque la cámara pasa muy rápido pero se logran ver piernas de hombres, mujeres y niños saltando. Parece la celebración de un triunfo deportivo. Un hombre lleva a un adolescente sobre sus hombros pero no es un torero. Los dos ríen.
La escena de celebración fue en un país del llamado “primer mundo” pero pudiera haber sido en cualquier otro. La comunidad que celebra es de un sector popular pero pudiera ser de cualquier otro. De hecho, celebrar la liberación de un ser querido parece lógico aún cuando haya sido acusado de robo, asesinato o de una violación sexual.
La escena impresiona cuando nos enteramos del contexto de la algarabía. Se trata del resultado del juicio por un delito sexual. Es una oportunidad para reflexionar sobre lo sexual, la adolescencia y nosotros.
Bofetadas sociales
El noticiero anuncia que dos niñas (12 y 14 años, ¿adolescentes o niñas?), amigas entre ellas, han sido violadas. Bofetada social. El delito lo ha cometido no un hombre sino cuatro y se cree que cinco. Violación en manada, la llaman. Bofetada social. El equipo de violadores lo integran contemporáneos de ellas. Bofetada social.
Las versiones de las adolescentes (en el noticiero las refieren como “niñas”, así es más dramático) no coinciden. Lo claro es que una de ellas contactó, por internet, a uno de sus futuros agresores y aún cuando lo desconocía, quedaron en encontrarse en una casa abandonada en un lugar retirado del casco urbano. Uno no entiende pero entiende. Ella invitó a una amiga y él invitaría a un amigo, pero, sin decirlo, invitó a cuatro y el festín no fue tal.
En cuestión de horas, los prematuros y presuntos violadores fueron detenidos. Son de la misma comunidad que las jóvenes afectadas. Los detalles del encuentro los conocerá los ejecutantes y la policía pues en la noticia hay muchos vacíos informativos. Con una rapidez inusitada la jueza liberó a los detenidos. Bofetada social. Se piensa que hubo presiones en esa decisión. Suele ocurrir en los juicios de agresores sexuales. Bofetada social.
La jueza consideró que solo hubo agresión sexual y que, según confesión de partes, las relaciones fueron consentidas. Dos para dos parece haber sido el acuerdo inicial pero cinco contra dos es una violenta alteración de lo acordado. Parece que con jalarles las orejas a ellos y a ellas por portarse mal sería suficiente. Bofetada social.
Pero a ellos, ni los padres, ni las madres, les jalaron las orejas. Por el contrario, las escenas de algarabía en el noticiero eran de las familias y vecinos de los “violadores” celebrando su absolución. Los machitos habían hecho lo que correspondía. Bofetada social. De ellas, poco se sabe. Apenas la rabia y dolor de sus padres y madres, como suele ser en casos de agresiones sexuales a mujeres.
Niños, niñas, adolescentes y sexo
Aunque al común de las familias no les guste, les cueste admitirlo, el sexo forma parte de la agenda social de los niños, niñas y adolescentes de hoy. De alguna forma, siempre ha sido así pero el internet y la presión grupal de esta época hacen a las relaciones sexuales una necesidad aún antes de tener la madurez biológica y psicológica para ello.
Los juegos sexuales en la infancia tienen historia. Las generaciones pre internet ya los jugaban. Hasta hace poco, en contextos sociales sin mayores opciones de vida que la reproducción de la especie, las relaciones sexuales voluntarias comenzaban apenas llegando a la adolescencia y se consideraban “normal”. En otros sectores, más estrictos, se exigían edades y rituales para dar paso a ese tipo de relaciones sexuales. Las necesidades sexuales siempre han estado presentes, por supuesto.
Con la globalización y el desarrollo sociocultural, los patrones sociales con respecto a la sexualidad han cambiado significativamente. Comunidades y familias se han hecho más permisivas a situaciones que aún en la generación anterior no eran permitidas.
Los niños, niñas y adolescentes de esta época, no necesariamente tienen relaciones sexuales, pero pueden ver sexo de harta variedad a cualquier hora. Lo tienen al alcance de la mano y no solo para masturbarse. Internet les abre las puertas para lo que quieran. Por otro lado, el grupo de amigos y amigas presionan para que así sea, según ellos mismos dicen.
Educar sexualmente más adelante puede ser tarde
Por los cambios culturales que se iniciaron en el siglo pasado, la edad de la inocencia se ha acortado. Pocas familias piensan o admiten que sus niñas o niños andan en “cosas” sexuales “porque son muy pequeños para eso”, quizás los y las adolescentes, sí, pero la realidad indica que las nuevas generaciones están en contacto con contenidos sexuales desde muy temprano y con patrones muy distintos a los de sus antecesores.
El problema no es tanto la edad para darles información sexual e inclusive, que se inicien en las relaciones sexuales en la adolescencia, sino no tener preparación para ello. Hay que educarles sexualmente tan pronto como se pueda. Más tarde puede ser tarde.
Gran parte, y a veces la única fuente de educación sexual que reciben los más jóvenes viene de la industria del porno o de contemporáneos que dicen saber pero, igualmente, no saben. Ellos y ellas tienen que aprender, de buena fuente, sobre los riesgos de esos quehaceres y cómo evitarlos. Algún miembro de la familia, aún cuando no tenga mucha información sexual puede ser más útil que fuentes desconocidas.
Con el acceso a las nuevas tecnologías y dispositivos en sus manos, las nuevas generaciones pueden exponerse a contenidos sexuales que desinforman, confunden. En esta época el “éxito” en lo sexual, no necesariamente está en el sentir, sino en el hacer y que lo sepan los demás. Allí está una clave de la autoestima durante la adolescencia.
Las nuevas modalidades
Sexo público y sexo delivery son modalidades sexuales en las jóvenes generaciones. No de todos y todas, por supuesto, pero de una buena parte, sí. La noticia sobre un caso del sexo consentido entre menores, a través de internet, y cómo se les fue de la manos, lo evidencia.
La producción de contenidos sexuales y la oferta de servicios de ese tipo por parte de adolescentes parece ser más frecuente que lo que sabemos. Lo hacen por vía privada a pesar de que para buena parte de ellos y ellas, el sexo no tiene porque ser íntimo, al contrario, mientras más compartido por las redes virtuales, mejor. Sobre todo para los varones aunque algunas no escapan de la tentación de publicar.
Toca pensar y asumir nuevas estrategias de educación y protección en lo sexual a los más jóvenes. Las familias, escuelas e institutos tienen que abrir los ojos y actuar al respecto. Sin represión pero con límites.
Mientras más se hable con ellas y ellos sobre lo sexual tendremos más posibilidades de orientarles y conocer en qué andan. Si están por su cuenta en esos aspectos, cualquier cosa ingrata puede ocurrir.
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