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Efecto Cocuyo
Las tierras del cono sur han temblado socialmente en estas últimas semanas y esas ondas han subido por el altiplano, la cordillera andina y se adentran en el altamar caribeño. Hay gente que brinca en una pata por los temblores y otra que quiere salir corriendo.
Primero (aunque no sepamos quién fue primero) se movió el piso político de Perú. Salió un monstruo con dos cabezas presidenciales (como en Venezuela), desapareció de un plumazo el Congreso o Asamblea Nacional, uno de los poderes capitales de un Estado democrático y, del susto, el Grupo de Lima salió corriendo y la OEA miró para otro lado.
Después se sintió el merequetén en Ecuador. Los indígenas (ojo, no unos salvajes ignorantes como en la películas o en el imaginario de alguna gente, por el contrario, algunos con títulos universitarios y eso que llaman “gente preparada”) protestaron avanzando hacia la capital. La cosa estuvo tan apretada, que el Presidente de la República agarró su silla y se fue pa´villa de donde no ha salido aunque haya echado pa´tras parte de las medidas económicas incendiarias que había tomado.
El incendio en Chile no ha parado en casi un mes. Han ardido trenes, autos, edificios y el espíritu de millones de chilenos y chilenas clamando por “una vida digna de vivir”. Válgame Dios!, si eso exige una parte de la sociedad en uno de los países con las economías más sólidas del continente, ¿qué queda para los más pobres?
Una razón de las protestas en Chile es que la recetas de la economía liberal parecen resultar peor remedio que la enfermedad de los pobres. El Presidente de ese país también echó pa´tras las medidas pero ni nai, los ánimos siguen prendidos
Una movida menos violenta pero no por ello menos convulsiva se ha sentido en Argentina. Ha sido como un tango. Suave, elegante pero con cierto zarandeo. Hay gente que cuenta ocho pasos y no puede dar el giro que ese baile exige. Le resulta increíble. Insulta a los votantes, ignora la incompetencia del gobierno anterior. De nuevo, el neoliberalismo en el banquillo de acusados.
Y en Uruguay se va a un segundo round electoral. Hasta ahora ha sido un movimiento lento, menor que en Argentina, a ritmo de tango clásico. Nada que lamentar ni de que alegrarse, por ahora.
Hubo también un cierto temblor electoral en Colombia. Quienes se creían ricos y apoyados, seguirán siendo lo primero pero perdieron algo de lo segundo.
Singular ha sido el resultado en la alcaldía de Bogotá. Allí, por primera vez eligen a una mujer. Siempre las primeras veces hacen historia. Y ella se las trae: Es estudiada, curtida en materia política, en derechos humanos, en la lucha anti corrupción. Por ello, convenció a buena parte del electorado, quien, no tuvo reparo en que también sea lesbiana abiertamente. Al fin y al cabo eso poco tiene que ver con su desempeño administrativo. Pensó bien ese electorado.
Pocas mujeres de la vida pública (otro ojo: no de la calle, ni de la vida alegre), con excepción a algunas del espectáculo, dejan saber su orientación sexual cuando pudieran ser sancionadas por parte de la sociedad y la alcaldesa de Bogotá, lo ha hecho con naturalidad, como tiene que ser. Por eso le dedico la foto de esta columna.
Mientras eso pasa en la conservadora Colombia, en la revolucionaria Venezuela aunque algunos gays y lesbianas hayan sido electos alcaldes, gobernadores y quién sabe si presidentes, ninguno/ninguna ha atrevido a hacer pública su orientación sexual aun cuando todo el mundo la suponga.
En Venezuela los gays y lesbianas, en política, tienen que cuidarse hasta de los compañeros y compañeras de su misma tolda. Aquí, a cualquiera le cortan rabo y oreja por decirlo. Tanto líderes del gobierno como de la oposición destilan homofobia.
Y el temblor de tierra política que viene desde el cono Sur ha llegado hasta el Caribe. En el pobre (económicamente hablando) Haití la protesta antigubernamental ha estado tan caliente como allá abajo y poca cobertura de prensa ha tenido.
Pareciera que es tan frecuente que de Haití provengan malas noticias que los 30 y tantos muertos, incontables heridos y detenidos en las semanas de protestas apenas logran alguna cobertura periodística. ¿Será que la política y economía haitiana no importa al Continente?. Mejor que sea eso y no que los medios los ignoren por ser negros y pobres.
Como una paradoja, mientras hay remezones por todos lados de América Latina, el país más convulsionado de la región en las últimas décadas, Venezuela, está en una tensa calma, sumergido en el hambre e infinitas calamidades. La formula socialista tampoco ha funcionado y se ha protestado numerosísimas veces y de todas las maneras posibles, pero nada, siguen.
Lo que más se oye ahora en la tierra de Bolívar es que las altas esferas van a elegir a un nuevo Consejo Electoral dado que las tropas extranjeras, llamadas por una parte de la oposición, por ahora, no vendrán. Mientras, mucha gente piensa en cómo resolver el día a día o irse a otro país. Venezuela, sin duda, hasta quieto, es el país más convulsionado del Continente. Un paraíso perdido.
Foto: Lafm.com.co
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Miradas sobre el barrio
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