Este jueves 28, según la tradición cristiana, se conmemora el “Día de los Santos Inocentes” al rememorar a los niños menores de dos años que el rey Herodes ordenó sacrificar tras el nacimiento de Jesús en Belén. Herodes creía que al sacrificar a todo aquel que amenazara su hegemonía como monarca se desharía del futuro “mesías“, del futuro “Rey de los Judíos”. Lo que Herodes no sabía era que una orden de tal naturaleza no garantizaría su hegemonía.

Hace más de dos mil años, en Belén, cientos de familias se desplazaron y entre esas la de María y José quienes huyeron a Egipto para resguardar la vida de su inocente Jesús. Hoy en Venezuela, cientos de “Marías” y “Josés” se desplazan de la tierra que condena a penurias por inseguridad, falta de oportunidades, alimentos y medicamentos, a quienes con tanta inocencia nacen en ella.

Sin embargo, en este país los “inocentes” no son solo los menores de dos años. Son todos aquellos que al ser vistos como una amenaza se han convertido en las víctimas de quienes pretenden proteger su hegemonía en el poder. Por ejemplo, los caídos en las protestas como Juan Pernalete, quien este jueves estaría cumpliendo 21 años pero por una orden fue asesinado a manos de quienes debían protegerlo.

Igualmente, los presos políticos, como José Vicente García, quien aún con boleta de excarcelación permanece privado de libertad arbitrariamente en El Helicoide.

En el caso de Venezuela, no se trata de una “leyenda eclesiástica” que pocos historiadores se atreverán a confirmar; se trata de una realidad documentada en sus registros históricos y no valdrán excusas como “la guerra económica” ni parapetos como las “liberaciones navideñas” para ocultarla.

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