Se ha considerado que los movimientos feministas son solo de mujeres, pero hay hombres feministas que lo expresan sumándose a las reivindicaciones femeninas, incidiendo en las decisiones que favorecen a este sector y sobretodo, asimilando los cambios y la equidad en los roles de género cotidianos entre mujeres y hombres.
Así, como hay hombres feministas, existen antifeministas. Aún son muchos y, por supuesto, están en espacios de poder. Junto a ellos hay mujeres tradicionales, machistas en esencia, que conforman las fuerzas oscurantistas contra los cambios sociales liderados por mujeres.
Los hombres y el poder
Por los siglos de los siglos, las sociedades han estado dominadas por hombres. Tradicionalmente, el único espacio de poder concedido y reconocido a las mujeres es la cotidianidad del hogar, entre cuatro paredes.
La familia es el feudo menor de los hombres. En casi todos las sociedades, la ley señala a través del apellido de la familia, el poder masculino. Los hijos e hijas deben llevar el apellido del padre como distintivo social. Quienes llevan solo el apellido de la madre son consideradas personas bastardas, de segunda, objetos de vergüenza.
Quizás el más nítido poder masculino se expresa a través del sentido de propiedad sobre patrimonios, espacios y personas. Casi todos los códigos legales parten de asumir que el administrador (y de hecho, principal propietario) de los bienes de la familia es el padre.
En el orden tradicional, cuando se contrae matrimonio, el hombre adquiere a la mujer. En otros tiempos pero todavía en algunos lugares, se obligaba a la familia de la novia a pagar una dote al hombre por casarse y ella estaba obligada a adquirir el apellido de él.
En el caso de no haber unión legal, la mujer y los hijos quedan a la buena de Dios. El hombre, si lo decide, puede librarse de toda responsabilidad con la familia. Es parte de sus privilegios sociales.
Los hombres machistas -haciendo uso del poder que le confiere la costumbre y algunas leyes creadas por ellos mismos- asumen que pueden dominar a las mujeres hasta humillarlas y, a pesar de sanciones legales, creen que pueden agredirlas y hasta matarlas. Al fin y al cabo, ella “es” de él y quienes detentan la propiedad privada pueden hacer con sus espacios, objetos y personas, lo que les plazca. ¡Válgame Dios!
Avances femeninos
Gran parte de las conquistas de las mujeres en este último siglo es haber salido del hogar y ocupar espacios sociales que antes estaban reservados a los hombres.
Hoy, las mujeres, aún en países donde se les reconocen muy pocos derechos, pueden hacer tambalear gobiernos y en cuestiones electorales son un grupo decisorio.
El avance de las mujeres en casi todos los planos sociales se ha encontrado con la resistencia de los hombres tradicionales que defienden, a capa y espada, y a nombre de lo que sea, las prebendas de su poder.
El feminismo impulsa avances sociales y para muchos hombres es una amenaza al statu quo. Hay que pararlo, la descalificación es un recurso. En esa resistencia, las mujeres conservadoras hacen frente común con ellos y las feministas, resisten.
Mujeres antifeministas
Una imagen del feminismo es que es un pensamiento o un movimiento de mujeres que parecen ser lesbianas, bisexuales, trans, izquierdistas, anarquistas; como mínimo, rebeldes. Lo opuesto a lo que se considera una mujer tradicional y por ello, el feminismo puede generar resistencia no solo en sectores de hombres sino de mujeres.
Hay mujeres que participan en la toma de decisiones públicas que no son feministas, que respetan y comulgan con la visión machista de la sociedad y se alían a hombres como ellas para ir contra el feminismo insurgente.
Al feminismo lo pueden descalificar, golpear, frenarlo jurídicamente, dar la impresión de que lo hacen retroceder arrebatándole conquistas pero todo movimiento político necesita de las mujeres, se consideren feministas, o no, y a ellas tienen que acudir quienes quieran ganar y mantenerse en el poder.
Feminismo es más que un movimiento o partido político, es una actitud existencial
Si asumimos al feminismo como un pensamiento promotor del cambio en los roles sociales de la mujer y el hombre, como una actitud ante la vida, se entiende que es muy difícil, o imposible, detenerlo.
Hay hombres que son feministas, sin militar en partido o movimiento alguno, solo al reconocer y defender los derechos de las mujeres, comenzando por el derecho a defender su cuerpo, su vida y a través de ello, su derecho a tomar decisiones y a participar en cualquier espacio social en condiciones de equidad con ellos. A pesar de grupos feministas radicales que insultan, desprecian a los hombres, no los admiten de ninguna manera. Esos grupos piensan, aspiran a un mundo irreal solo poblado por ellas, como el mitológico de las amazonas.
Una visión más amplia del feminismo es exigir la equidad de derechos que los hombres tienen y junto a ellos, ir por más.
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Del mismo autor: Feminismo como actitud ante la vida