Una de las bondades de las ciencias exactas es que no tienen ese elemento de incertidumbre y no tiene espacios a ninguna duda. En cambio, en las ciencias sociales todo puede ser refutable y subjetivo. Por eso no le creo mucho al que quiera vender predicciones de estallidos sociales, convulsiones políticas o golpes de Estado. En estos pronósticos no hay datos fieles.

Así pues, en las ciencias sociales no es que tomemos un modelo, le agregamos 4 variables, unos datos y obtenemos un resultado inequívoco. Así no funciona. Por eso existen tantas predicciones erradas, y tenemos tantos años diciendo que el cambio de Gobierno está cerca y los más arriesgados dicen que la transición es mañana. Muchas veces queremos jugar a ser futurólogos y perdemos en el intento. Sabemos cómo empezó a gestarse las causas de este drama humanitario, pero difícilmente cómo terminará.

Sin embargo, la ciencia social sí tiene herramientas que nos ayudan a aproximarnos para comprender ciertos eventos y darles soluciones efectivas a desequilibrios económicos o disfuncionalidades sociales. Ahora bien, si el ingenio del mal (Gobierno actual) está al acecho, entonces seguirán despreciando a la ciencia, y mantendrán sus recetas equivocadas. Porque no tenemos ni siquiera estadísticas oficiales para analizar y todo lo que se pretende investigar está lleno de opacidad.

Aunque a decir verdad, las decisiones del Ejecutivo son tan predecibles que no hace falta un oráculo para revelar que en menos de 2 meses cerrará una empresa con más 1000 empleados y sumará al caos. Aún más, considerando que insisten en anuncios sin dirección para resolver los problemas medulares, es posible que decreten un aumento de salario mínimo en menos de un mes y será nulo su impacto.

Ni aquí, ni en ningún país se ha logrado la prosperidad sin producción.

Ni aquí, ni en ningún país se ha alcanzado reducir la inflación por decretos y con fusiles. Ni aquí, ni en ningún país se rescatan los equilibrios perdidos con homeopatía. Y en ningún aspecto de la vida se resuelve las dificultades sin reconocer que existen.

Por los vientos que soplan, aparentemente siguen un manual de destrucción letra por letra y sin misericordia. Y digo esto porque: ¿alguien podría explicar cómo un país que tiene las mayores reservas de petróleo del planeta tiene que racionar la gasolina? Es confuso.

¿Quién podría dudar que estemos en el colapso? Siguiendo el protocolo de devastación, creo que vamos a superar la hiperinflación cuando no existan transacciones comerciales o le ganaremos a la pobreza cuando se seque el Mar Caribe.

Desafortunadamente –o afortunadamente, dicen otros-, los seres humanos no somos experimentos exactos de la física cuántica y no tenemos pronósticos irrefutables. Por esto, si alguien se le acerca queriéndole vender la mejor “salida” mírelo con recelo, porque nuestra crisis no la resuelve una declaración o 2 medidas. Y mucho menos existe algún estabilizador emocional que alivie esta angustia colectiva o algún plan que detenga la regresión social.

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