Durante del seminario ¿Cómo des-cubrimos la violencia?, que inició este jueves 8 de junio en el Centro Cultural Chacao de Caracas, la socióloga Verónica Zubillaga presentó una conferencia titulada “Los desafíos de reportear en tiempos de violencia crónica“, en la que planteó una serie de consideraciones sobre la problemática de violencia en Venezuela y sobre la cobertura periodística en ese contexto.
“Vivimos dos décadas de violencia muy intensa. Hasta los 90 estuvimos al nivel de México o Brasil en cuanto a la tasa de homicidios. Pero en los primeros años del siglo XXI nos nivelamos con países de Centroamérica que registran una tasa de homicidios más elevada”, explicó Zubillaga.
Sobre el contexto de violencia, la investigadora señaló que “en la medida en que se evidencia el regreso de los militares a la política y el incremento de armas en el país, aumenta también la violencia”.
“La lógica de la militarización ha entrado en la dinámica de la seguridad ciudadana. La lógica de dominación militar se expande a la seguridad ciudadana y lo vemos en la practica de los cuerpos de policía, en las que se identifican enemigos deshumanizados. De esta manera, el Estado se constituye en un actor de violencia ilegitima“.
Para Zubillaga, las declaraciones recientes de la fiscal general Luisa Ortega Díaz en las que señalaba que 4 mil 600 personas murieron en manos de la policía, permiten ver al Estado como un actor ilegítimo de la violencia.
“Los medios subrayan y reproducen discursos de guerra. En esos discursos muchas veces se da un proceso de estigmatización letal; los jóvenes son víctimas de categorías, son estigmatizados. Así se da un proceso de deshumanización y legitimación de la matanza”, acotó Zubillaga.
La también socióloga llamó la atención sobre el proceso de normalización de la violencia y la vinculación de esa normalización con la práctica periodística. “No es normal que un titular de prensa reseñe 19 muertos en tiroteo con la policía o que reseñe tantos choros fueron abatidos, pues ahí hay estigmatización y uso de términos que no corresponden”.
Zubillaga advirtió que en la práctica de reportear la violencia, se incurre en una práctica inadecuada: se construyen víctimas que valen la pena y víctimas que quedan invisibles.
En Venezuela, señala la investigadora, hay una pluralidad de medios y hay una pluralidad de debates y narrativas que resulta positivo. Sin embargo, en ese contexto se presentan varios desafíos: buscar las palabras apropiadas para hablar de las muertes violentas, pues términos como hampa o choros justifican la matanza; evitar los adjetivos; describir más que calificar.
“Es necesario recuperar la ciudadanía. La clase media, por ejemplo, no puede estar bien si todas las semanas están matando jóvenes en los barrios. Cuando recuperamos la noción de ciudadanía se tejen vínculos sociales. La noción de ciudadanía nos pone en relación con un actor importante: el Estado”.
La problemática de violencia en el país está generando, a juicio de Zubillaga, una “acumulación de sobrevivientes de víctimas, y por eso es necesario visibilizarlas a través del ejercicio de la escritura y transformar la narrativa sobre los jóvenes para desestigmatizar a este sector de la población. Así podemos facilitar el tránsito de víctimas a ciudadanos”.
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