Santiaga Ramírez tiene una imagen de José Gregorio Hernández en su mesa de noche. “Gracias”, le dice siempre antes de dormir. Hace dos años, justo el día en el que cumplía 47 años, le diagnosticaron cáncer de mamá. Pensó lo peor. “No había espacio para pensamientos positivos: me voy a morir, me dije. Lloré. Lloré mucho. Sola. Porque no quería que mis hijos me vieran así”.
Luego de derrumbarse, logró algo de calma. “Entonces pensé: voy a dejarlo todo en manos de Dios. De Dios y del Doctor José Gregorio Hernández. Cuando la quimioterapia era feroz, yo me aferraba a él y le decía: sáname José Gregorio, tú eres mi médico. Él me hizo el milagro de salvarme, estoy segura que fue él: un día lo vi, y soñaba con él”.
Santiaga cuenta su historia mientras abraza una imagen de José Gregorio Hernández, en la misa por el 96 aniversario de la muerte del médico venezolano, en la iglesia Nuestra señora de La Candelaria este lunes 29 de junio. Ella dice está convencida de que él es un santo: le prende velas, le pone flores, se arrodilla ante su tumba.
Pero José Gregorio Hernández no es santo. Su camino a los altares está estacionado. Todavía hace falta a comprobarle un milagro para que sea Beato y otro más para que sea Santo. Hasta ahora, y desde 1986, solo se le atribuye el título de Venerable: eso significa que la iglesia reconoce que vivió bajo las virtudes de la fe católica: esperanza, fe y caridad.
Desde 1986 se han enviado dos presuntos milagros al Vaticano, a la congregación de la causa de los santos, pero los médicos le han encontrado explicaciones científicas a la sanaciones.
Es que es difícil que un hecho califique como milagro. La sanación tiene que ser instantánea y definitiva. Debe haberse rezado en grupo pidiendo exclusivamente por la intersección de José Gregorio Hernández. Como es un proceso probatorio, se requieren informes médicos de antes y después de la curación. No cuenta haber pedido en soledad, ni las visiones, ni los sueños.
Mientras más presuntos milagros se reciban, más posibilidades hay de que encuentren alguno que sea un auténtico portento, dice Fernando Castro, el encargado de la causa en Venezuela. En 2013 se recibieron 234 testimonios, una cifra histórica porque entre 2006 y 2010 llegaron, por año, 14 o 15. En 2014 fueron 1 mil 800. En 2015, asegura Castro, se registra al menos 1 diario. Aunque ese dato sugiere un bajón con respecto al año pasado, a Castro no le preocupa: “Eso es mucho, mucho, mucho en una causa de beatificación”.
Las personas pueden enviar su testimonio a causajosegregorio@gmail.com o enviar la narración cronológica del caso (enfermedad y sanación) a la casa parroquial de la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, donde funciona la oficina de la causa. Allí, asegura Laura Zambrano, se revisa todo lo que llega. “Si falta algún documento, nosotros los contactamos y les solicitamos lo que falta. Generalmente no mandan la documentación completa. Se requieren los exámenes que certifiquen la enfermedad y la curación, y luego verificamos lo demás: que se le rezó a José Gregorio”.
Erick Lezama Aranguren/@ericklezama1
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Santiaga Ramírez tiene una imagen de José Gregorio Hernández en su mesa de noche. “Gracias”, le dice siempre antes de dormir. Hace dos años, justo el día en el que cumplía 47 años, le diagnosticaron cáncer de mamá. Pensó lo peor. “No había espacio para pensamientos positivos: me voy a morir, me dije. Lloré. Lloré mucho. Sola. Porque no quería que mis hijos me vieran así”.
Luego de derrumbarse, logró algo de calma. “Entonces pensé: voy a dejarlo todo en manos de Dios. De Dios y del Doctor José Gregorio Hernández. Cuando la quimioterapia era feroz, yo me aferraba a él y le decía: sáname José Gregorio, tú eres mi médico. Él me hizo el milagro de salvarme, estoy segura que fue él: un día lo vi, y soñaba con él”.
Santiaga cuenta su historia mientras abraza una imagen de José Gregorio Hernández, en la misa por el 96 aniversario de la muerte del médico venezolano, en la iglesia Nuestra señora de La Candelaria este lunes 29 de junio. Ella dice está convencida de que él es un santo: le prende velas, le pone flores, se arrodilla ante su tumba.
Pero José Gregorio Hernández no es santo. Su camino a los altares está estacionado. Todavía hace falta a comprobarle un milagro para que sea Beato y otro más para que sea Santo. Hasta ahora, y desde 1986, solo se le atribuye el título de Venerable: eso significa que la iglesia reconoce que vivió bajo las virtudes de la fe católica: esperanza, fe y caridad.
Desde 1986 se han enviado dos presuntos milagros al Vaticano, a la congregación de la causa de los santos, pero los médicos le han encontrado explicaciones científicas a la sanaciones.
Es que es difícil que un hecho califique como milagro. La sanación tiene que ser instantánea y definitiva. Debe haberse rezado en grupo pidiendo exclusivamente por la intersección de José Gregorio Hernández. Como es un proceso probatorio, se requieren informes médicos de antes y después de la curación. No cuenta haber pedido en soledad, ni las visiones, ni los sueños.
Mientras más presuntos milagros se reciban, más posibilidades hay de que encuentren alguno que sea un auténtico portento, dice Fernando Castro, el encargado de la causa en Venezuela. En 2013 se recibieron 234 testimonios, una cifra histórica porque entre 2006 y 2010 llegaron, por año, 14 o 15. En 2014 fueron 1 mil 800. En 2015, asegura Castro, se registra al menos 1 diario. Aunque ese dato sugiere un bajón con respecto al año pasado, a Castro no le preocupa: “Eso es mucho, mucho, mucho en una causa de beatificación”.
Las personas pueden enviar su testimonio a causajosegregorio@gmail.com o enviar la narración cronológica del caso (enfermedad y sanación) a la casa parroquial de la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, donde funciona la oficina de la causa. Allí, asegura Laura Zambrano, se revisa todo lo que llega. “Si falta algún documento, nosotros los contactamos y les solicitamos lo que falta. Generalmente no mandan la documentación completa. Se requieren los exámenes que certifiquen la enfermedad y la curación, y luego verificamos lo demás: que se le rezó a José Gregorio”.
Erick Lezama Aranguren/@ericklezama1